La firma del protocolo de Minsk no ha supuesto el final de las operaciones militares en el territorio de Novorrusia, pero sí ha supuesto un punto de inflexión en el proceso. Pese a que los bombardeos de artillería sobre zonas civiles e industriales continúan y la batalla por el aeropuerto de Donetsk, en fase activa desde hace dos semanas, ve en estos días su momento álgido, estas semanas han visto también los primeros intentos por lograr una reorganización política y económica de la zona.
Las repúblicas populares, sin descuidar completamente el aspecto militar y sin descartar las posibilidad de que puedan sufrir un ataque por parte de las tropas ucranianas, se han centrado en estas semanas en la preparación de unas elecciones que no contentan a todos, principalmente a Ucrania y a sus defensores, pero que prevén elegir sendos parlamentos y legitimar sus liderazgos actuales.
Durante meses, el aspecto militar ha sido prácticamente el único al que se ha prestado atención. Con momentos en que la victoria ucraniana parecía estar cerca, el modelo de Estado o el modelo económico que se iban a elegir para estos territorios era secundario.
Pero con las infraestructuras, edificios públicos y, en muchos casos, edificios residenciales destrozados o dañados, la organización política y económica es, además de urgente, tremendamente complicada.
Las aspiraciones de nacionalización de la industria que se mencionaron en las primeras semanas de las rebelión, antes incluso de los referendos del 11 de mayo quedaron olvidadas a medida que la guerra tomó el protagonismo exclusivo y las repúblicas perdían territorio ante las tropas ucranianas, cuyo avance no logró pararse hasta que el fracaso de la ofensiva de julio, que pretendía retomar el control de las fronteras y de las principales ciudades de la zona.
Es ahora que la situación militar se ha estabilizado, aunque las tropas ucranianas continúan sometiendo a zonas civiles al fuego de artillería y la República Popular de Donetsk sigue intentando recuperar el control completo del aeropuerto de Donetsk, cuando vuelve a hablarse de la situación política y económica de la zona.
Dos de las figuras políticas más importantes, el viceprimer ministro Purgin y el portavoz del parlamento de la República Popular de Donetsk, Boris Litvinov, han dado a entender en estas semanas la posibilidad de instaurar un modelo híbrido en el que la República controlara los sectores clave, dejando para el sector privado otros aspectos de la economía.
Hoy mismo, Ria Novosti cita al primer ministro Zakharchenko afirmando que las destilerías y la industria del carbón, probablemente la más importante de la zona, serán nacionalizadas.
Hasta el momento se habían producido únicamente declaraciones de intenciones, pero empieza a aparecer algún ejemplo de la reorganización de la industria, sector que ha sido clave en la zona hasta el momento y debería serlo en el futuro. Ahí va un ejemplo en la localidad de Zugres, en la República Popular de Donetsk.
Construyendo el estado socialista de Novorrusia: una de las plantas de la República de Donetsk pasa a ser propiedad colectiva de los trabajadores.
Los trabajadores de la planta electromecánica de Zuevsky han nombrado a un director para su equipo en la junta general de la empresa. Los antiguos dueños y ejecutivos han huido, por lo que la planta no ha podido funcionar hasta ahora.
Por eso, el personal de la fábrica ha optado por que la planta pase del modelo de propiedad privada anterior a uno de propiedad colectiva de los trabajadores. Se han firmado los contratos de trabajo con el director recién nombrado y se le han otorgado los poderes necesarios para que la planta reanude su actividad con normalidad. El director ha recibido un mandato de tres años.
La planta manufactura grúas pesadas para diferentes actividades, desde la construcción de edificios hasta operaciones portuarias de carga.
Evidentemente, está por ver si esta iniciativa tendrá éxito y esta planta u otras pueden reanudar su actividad normal o si este modelo de propiedad colectiva se extenderá a otras industrias de la zona. Porque pese a que el diálogo se centra en las dificultades del Gobierno de Kiev para reactivar una economía hundida, Donbass tiene, tras meses de guerra, una posición mucho más complicada.
Puede que Kiev no haya garantizado aún el suministro de gas ruso o que las dificultades económicas hayan hundido la producción industrial, pero es Donbass donde a todos estos problemas se suma el hecho de que la industria ha sido bombardeada.
Con la duda de quién va a aportar el dinero necesario para la reconstrucción, si es que alguien va a hacerlo, el nivel de destrozo en las infraestructuras, las dificultades energéticas, en parte también derivadas de los bombardeos del ejército, complican tremendamente la reactivación económica de esta zona cuya base ha sido, hasta el momento, la producción industrial.
http://slavyangrad.es/2014/10/19/donbass-mas-alla-de-la-guerra/