Pablo Gonzalez

Crecen las protestas contra el gobierno turco por la tragedia minera.


La congoja por la tragedia, que dejó 282 muertos, derivó en una segunda jornada de manifestaciones contra el primer ministro Recep Tayyip Erdogan, mientras que los familiares de las víctimas comenzaron a enterrar a los fallecidos.

Miles de personas volvieron a salir a las calles en ciudades de todo el país y sindicatos realizaron una huelga general para denunciar la negligencia de las autoridades y de los dueños de la mina privatizada por la explosión subterránea del martes en el complejo de extracción de carbón en la ciudad occidental de Soma.
Complicando aún más a Erdogan y a sus aspiraciones presidenciales, uno de sus asesores fue visto en un vídeo pateando a un manifestante al que la policía tenía retenido en el suelo.

En el cementerio de la ciudad minera, situada en la provincia de Manisa, se vivieron este jueves numerosas escenas de dolor, avivado por la rabia de saber que el desastre podría haberse evitado con mayores medidas de seguridad y mejores condiciones laborales de los trabajadores.

Mientras nuevos cuerpos emergen hora a hora de la boca de la mina y crece la indignación por el peor accidente de la historia minera turca, el poderoso sindicato KESK, de empleados públicos, y la Confederación de Sindicatos Obreros Revolucionarios (DISK) ventilaron su bronca en las calles.

“Llamamos a los trabajadores y a los amigos de los trabajadores a levantarse por nuestros hermanos de Soma”, dijeron los gremios en un comunicado citado por la agencia de noticias Europa Press.

Los rescatistas recuperaron este jueves otros ocho cuerpos, llevando la cifra provisional de muertos a 282, aunque aún quedan 142 personas por encontrar, según cifras difundidas por el gobierno.

En el puerto de Esmirna, en el suroeste del país y cerca de Soma, la policía atacó una manifestación con cañones de agua a presión y gas lacrimógeno, en momentos en que unas 20.000 personas se preparaban para denunciar las condiciones de trabajo en las minas de carbón privatizadas, informó la cadena de televisión CNNTurk.

En Estambul, la policía bloqueó otra manifestación y acordonó una importante arteria de tráfico en el barrio de Besiktas para evitar que la marcha pudiera proseguir.

“Esto no es un accidente, es un asesinato”, corearon los manifestantes, en referencia a la reducción de las medidas de seguridad en la mina de carbón de Soma, responsables, en su opinión, del accidente.

En la capital Ankara, en tanto, desde ayer la policía intenta sofocar una serie de protestas en solidaridad con las víctimas, informó el periódico turco Harriyet.

Este miércoles por la noche miles de personas se reunieron en la céntrica plaza de Kizilay y desde allí intentaron dirigirse al Parlamento, pero el intento fue abortado por las fuerzas antidisturbios.

En la propia Soma, la tensión sigue escalando y la visita, este miércoles, de Erdogan, lejos de calmar los ánimos los exacerbó.

Las redes sociales turcas reprodujeron ampliamente una fotografía que muestra a un familiar de los mineros fallecidos, tumbado en el suelo tras ser reducido por dos miembros del aparato de seguridad de Erdogan, mientras que un asesor del primer ministro le propina patadas.

El asesor, Yusuf Yerkel, confirmó a la prensa que efectivamente se trataba de él en la polémica imagen y prometió explicar el incidente “pronto”.

También causó estupor la aseveración de Erdogan de que un accidente minero de esta magnitud es “algo habitual” e “inevitable”, citando numerosos ejemplos de la Inglaterra del siglo XIX y de China e India a mediados del siglo pasado.

Erdogan, en el poder desde 2003, no ha escondido su deseo de convertirse en presidente. Su Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) ganó por amplio margen las elecciones municipales de marzo pese a un escándalo de corrupción que lo forzó a echar a cuatro ministros y que también lo implicó a él y familiares.

El premier niega la corrupción y dice que hay un plan para derrocar a su gobierno.

En la mina, donde trabajaban 6.500 obreros, solo había un refugio, pese a que su propietario, Alp Gurkan, había asegurado durante una entrevista en abril de 2013 que había varios.

La cámara en cuestión, de cinco metros cuadrados, también demostró ser insuficiente, contradiciendo a Gurkan, que había asegurado que las que había en su mina permitirían que los mineros que se refugiaran en ella, comieran y tuvieran suficiente oxígeno “para 20 días”.

En promedio, mueren 80 obreros al año en accidentes mineros en Turquía, lo que equivale a uno de cada mil empleados, según datos de un reciente estudio universitario difundidos por la agencia de noticias EFE.

Telam

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