La Razón//
La política estadounidense es decisiva para la continuación de la agresión militar israelí. El apartheid en Sudáfrica duró mientras se mantuvo el apoyo de Estados Unidos, pasará lo mismo con la ilegal ocupación israelí en territorio palestino.
En un discurso en la Academia Militar de West Point, en mayo pasado, mientras Barack Obama delineaba los aspectos más importantes de su política exterior, expuso la forma en que la Casa Blanca ve al resto del mundo y el marco en que, según él, deben llevarse las relaciones internacionales. Ante jefes militares, cadetes y sus familiares, Obama dijo: “Estados Unidos es la única nación indispensable. Eso ha sido cierto durante el pasado siglo y seguramente lo seguirá siendo el próximo siglo”. Minutos más tarde, después del habitual despliegue retórico añadió: “Creo en el excepcionalismo estadounidense con cada fibra de mi ser”.
Desde ese discurso, varias crisis regionales se han profundizado, miles han perdido la vida y paralelamente se han puesto en tela de juicio los verdaderos alcances del multilateralismo y del Sistema de Naciones Unidas; se evidenciaron los obstáculos que se deben sortear para construir un mundo multipolar.
Estas líneas pretenden una breve revisión sobre la lógica de excepcionalismo e indispensabilidad y su significado en el desarrollo de algunas crisis en regiones del planeta. Sin duda un factor determinante es la participación estadounidense.
UCRANIA. Hace algunos meses, el derrocamiento del presidente democrático de Ucrania, Víktor Yanukovych, desencadenó una tensión entre Rusia y Estados Unidos que hace rememorar la vivida en la Guerra Fría. Hasta la fecha cerca de 1.000 civiles han perdido la vida en ese conflicto que además del golpe de Estado trajo consigo la anexión de Crimea por Rusia, la acción directa de grupos de ultra derecha en Ucrania, la conformación de milicias prorrusas, el execrable derribo de un avión de pasajeros, el bombardeo de ciudades y el surgimiento de una catástrofe humanitaria con decenas de miles de desplazados.
Según relata Ron Paul, excongresista estadounidense, la alta funcionaria de la Secretaría de Estado, Victoria Nuland, declaró sobre Ucrania que el gobierno de los Estados Unidos “ha invertido más de 5 mil millones de dólares… en el desarrollo de las instituciones democráticas y en habilidades en promover a la sociedad civil y una buena forma de gobierno”. Ron Paul nos recuerda que es la misma funcionaria que fue grabada recientemente planificando en detalle el derrocamiento del gobierno legítimo ucraniano. El trabajo para este desastre, recalca Paul, ha sido realizado por la NED (Fundación Nacional para la Democracia, por sus siglas en inglés), Usaid y el ejército de organizaciones no gubernamentales que fueron financiadas por años en ese país.
La escalada de violencia continúa, las sanciones contra Rusia, los bombardeos contra el centro de Donetsk y el apoyo económico y militar estadounidense a Kiev. Las consecuencias de este conflicto aún son impredecibles y se dan en el marco de las aspiraciones expansionistas de la OTAN (Organización de Tratado del Atlántico Norte) tal y como fue descrito en West Point por Obama.
GAZA. El más reciente capítulo de la periódica agresión militar de Israel contra Palestina ha dejado, según la ONU, un saldo entre la población palestina de casi 2.000 personas muertas, el 85% de ellos civiles asesinados, incluyendo a más de 400 niños y más de 200 mujeres; casi 10.000 heridos, entre ellos cerca de 3.000 mujeres y 3.000 niños.
También se reportó la muerte de 11 funcionarios de Naciones Unidas y más de 200.000 desplazados por la violencia. Fueron bombardeadas escuelas de la ONU, que servían de refugio para quienes escapaban de los ataques israelíes, hospitales e incluso cementerios. Las víctimas fatales israelíes ascienden a 60 militares y tres civiles.
Los crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos por el cuarto ejército más poderoso del planeta y miembro de facto de la OTAN no fueron las únicas consecuencias de esta agresión. Hasta el momento, Israel logró inmovilizar al Sistema de las Organizaciones Unidas. El Consejo de Seguridad no aprobó resolución alguna para detener la agresión, la Asamblea General no jugó en la práctica ningún rol, la Corte Penal Internacional no ha iniciado ninguna acción. Solo el Consejo de Derechos Humanos decidió conformar un grupo de expertos que se limita a investigar los hechos. La resolución tuvo un solo voto en contra, el del mismo Estado que por su poder de veto en el Consejo no permite la membresía plena del Estado palestino.
Estados Unidos se ha convertido no solo en el principal aliado de Israel en los organismos multilaterales, sino que esa alianza significa más de 30 mil millones de dólares en cooperación (léase complicidad) militar. Además, la información proporcionada por Edward Snowden, la inteligencia y espionaje que Estados Unidos practica es un “ingrediente clave” para la agresión israelí.
La política estadounidense es decisiva para la continuación de las agresiones militares israelíes, la impunidad de sus crímenes, la construcción del muro, los asentamientos ilegales, el bloqueo contra Gaza, y en síntesis, para la ocupación israelí en territorio palestino. El apartheid en Sudáfrica duró mientras se mantuvo el apoyo de Estados Unidos, pasará lo mismo con la ilegal ocupación israelí en territorio palestino.
RUINA. Oriente Próximo y parte de África se han convertido en otro escenario de gran inestabilidad. En estos días, los medios de comunicación han desplegado las imágenes de las atrocidades cometidas en contra de civiles en un territorio sin fronteras antes controlado por Iraq y Siria.
Desde hace más de dos décadas, los últimos cuatro presidentes de Estados Unidos han desplegado consecutivamente ataques contra Irak. Desde bombardeos hasta el derrocamiento de Sadam Husein. La mentira de las armas de destrucción masiva fue la excusa para la invasión y posterior ocupación militar. El ahora denominado Estado islámico se formó como un grupo aliado de Al Qaeda y de resistencia armada a la ocupación estadounidense de Iraq. Esa ocupación que duró casi una década está marcada por otras atrocidades: la cárcel de Abu Graib, Guantánamo, el asesinato de miles de civiles y la repartija de los recursos naturales de ese país. Ese fue uno de los caldos de cultivo para la aparición del llamado Estado islámico.
Noam Chomsky señala que el martillo de Rumsfeld y Cheney fue “luego recogido por el presidente Obama para destruir Libia. El resultado es que Libia está ahora desgarrada por la guerra entre milicias, mientras que el terror yihadista se ha desatado en gran parte de África, junto con una avalancha de armas que llega también a Siria”. En esta zona del mundo, la lógica de la OTAN es la conocida de “divide y reina”; si no funciona, entonces, como apunta Dan Glazebrook, se aplica la de “divide y arruina”.
La situación en Pakistán y otros lugares puede tener similitudes en cuanto a la formación de un caldo de cultivo que generará nuevos y más extremos escenarios de violencia. Según un estudio de la Oficina de Periodismo de Investigación de Gran Bretaña, citado por RHC, los ataques de drones en ese país han quitado la vida a cerca de 4.000 personas, más de la tercera parte civiles y entre ellos 200 niños, en diez años. En febrero de 2014, el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Pakistán dijo: “Las incursiones de los drones estadounidenses son inaceptables, esa es la única posición lúcida porque matan a personas inocentes y violan la soberanía de Pakistán”.
MULTIPOLARIDAD. Queda claro que la lógica bélica estadounidense tiene como objetivos, entre otros, el control geopolítico a través del debilitamiento o destrucción de algunos Estados, el control de sus recursos naturales, fundamentalmente del petróleo, y la expansión de su industria armamentística.
Los procesos históricos son largos y la última década ha sido testigo del surgimiento de países con la posibilidad de influir mucho en el escenario mundial cuando menos en materia comercial, además de esfuerzos materiales de construcción de espacios de integración regional independientes de Washington, como en el caso de América Latina y el Caribe. El dominio estadounidense y de sus aliados en las instituciones internacionales, su poderío militar, financiero, tecnológico y mediático, demuestran que queda aún mucho para consolidar un mundo “multipolar” y construir un Nuevo Orden Mundial.