Por Lcdo. Eduardo Villanueva//
Alguna gente se pregunta por qué nuestro pueblo no es mayoritariamente independentista.
Las respuestas son lo más variopintas.
Se dice que porque no tenemos confianza en la capacidad de gobernarnos a nosotros mismos, como consecuencia de más de cinco siglos de coloniaje.
Esa enfermedad colectiva que es el coloniaje, esa subcultura que nos enseña que el colonizador es superior a nosotros y sin su presencia orientadora nos falta el aire.
Se enseña como corolario a la presencia indispensable del colonizador en nuestras vidas, que no tenemos recursos naturales, que nuestra tierra es muy pequeña para albergar productivamente a un pueblo que se gobierne a sí mismo.
Existimos en función del otro y vivimos enajenados del propio ser, que solo es porque el otro lo permite.
Esa enajenación esquizofrénica hace que seamos admiradores de los que se atreven a ser independentistas pero a la vez, somos sus más feroces críticos. Igual que creemos que la metrópolis colonial alberga gente superior y nos alegramos de saber que no es así, nos sentimos realizados cuando logramos destruir o debilitar el prestigio de un independentista.
Somos más duros con ellos evaluando su conducta, porque resentimos íntimamente no atrevernos a dar el paso de ser independentistas y asumir las consecuencias de preparar un plan viable para mandar en nuestra propia tierra, como lo hacen ciento noventa y dos países del mundo que ya están adscritos a la ONU.
Los admiramos en secreto pero los depredamos cuando cometen el mínimo error que son capaces de cometer, simplemente porque son tan humanos y finitos como nosotros.
Los niños crecen preparándose para ser independientes de sus padres.
Se entrenan para adquirir un oficio o profesión que les permita ganarse el sustento por si mismo, sin seguir dependiendo del hogar en que fueron engendrados o criados, según sea el caso.
Lo natural es que crezcamos aprendiendo a valernos por nosotros mismos para que el ciclo se repita y otros vivan de nuestro esfuerzo y aportaciones para preservar la especie y la cultura que nos distingue.
Lo que es inherente al ser humano, debería ser natural para los pueblos pero no lo es, sobre todo, si los pueblos tienen la desgracia de formarse en un régimen colonial.
Si los independentistas no logran ser exitosos en sus carreras profesionales, negocios u oficios, los depredadores que mencioné, dirán que cómo van a aspirar a dirigir un pueblo independiente si no son capaces de dirigirse ellos mismos.
Si son exitosos, al contrario, dirán: tanto que hablan y mira cómo viven en un nivel superior a las masas, haciendo dólares americanos.
Por cierto, no conozco que aquí haya doble moneda ni doble ciudadanía para optar por algo distinto al dólar o la ciudadanía americana.
Los colonialistas no son criticados por hacer riqueza, tienen patente de corso para ser burgueses, controlar la producción y acumular bienes.
Los independentistas tienen que ser pobres, franciscanos ascéticos, que se sacrifiquen en el altar de la patria para que los demás vivan bien, aunque a la hora de apoyarlos en sus reclamos de libertad o su enfrentamiento al imperio, los dejen solos.
Claro, no sin antes expresar lo mucho que los admiran por ser patriotas constantes.
Eso es parte del coloniaje que enseña a atacar a los que los defienden y defender a los que los atacan, en una trágica inversión de valores.
Por ello es fundamental educar para la descolonización intima y aprender a ejercer la libertad individual para que llegue la colectiva, apoyando a los que han pagado el precio para enseñarnos a nosotros como pueblo, a valorar el don de mandar en nuestra propia tierra.
http://www.otropuertoricoesposible.org/2014/04/ser-independentista.html