Nicaragua: “Oenegé” de Javier Meléndez Quiñónez facturó C$88 millones anuales

El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

Kiev quiere engañar al sur y este de Ucrania


Svobodnaya pressa ha conseguido tener acceso a documentos secretos entre el “gobierno ucraniano” y los manifestantes.

Algunos representantes de los manifestantes en Lugansk pueden acabar aceptando las condiciones del nuevo gobierno de Ucrania y llamar a la gente a poner fin a la resistencia.

 Según el proyecto de acuerdo, en disposición de Svobodnaya pressa, los manifestantes podrían renunciar a sus exigencias iniciales.


El texto del acuerdo prácticamente repite por completo el proyecto de decreto del autoproclamado Presidente en funciones de Ucrania, Alexánder Turchinov.

 En ese documento no hay nada esperanzador para los habitantes del sur y el este de Ucrania.

 Ni una palabra sobre la federalización del país, ni sobre el estatus del ruso como lengua oficial, ni sobre los derechos de los ciudadanos rusoparlantes, a quienes el nuevo gobierno considera una “minoría étnica”. Lógicamente no hay ni una palabra sobre el referéndum o la autodeterminación de los habitantes del sur y este de Ucrania.

Kiev acepta únicamente la formación de una comisión independiente para investigar la muerte de personas durante Maidán y declara la ampliación de competencias de los órganos locales de gobierno.

 Hay también palabras bastante abstractas sobre el aumento de la transparencia y la eficacia en el gasto presupuestario. Pero a cambio de ello los rebeldes están obligados a entregar las armas y lo más importante, a reconocer de hecho al nuevo gobierno y liberar los edificios gubernamentales.

Es evidente que aceptar tales condiciones no significaría otra cosa que una total capitulación. Un gobierno al que se consideraba ilegítimo, sería reconocido como legal, y todos esos ases en la manga en forma de sedes del gobierno ocupadas, serían entregadas sin combate. 

Todo ello después de que quedaba claro la incapacidad del nuevo gobierno para adoptar la fuerza contra la protesta.

Es cierto que el texto del acuerdo también prevé la amnistía para todos los participantes de la resistencia. Pero conociendo el carácter del nuevo gobierno, creer en algo así sería de gran ingenuidad. Tras las rejas se encuentran ya más de cien personas. 

Después de que la gente renuncia a la lucha voluntariamente, el número de presos puede crecer significativamente. 

La gente que marca el paso en Kiev hace tiempo que ha dado a entender que considera a los habitantes de la regiones del sur y el este, gente de segunda clase, por lo que no van a respetar ningún tipo de acuerdo.

Anteriormente el empresario Borís Filatov, nombrado por Kiev como vicegobernador del oligarca Igor Kolomoiski en la región de Dniepropetrovsk, resumió claramente la política que se debía aplicar hacia los ciudadanos rusoparlantes que Ucrania: “Nada de declaraciones extremistas. 

Hay que hacer a esta escoria todo tipo de promesas y concesiones, darles garantías… Y ahorcarlos… Ahorcarlos luego”, escribió Filatov en su página de Facebook.

Llama la atención que de acuerdo con el proyecto del pacto, habrían de firmarlo el secretario del Consejo de seguridad de Ucrania A.V.Parubiy y el Presidente de agrupación local de Lugansk de la Unión de paracaidistas veteranos, V.A. Bolotov.

 Está claro que Bolotov no es ningún líder de la protesta, sino un simple integrante más, que sólo responde por sí mismo.

 Pero las palabras “paracaidistas veteranos” y el mismo hecho de la firma del acuerdo podría seriamente desmoralizar a los activistas. Sobre todo en estos momentos en que no hay líderes destacados.

Toda Rusia y toda Ucrania miran hoy a los manifestantes en Donetsk y Lugansk. Están dadas todas las posibilidades para poder llevar a cabo un referéndum de autodeterminación e imponer a la Junta de Kiev nuestra voluntad. Difícilmente perdonaría la historia el que se dejase que la protesta se fuese por el desagüe, a cambio de promesas falsas que no significan nada.

El politólogo Pavel Sviatenkov recomienda a los participantes de la resistencia no caer en ese tipo de provocaciones:

Kiev no propone la federalización. La ampliación de competencias, como ellos lo llaman, de los órganos locales de gobierno no significa nada. En un estado centralizado esos derechos se pueden dar y quitar en cualquier momento. Kiev quiere hacer todo tipo de promesas para luego seguir haciendo y deshaciendo a su antojo como ha venido haciendo hasta ahora.

Y la gente debe seguir defendiendo sus derechos. No puede aceptar ese tipo de propuestas. Rusia está pendiente de la actividad de los habitantes del sur y el este. 

Si esa actividad no se manifiesta, difícilmente cabe esperar por nuestra parte una ayuda sustancial. Con sus propuestas de acuerdos, en Kiev estado únicamente intentando ganar tiempo. El tiempo corre a su favor.

El gobierno ucraniano a lo largo de todos los presidentes que ha tenido, tanto de los elegidos legítimamente como los llegados al poder en otras circunstancias, siempre han engañado a los habitantes del sur y el este, afirmó el politólogo Vitali Tretiakov. Su relación con los habitantes de las regiones occidentales sería un tema aparte de debate. 

Pero es un hecho que no han cumplido la mayoría de las promesas que se han hecho en el marco de la lucha electoral. No es este un tema de simpatías o antipatías, sino la realidad de la política ucraniana de los últimos 23 años.

El mismo proyecto de acuerdo con los rebeldes despierta muchas interrogantes. En primer lugar no está claro quién lo va a cumplir. ¿Dónde está la garantía de que el futuro Presidente -que por ahora se desconoce-, fuese a cumplir el acuerdo? En segundo lugar, el actual gobierno ucraniano podría seguir haciendo más promesas.

 Para ellos lo principal es que los electores del sur y el este tomen parte en las futuras elecciones. Lo rácano de las promesas, hace dudar de su sinceridad. 

Kiev prácticamente está pidiendo “lo máximo”, al exigir que la gente se disuelva, se vaya a casa y deje celebrar las elecciones. Como contrapartida propone un mínimo, una difusa ampliación de las competencias de los órganos locales de gobierno. Pero no es eso lo que determina la política, ni de lejos.

 Hacer concesiones políticas no es dejar que la gente decida cómo decorar un jardín público o en qué idioma colgar un letrero que ponga “no soltar a los perros”. Eso no refleja en absoluto las exigencias de los manifestantes.

Y por último. La firma de ese tipo de acuerdos es solo posible bajo la garantía de políticos serios de occidente. No de aquellos que el 21 de febrero firmaron el acuerdo con Yanukóvich, para luego dar la posibilidad de que le arrebatasen el poder. Debería ser un político al nivel de Merkel. 

El acuerdo debería ir firmado también por un político de ese nivel en Rusia. Resumiendo, esas garantías las deberían dar Putin y Merkel. Otra variante estaría a priori abocada al fracaso. Hay un 120% de posibilidades de que a pesar de lo mesurado de las exigencias, el gobierno de Kiev les daría la vuelta por completo.

Es necesario tener en cuenta la experiencia de la construcción regional en Europa y Rusia, considera el miembro del Comité de la Duma para temas de la CEI, la integración euroasiática y las relaciones con nuestros compatriotas, Vasili Lijachov. Yo recuerdo como se llegó a un acuerdo en mi Tartaristán natal. 

Es imprescindible definir claramente la limitación de competencias de los órganos de poder, los problemas de la política nacional y de la política social y cultural. 

Los documentos deben ser redactados en el marco constitucional, no puede haber colisiones legales. En Rusia se han llegado a 80 acuerdos de ese tipo, entre los sujetos de la Federación y el gobierno central.

Lo que propone Kiev, puede ser sólo una maniobra política. Kiev promete mucho por boca de su gobierno, que no deja de ser ilegítimo. Y no podemos olvidar que en ese gobierno trabajan varios representantes de ideología neonazi.

Los manifestantes deben exigir una reforma constitucional, la federalización, el aumento del estatus económico de las regiones del sur, este y centro de Ucrania, la igualdad de derechos de la lengua rusa y ucraniana cómo idiomas oficiales.

En principio, un acuerdo así se podría alcanzar como elementos de la regulación de la vida dentro de los órganos del Estado. Pero ahora mismo ese acuerdo es más una táctica del nuevo gobierno.

 Más aún cuando la experiencia anterior nos dice que Kiev no cumple sus promesas. 

Y eso no sólo compete a las relaciones con otras regiones, sino a las relaciones con otros Estados. La experiencia de las relaciones ruso-ucranianas da buena fe de ello.

Andrei Ivanov
Svobodnaya pressa
Traducido del ruso por Josafat S. Comín


Related Posts

Subscribe Our Newsletter