Pablo Gonzalez

LOS ORÍGENES DE AL QAEDA AL DESCUBIERTO


El jefe de la diplomacia de EEUU John Kerry debe de habernos tomado por tontos.

 A comienzos de esta semana, hablando en Arabia Saudí, advirtió que Al Qaeda en Siria e Irak son “los actores más peligrosos de la región”.

El secretario de estado de EEUU prometió el apoyo de Washington al gobierno iraquí en su lucha por recuperar el control de las ciudades de la provincia occidental, ahora en poder de militantes del Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS, por sus siglas en inglés).

Mira quién habla. El gobierno de Siria está luchando para erradicar a estos mismos militantes de Al Qaeda. 

Pero Washington no le ofrece ayuda. 

En realidad, la prioridad del gobierno Obama allí es echar al presidente Bachar Al Asad.

¿Cómo encaja Kerry esta contradicción? En Irak, Al Qaeda es una amenaza que debe ser derrotada, mientras que en Siria, la misma organización no es aparentemente una amenaza, pero sí lo es el gobierno.

Lo que es todavía más curioso es que Kerry esté realizando sus advertencias sobre Al Qaeda en la región, rodeado de miembros de la dinastía Saud, que todo el mundo sabe que son los mecenas, reclutadores y suministradores de armas de Al Qaeda.

Hace solo unos meses, la prensa desveló unos cables diplomáticos estadounidenses, de 2009, en los que el embajador de EEUU en Irak declaraba explícitamente que Arabia Saudí estaba financiando y armando a los extremistas de Al Qaeda en Irak.

El embajador estadounidense Christopher Hill dijo entonces que los servicios de inteligencia habían demostrado que Arabia Saudí estaba “incitando la violencia sectaria” en el país.

Hill añadió: “Fuentes de inteligencia han informado que Arabia Saudí está esforzándose para desestabilizar el gobierno [iraquí] del primer ministro Nuri Al Maliki”.

Desde entonces, Al Qaeda de Irak se ha renombrado como ISIS, también conocida como Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL, por sus siglas en inglés). Tiene fuertes relaciones con otros grupos extremistas, como Yabat Al Nusra, Ahrar Al Shams, Liwa Al Islam y el Frente Islámico.

Este galimatías de denominaciones no altera el hecho de que todos estos grupos comparten la misma ideología extremista wahabí saudí, que operan bajo la bandera de Al Qaeda, que han llevado a cabo las atrocidades más viles contra civiles —incluidos suníes, chiíes y cristianos— y que todos ellos están patrocinados por Arabia Saudí.

Oficialmente, la dinastía Saud mantiene la ridícula ficción de que solo apoya a los “moderados” que pertenecen al llamado Ejército Sirio Libre. 

Pero lo cierto es que el reino petrolífero es el banquero de los grupos vinculados con Al Qaeda, tal y como atestiguó el exembajador estadounidense.

Ni siquiera los medios de comunicación occidentales pueden ocultar este hecho. En octubre de 2013, el New York Times informó que miembros de la administración Obama habían admitido que las armas suministradas a Arabia Saudí, supuestamente con destino al Ejército Sirio Libre, estaban terminando en manos de los militantes extremistas sirios.

Esta semana, fuentes iraquíes confirmaron que armas saudíes proporcionadas a grupos como ISIS en Siria estaban siendo utilizadas, ahora, en el resurgimiento de ese grupo en la provincia occidental iraquí de Anbar.

Ahí lo tienen. Armas suministradas secretamente por EEUU a Arabia Saudí están siendo utilizadas por Al Qaeda para promover el caos sectario en Irak y en Siria, desestabilizando a ambos países.

A pesar de esto, John Kerry, sentado al lado de los patrocinadores saudíes del terrorismo, tiene la audacia de advertir públicamente que Al Qaeda se ha convertido en “el actor más peligroso” de la región.

En su visita a Arabia Saudí, Kerry dijo que “esta es una lucha de los iraquíes”. Bueno, en realidad, no. Esta es una lucha que tiene lugar en Irak contra los terroristas patrocinados por Arabia Saudí y Estados Unidos.

Todavía más absurdo es la oferta realizada por el diplomático estadounidense de proporcionar ayuda militar al gobierno iraquí, que está luchando contra militantes que han sido armados por EEUU y su cliente saudí.

“No contemplamos la opción de intervenir sobre el terreno [en Irak]. Esta es su lucha, pero vamos a ayudarles”.

Washington ya ha suministrado al gobierno iraquí misiles Hellfire y ha prometido, también, enviar aviones no tripulados al país, supuestamente para combatir a Al Qaeda.

Cuando hablaba de intervenir sobre el terreno, Kerry se refería a las tropas estadounidenses, no a Al Qaeda, a la que EEUU y Arabia Saudí ya han ayudado a movilizarse, primero en Siria y ahora en Irak.

Estamos, pues, ante un escenario aparentemente extraño, en el que EEUU está armando a los dos bandos en Irak: al gobierno y a Al Qaeda.

Sin embargo, esto no debería ser visto como una contradicción, sino más bien como una cínica bendición para la industria armamentística estadounidense. En primer lugar, crea un problema terrorista y, luego, suministra armas para enfrentar ese problema. Eso hace que sea, en todo caso, una situación beneficiosa para la industria norteamericana.

Nada de esto debería sorprendernos. Estados Unidos ha estado trabajando en secreto con los servicios de inteligencia militar de Arabia Saudí y Gran Bretaña durante más de tres décadas para fomentar y ayudar a los extremistas de Al Qaeda, comenzando en Afganistán durante la ocupación soviética a partir de finales de los 70 hasta 1990.

Desde entonces, Al Qaeda ha servido como una camaleónica cobertura ideológica para el saqueo imperialista en Oriente Medio y otras partes. Ha experimentado muchas reinvenciones con volátiles cambios de nombre.

 Pero la cuestión de fondo es que se trata de una creación de EEUU y Arabia Saudí, que a veces es un enemigo de conveniencia y otras, un despiadado aliado que lucha por un cambio de régimen.

El viejo ardid occidental del “enemigo” puede haber funcionado unos años atrás. 

Pero ahora las contradicciones están emergiendo simultáneamente y en países vecinos, de tal forma que la estratagema ha quedado al descubierto como una descarada mentira.

Kerry y sus compinches terroristas saudíes pueden querer engañarse a sí mismos, pero no están engañando a nadie más.

Finian Cunningham es columnista de política internacional para Press TV y la Strategic Culture Foundation. Durante más de 20 años ha trabajado para The Mirror, Irish Times y The Independent. 

Ahora es periodista independiente.

Traducción: Javier Villate

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