Uruguay aumentó un 350% el uso de agrotóxicos, considerando las 3500 toneladas de principios activos importadas en 1997 con relación a lo utilizado en 1983. Se gastan hoy 37,5 millones de dólares en estos productos.
Por cada dólar gastado en agrotóxicos se produce hoy la mitad de producto agropecuario que en 1983.
Los efectos negativos de los plaguicidas han sido extensamente denunciados internacionalmente. En nuestro país desde 1992 se publicaron trabajos que alertaban sobre los problemas del uso de plaguicidas. Se detectó presencia de agrotóxicos clorados en bebes recién nacidos y en leche materna de mujeres que no trabajaban en la agricultura, suponiéndose que se contaminaron por los alimentos (Salterain, P. 1992).
En nuestro país las intoxicaciones por agrotóxicos ocupan el segundo lugar en la estadística general del CIAT (Centro de Investigación y Asistencia Toxicológica), siendo la principal causa de muerte de los casos informados. (Kausas, S. y Banchero, L. 1993).
Además de los efectos agudos de los plaguicidas sobre la salud, se han señalado efectos negativos de tipo crónico, que son, cáncer, efectos sobre el sistema inmunitario y endocrino, lesiones cerebrales, lesiones al sistema nervioso, hígado, defectos de nacimiento, esterilidad, abortos espontáneos y muerte del feto (Moses, M. 1992).
Los agricultores experimentan un riesgo elevado para muchos cánceres que desarrollan los pacientes inmunodeficientes
Se cree que sólo 8 plaguicidas tienen probabilidad de ser carcinógenos directos, sin embargo los plaguicidas podrían influir en una variedad de cánceres por medio de un mecanismo inmunitario (permitters - posibilitadores de la inmunosupresión). (Repetto, R y Baliga, S. 1996)
Con excepción de los controles que se realizan en algunos alimentos para exportación, no se dispone hoy de un monitoreo y otros estudios que permitan conocer el estado sanitario de nuestra población en relación a su exposición a plaguicidas. Se sabe además que en Uruguay se venden muchos agrotóxicos que están prohibidos o severamente restringidos en otros países.
La situación por la cual es necesario aplicar cada vez mayor dosis o más productos para controlar un número creciente de plagas se conoce como el círculo vicioso de los plaguicidas.
Los mecanismos involucrados en el caso de los insectos son la generación de resistencia (es necesario utilizar cada vez más dosis de producto para provocar la misma mortalidad), la resurgencia de plagas primarias (cuando la población de la plaga aumenta a niveles mayores luego de una aplicación de plaguicidas) y el surgimiento de plagas secundarias.
El número de especies resistentes a plaguicidas viene aumentando en forma muy importante mientras que la tasa de crecimiento de nuevos insecticidas introducidos es menor.
Uruguay con las peores estadísticas de cáncer en el mundo
Uruguay tiene las peores estadísticas de cáncer en el mundo. El estudio Global Cancer Report 2014 (Reporte Mundial de Cáncer), publicado ayer por la Organización Mundial de la Salud (OMS), establece cinco categorías y ubica a Uruguay en el nivel más comprometido en el avance de la enfermedad.
Si lo que se compara es prevalencia (nuevos casos), Uruguay está en la situación más grave junto con América del Norte, Europa central y Australia.
Si se mira la mortalidad por cáncer, los países del primer mundo no están tan mal pero sí empeora Asia, que tiene la mayor cantidad de muertos por cáncer en relación a los casos que diagnostica. Uruguay es uno de los pocos países del globo que tanto en prevalencia como en mortalidad padece las peores estadísticas.
Los datos revelan que cada año se diagnostican más de 242 enfermos de cáncer por cada 100 mil uruguayos y que mueren por esa enfermedad 116 personas por cada 100 mil. Argentina, Brasil y Chile tienen entre 242 y 172 nuevos casos anuales y entre 99 y 116 muertos cada 100 mil habitantes.
El rostro inocente de Agustina está presente, junto al de su hermana, en un cuadro en la oficina en la que trabaja como corredor de seguros Alejandro Colucci. Era una niña sana, alegre, tomaba clases de ballet. Cuando tenía 6 años le notaron un defecto al caminar. Fue de un día para el otro.
El diagnóstico fue rápido: tenía meduloblastoma y metástasis de médula. Tras la quimioterapia perdió la motricidad y dejó de hablar, pero luego se recuperó.
Quiso ir a clases particulares para no separarse de sus amigos de generación. Su padre, como fruto de una promesa, dejó de fumar.
La historia de Agustina y su cáncer termina mal, como la de muchas otras víctimas de esta enfermedad. Un año y medio después del diagnóstico inicial recayó.
Ya no había lugar para quimioterapia, cirugía o consultas en el exterior. Fue el final de la lucha. La pequeña falleció pocos meses después.
Antes de morir le dijo a su padre: “¿Papá, por qué me pasa esto a mí si yo soy buena?”.
Colucci lo cuenta sentado en esa oficina ubicada en 18 de Julio, la calle principal de Minas, con una caja de cigarrillos al lado y con la expresión indescriptible de un hombre que vio morir a su hija. “Fue dantesco”, logra decir.
Así como Agustina, muchas personas en Minas se preguntan: ¿por qué a nosotros?
¿Por qué cada vez vemos enfermar y morir a más familiares y amigos jóvenes y saludables?
¿Por qué hay tantos hipotiroideos, celíacos y diabéticos en nuestra población?
¿Por qué nuestros niños sufren de laringitis constantes, asma y vegetaciones? ¿Por qué?
El pueblo minuano habla de un auge de los casos de cáncer que se inició hace dos o tres años, sobre todo en niños y jóvenes. En el supermercado, en reuniones y en la calle es el tema común. A una cuadra de la oficina de Colucci, en pleno centro de Minas, hay uno o dos enfermos o fallecidos por cáncer en cada casa. Los vecinos hablan de la “cuadra fatídica”.
Si bien reconocen que puede deberse a que son pocos y se conocen, e incluso hay quienes admiten cierta psicosis, todos allí sienten que su pueblo padece más cáncer de lo normal y que viene en aumento. Algunos sospechan que la epidemia puede deberse a la actividad de dos fábricas de cemento ubicadas a la entrada de la localidad: Cementos Artigas (empresa privada) y otra de la estatal ANCAP.
Por su actividad las cementeras incineran residuos a temperaturas altas y dejan en los barrios cercanos huellas en forma de ceniza. En otras zonas los minuanos llegan a apreciar un colchón de humo que los visitantes pueden confundir como una nube más.
Se quejan de que Minas es un pozo rodeado de cerros y que el aire no circula.
Está comprobado que las fábricas de cemento afectan la calidad del aire por la generación de humo y la dispersión de polvo. A su vez, la Organización Mundial de la Salud aceptó que la exposición a partículas del polvo de hornos cementeros aumenta la mortalidad por enfermedades cardiovasculares y cáncer de pulmón (ver nota en página 3).
Verónica Acosta, una minuana de 30 años que hoy se halla recuperada de un linfoma de Hodkin, mandó una carta a la Dirección Nacional de Medio Ambiente (Dinama), pidiendo información sobre lo que liberan al aire las cementeras en Minas.
En esa oficina le abrieron las puertas y le permitieron hacer vista de una montaña de expedientes con números inentendibles para quienes no saben del tema. No le dejaron fotocopiar ni consultar con expertos. Ella se dio media vuelta y se fue.
El Observador intentó comunicarse con la Dinama, pero allí no respondió nadie. Tampoco contestaron en la gerencia de ANCAP. El gerente de Cementos Artigas, Nelson Marinello, respondió por correo electrónico ofreciendo una visita para exponer los valores de todas las variables que generan impacto ambiental así como la tecnología aplicada.
Las cifras oficiales
La sensación que tienen en Minas de que viven un incremento del número de casos de cáncer desde 2011, no se puede corroborar con las cifras de la Comisión Honoraria de Lucha contra el Cáncer porque estas están desfasadas tres o cuatro años. Carina Musetti, de la comisión, explicó a El Observador que esto se debe a una compleja metodología de recolección y procesamiento de los datos que persigue mayor fidelidad.
Con todo, las cifras disponibles –que van hasta 2010– revelan que las tasas de cáncer en Minas son apenas más altas que la media. Los especialistas lo expresan en un cociente llamado SIR. Mientras el resto del país presenta un valor SIR de 1, Minas alcanza 1,19.
Esto no es “estadísticamente significativo”, advierte la comisión en un informe específico sobre esta ciudad que hicieron a pedido de los minuanos y al que accedió El Observador.
Si se distingue por tipo de cáncer y sexo resulta que los hombres de allí tienen más tumores de intestino delgado (2,57), linfoma de Hodkin (2,38), laringe (1,97), colorrectal (1,54), páncreas (1,87) y melanoma (1,55). Las mujeres presentan una tasa alta de cáncer de cuello de útero (2,63), intestino delgado (2,45), hígado (2,25), laringe (2,39), linfoma de Hodkin (1,82) y vagina (1,87). En otros tipos de cáncer el cociente es menor a la media nacional.
El informe, elaborado por el profesor Enrique Barrios, coordinador del Registro Nacional de Cáncer, concluye que las cifras son de una “inestabilidad estadística muy importante” por tratarse de poca población.
Justamente por eso, y advirtiendo sobre todo la alta tasa de cáncer de cuello de útero en las minuanas, Barrios realizó una recomendación al Ministerio de Salud Pública (MSP): “Estudios epidemiológicos de naturaleza analítica y en el terreno serían necesarios para avanzar más allá de estos datos indicativos”, dice el documento.
La sugerencia fue en noviembre de 2012. En el MSP dijeron a El Observador que el estudio no ha podido realizarse porque la división Epidemiología, a la que corresponde la investigación, está abocada a una encuesta sobre factores de riesgo, que demanda mucho personal.
Cincuenta pacientes por día
Isabel Alonso es la única oncóloga que atiende en Camdel, la mutualista de Minas. Como no vive allí, primero empezó yendo una vez cada 15 días, luego una vez por semana y actualmente va martes y sábado porque, según dijo a El Observador, “no da abasto”. Por cada consulta ve hasta 50 pacientes.
La percepción de Alonso coincide con la sensación general. “En los últimos dos o tres años he visto mucha más gente joven enferma, de entre 20 y 40 años”, afirmó.
De todas formas es cauta porque confía en los registros oficiales y estos, por ahora, no reflejan una diferencia sustancial con el resto del territorio. “El registro todavía no lo ha mostrado y los datos son muy fidedignos. Por tanto, uno tiene que balancear su sensación con el registro.
Capaz que en dos años nos sentamos a hablar y vemos que la percepción coincidía con la realidad. Hay que esperar”, consideró.
El oncólogo pediátrico Ney Castillo, que recibe niños de todo el país en la Fundación Pérez Scremini, reconoció a El Observador que en 2013 vio más casos de Minas, pero advirtió que un año no es suficiente para sacar conclusiones.
La otra oncóloga de Minas, Shirley Marocci, atiende en el hospital de ASSE. Para ella también es notorio que desde “hace tres o cuatro años ha aumentado el cáncer” en la ciudad. Dijo a El Observador que siente que cada vez se diagnostican más casos y a personas más jóvenes. Le preocupa y reconoce la “alarma” que hay en los minuanos. Sin embargo, advierte que la enfermedad viene avanzando en todo el mundo.
Para Marocci es claro que “alguna influencia de las fábricas de cemento tiene que haber”. Repite: “lo ambiental influye”, así como la dieta, el ejercicio y la genética. También advierte que el factor ambiental afecta más a los niños porque su mutación celular es más veloz.
En ese sentido, se unió a la voz de un grupo de minuanos que desde hace un tiempo realiza pedidos de información a organismos involucrados (MSP, Dinama, Intendencia de Lavalleja, entre otros), para saber si hay algo distinto en la zona que favorezca el desarrollo de cáncer y otras enfermedades. “Queremos saber qué respiramos”, resumió Valeria Uriarte, una de las más activas en ese grupo.
“No podemos tener miedo de investigar a las cementeras. Es por nuestros niños”, agregó la oncóloga Marocci.
En abril de 2013, 150 personas subieron el cerro Verdún para pedirle a la virgen por decenas de personas enfermas o fallecidas por cáncer. Había sido un verano “terrible”, cuentan en Minas. Habían diagnosticado a varios jóvenes y uno –el hijo del ministro de Economía, Mario Bergara– había fallecido con 17 años de cáncer de columna.
En las fotos de aquella instancia se llegan a ver las chimeneas activas de las cementeras y, al pie del cerro, las hondas canteras que son reflejo de una producción creciente.
Ahora, que hay varios recuperados y varios en tratamiento, quieren organizar otra subida. Será para agradecer, y para seguir pidiendo.
Valeria Uriarte
BUSCADORA DE RESPUESTAS
Uriarte es veterinaria, tiene 38 años y una hija de 10. Su padre tuvo cáncer y ella debió enterrar a amigos jóvenes. Hace tres años investiga posibles causas de lo que considera un boom.
Verónica Acosta
LA PELUCA MARGARITA
Deportista de siempre, pensó que tenía una contractura cuando a los 27 años detectó un huevo en su cuello. Tenía cáncer. Con humor negro le puso nombre a la peluca que llevó: Margarita.
Verónica Suárez
CÁNCER EN FAMILIA
Vive en la “cuadra fatídica” en la que en todas las casas hay casos de cáncer. A su padre le diagnosticaron tumor cerebral y a ella de mama. Su padre falleció; ella está recuperada.
Alejandro Colucci
UN AGUJERO NEGRO
A Colucci se le murió su hija en 2009 y desde entonces siente un agujero negro en el cuerpo. Tres años después le descubrieron cáncer de riñón a su exesposa, que lo tiene controlado.
Shirley Marocci
ONCÓLOGA FULL TIME
En Minas cuentan que se preocupa por sus pacientes, los llama y sabe de sus vidas. Ella dice que se “desgasta” recomendando comer sano y hacer ejercicio para disminuir los factores de riesgo.
AUMENTO DE CÁNCER EN LAVALLEJA
En búsqueda de la verdad
Hace unos días, la prensa publicó la preocupación de vecinos de Minas, por el aumento de cáncer en la población de esa ciudad, al que atribuían a las cementeras.
El Tiempo No Para, de CX30, entrevistó al director de Ancap, Juan Gómez, a la intendenta de Lavalleja, Adriana Peña y a la oncóloga minuana Shirley Marocci. La empresa prefirió no hacer declaraciones.
Entrevistas: Alejandra Casablanca
Redacción periodística: Isabel P. Fernández
Hay noticias que generan alarma y ésta, sin dudas, fue una de ellas: en el departamento de Lavalleja está creciendo el número de pacientes con cáncer. Organizaciones de la sociedad civil atribuyen este aumento a las dos cementeras de la zona, una es privada y la otra de Ancap.
Alejandra Casablanca, desde el programa El Tiempo No Para, entrevistó, en primer lugar, al director de Ancap, Juan Gómez:
¿Cómo llevaban adelante esos controles en torno a las cementeras de Ancap en Minas?
Estamos trabajando intensamente en inversiones importantes a los efectos de cambiar la tecnología relacionada con estas plantas.
Ésta de Minas tiene alrededor de 50 años; desde hace unos 7 años hemos decidido realizar inversiones fuertes para mejorar todos los aspectos relacionados con la tecnología y el medio ambiente y con las condiciones de trabajo.
Por lo tanto, en abril vamos a tener una planta totalmente nueva para poder resolver estos aspectos que desde el punto de vista medioambiental puedan ser una problemática. Respecto a los trascendidos de prensa, en el caso de Ancap obviamente el personal tiene todos los controles de manera rigurosa, con la atención médica que corresponde.
No tenemos registro alguno de que tengan vinculación con el trabajo específico de la planta.
Adriana Peña, intendenta de Lavalleja, hizo hincapié en el trabajo realizado por la organización no gubernamental (ong) Arequita, la que dijo integrara desde hace 20 años:
¿Cómo se están dando los controles ambientales y cuánto de todo esto que se presenta, a veces con enormes titulares, tiene que ver con la realidad o con la alarma pública?
Pertenezco al grupo ecológico Arequita y hace 20 años que estamos luchando para que la planta de Ancap dejara de emitir al aire 12 toneladas de polvo por día por caño en producción y así poder tener mejor calidad de aire dentro de la zona.
Del 2000 al 2005 comenzamos a trabajar en base a un tema puntual de intoxicación en la ciudad de Minas, incluyendo la contaminación aérea.
Eso no fue monitoreado como corresponde. Cuando me tocó ser diputada llamamos a Alicia Torres [entonces directora de la Dirección Nacional de Medio Ambiente], y la respuesta fue que desde allí el control no había servido prácticamente para nada porque no sabían medir ni habían capacidad de mediciones.
O sea todo se hacía casi de broma.
¿Usted está hablando de que los controles eran inexistentes hace diez años atrás?
Exactamente. El tema que desencadenó la mayor preocupación fue que Ancap decide comenzar a quemar carbón de petróleo [llamado carbón de coque], que es nocivo y más aún en las condiciones que se estaba dando la quema, expulsando todo con un filtro que Ancap lo puso obligado a uno de los caños solamente.
Nos preocupamos y nos movilizamos para que se comenzaran a hacer las reformas tecnológicas que realmente eran necesarias.
Estamos en eso, seguimos con la misma tecnología funcionando. Hace pocos meses estuvimos con el que era el presidente del ente, Raúl Sendic, porque habían vuelto a prender los dos caños sin ningún tipo de control, o sea que volvíamos a tener 24 toneladas de polvo al aire con la sumatoria de que se quemaban algunas cosas que no se estaban controlando.
Tenemos dos plantas, una frente a la otra. La privada tiene un monitoreo constante, minuto a minuto, de lo que se emite al aire y también un sistema de filtro de mucha evolución.
Prefirieron no hacer declaraciones.
Claro… Bien, le decía que tiene un sistema de filtro porque lo conozco desde hace muchos años.
Una de las cosas que le planteamos desde el vamos a Ancap, era que no podíamos seguir presionando a la planta privada, cuando enfrente tenemos una con todos los caños abiertos al exterior y sin ningún tipo de control. Creo que vamos a evolucionar cuando funcione la nueva planta de Ancap.
Al fin Ancap hizo una inversión tecnológica y no sólo de producción; tenía una obligación para con la ciudadanía. Ha sido algo reclamado y requerido desde hace muchos años.
Tenemos que tener paciencia porque es un lugar que da mano de obra a mucha gente en nuestra localidad. También se debe reforzar fuertemente a la Dinama y hacer realice los controles como corresponde.
Por último, Casablanca se comunicó con la doctora Shirley Marocci, oncóloga del hospital de Minas:
Hay preocupación por el aumento de cáncer en la zona, ¿usted también nota mayor incidencia en esa patología?
Lo que observamos es un aumento importante de la incidencia de cáncer en la población más joven.
En la parte de oncología estamos en continua información y le puedo asegurar que el incremento es a nivel mundial, que quede claro. Por otro lado, Uruguay es de los países con más alta incidencia en cáncer y una alta mortalidad.
Una de las razones es que tenemos una población añosa y también la importancia en nuestra forma de vida, a lo que se agrega un 10 por ciento del factor genético.
¿Lograron identificar en este aumento si hay un porcentaje que tiene que ver con la industria del cemento?
No hay ningún trabajo científico que compruebe a nivel de Minas que tengamos influencia de estas fábricas. Sí sabemos que la contaminación ambiental es un factor de riesgo tanto para el cáncer como para otras patologías, como las respiratorias, alergias, etc.
Es importante saber que habría que hacer un trabajo científico en conjunto como para poder hablar y decir las cosas con más propiedad.
Lo pregunto porque usted es la que está todo el día ahí, atendiendo, y a veces hay que bajar las informaciones a tierra para evitar lo que se llama alarma pública. Entonces, ¿no existen estudios que comprueben que el aumento del cáncer es por las cementeras?
Lo único que verifico es que no está comprobado que en nuestra ciudad el aumento de la población con cáncer esté relacionado directamente con las cementeras.
Lo que sí hay es un aumento en la cantidad de cifras sobre todo en jóvenes y se está solicitando un estudio para ver por qué se da.
Se debe actuar más que hablar, para poder lograr tener una información certera de esa influencia. Sabemos que el cáncer, como otras patologías, tiene múltiples factores etiológicos.
Son muchas las cosas que están influyendo en nuestra población y sobre todo en nuestra juventud. Esto no es para que la gente se alarme sino para que tome conciencia de que tenemos que actuar y sobre todo estudiar más la población que está muy cercana a la fábrica y a los empleados.
¿Ha habido un aumento de población en esa zona?
Lo que pasa es que esas fábricas están dentro de la ciudad y la población está ahí. Nuestra ciudad geográficamente está rodeada por cerros y es muy cerrada. Entonces es de sentido común que esa contaminación nos está contaminando, valga la redundancia. A eso se le suma que el carbón de coque es cancerígeno.
¿Han solicitado algún tipo de estudios a las facultades de Ciencias o de Química?
Hay un grupo de ciudadanos interesados que ha hecho estudios y solicitudes para que se realicen. Actualmente no se han hecho.
Ellos vienen a solicitar información y apoyo y nosotros nos tenemos que comprometer con eso.
¿Usted planteó esta inquietud ante las autoridades de Salud Pública?
Yo directamente no lo he planteado. Tenemos una comisión honoraria que vigila la parte epidemiológica de cáncer, que toma datos de nuestras policlínicas y centros de salud.
Por lo que estoy enterada, la última publicación fue en el 2010-2011. Trataré de ponerme al tanto para ver en qué va.
A modo de ejemplo, ¿esto es como estar expuesto al humo de tabaco?
Pensándolo en forma lógica, sí. Fíjese que el humo de tabaco en un ambiente también tiene influencia para el desarrollo de determinadas patologías.
Con esto estamos frente a mayor cantidad de contaminación que el tabaco. Tiene que haber leyes que regulen estas cosas.
Tiene que estar reglamentado. Recordemos que la contaminación es aérea pero también es en la tierra.
¿Por qué no se ha planteado a nivel de ASSE o Salud Pública?
Sí, lo que pasa que todo lleva tiempo. Este grupo en Minas hace por lo menos dos años.
Usted me habla de la sociedad civil y yo del cuerpo médico de la zona.
Lo que pasa que nosotros, la parte médica… Mire, yo que veo pacientes en Oncología, le puedo decir que la incidencia no es sólo de Lavalleja, lo que pasa es que acá nos conocemos, pero se está dando a nivel mundial.
Ya le digo, la inquietud surge porque este grupo que está trabajando no ha logrado lo que ha querido, entonces nos estamos adhiriendo los profesionales.
No es que no haya interés, lo que pasa es que todo lleva más tiempo lograrlo.
MSP y ANCAP desestiman que cementera de Minas provoque cáncer
La ministra Susana Muñiz dijo que habló con autoridades de ANCAP para analizar la situación de la cementera. Igual, ambas partes niegan que haya incidencia directa.
Los habitantes de Minas (Lavalleja) denuncian un aumento en los casos de cáncer, sobre todo en niños y adolescentes. El sentimiento en la población es que esa cifra es más elevada de lo normal y va en aumento.
Los vecinos sospechan que ese fenómeno puede deberse a la presencia de dos fábricas de cemento portland en la zona, una privada y la otra estatal, de ANCAP.
Esas industrias incineran residuos a altas temperaturas, lo que genera una nube de humo que deja un rastro de cenizas en las viviendas cercanas, aseguran los residentes cercanos a las fábricas.
Se quejan de que el aire no circula en la ciudad por su geografía; rodeada por cerros.
La ministra de Salud Pública, Susana Muñiz, fue consultada al respecto este martes y si bien desestimó una incidencia directa, dijo que ya acordó con las autoridades de ANCAP para realizar un análisis del sistema de producción.
“La cantidad de casos de cáncer en Minas es igual a la media de todo el país. Minas no se despega con respecto a otros lugares”, aseguró la ministra.
Por su parte el director de ANCAP, Juan Gómez, señaló que la industria cementera estatal no había recibido inversiones en décadas, hasta el año 2008, y agregó que se han disminuido los niveles de concentración de polvo.
Según el Registro Nacional de Cáncer que cuenta con datos hasta el año 2010 en los que revela que en Minas los casos de cáncer son levemente más altas elevados que la media nacional y sugiere al Ministerio de Salud Pública que investigue el terreno.
Tres obreros de las plantas cementeras de Ancap están expuestos a una concentración de polvo que es siete veces superior al límite que indica la normativa que a su vez sigue los estándares internacionales.
La conclusión que se desprende de un estudio de la Facultad de Química califica la situación como alarmante y asegura que se da en las plantas de Minas y Paysandú y en el centro de distribución de Montevideo, informó El Observador.
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Treinta y Tres
Marcos Rivero
La fábrica fue inaugurada el 9 de octubre, con la presencia del mandatario José Mujica y el entonces presidente de Ancap, Raúl Sendic.
La resolución de la Dinama, del 25 de noviembre, explica que se constataron incumplimientos a las condiciones previstas en las autorizaciones ambientales otorgadas, entre las que menciona la instalación de una trituradora que no estaba prevista en el Estudio de Impacto Ambiental y la acumulación de cal dentro del predio a raíz de la operativa de la planta.
La empresa había tenido dificultades para cumplir con los estándares de calidad que exigía el único cliente que tiene para la cal que produce: la empresa brasileña que gestiona la planta de Candiota en Brasil, donde la cal se emplea para mitigar la acidez de las emisiones gaseosas, causantes de la lluvia ácida.
Ese producto depositado en el predio sería el que "devolvió" la empresa norteña, que se dispuso transitoriamente en ese lugar.
El informe de la División Control y Desempeño de Dinama marcó que se constató "una gestión inadecuada del mismo (de la cal) así como de los pluviales para las pilas de acopio con arrastre de sólidos, emisiones de abundante polvo y alteración del paisaje en forma negativa, afectando o poniendo en riesgo el ambiente".
En la resolución se considera además que "las infracciones constatadas constituyen riesgos ambientales significativos, en particular para la calidad del suelo, aire, aguas subterráneas y superficiales".
Además de la suspensión se exigió a la empresa el retiro del predio de todo acopio con arrastre cuyos pluviales no sean derivados a las unidades de sedimentación, debiendo demostrar además la suficiencia de las mismas para la remoción de sólidos y ajuste de pH en caso de ser necesario.
También se advirtió a Cementos del Plata sobre la posible aplicación de una multa de mil Unidades Reajustables (UR), por el incumplimiento de la autorización ambiental y se la intimó a la presentación dentro del plazo de un mes de un estudio sobre el impacto que tuvo el depósito de cal al aire libre y las medidas de mitigación a mediano y largo plazo.
La resolución a la que accedió El País fue remitida a la Junta Departamental de Treinta y Tres tras un pedido de informe del edil Fernando Techera (Asamblea Uruguay), luego que el posible caso de contaminación tomara estado público a través de un video en YouTube, publicado por el dirigente local del Partido Independiente Alejandro de León.
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