Dos candidatos que representan polos opuestos en la política nacional se enfrentaran el 2 de febrero en elecciones generales en la pequeña nación centroamericana; todos los pronósticos apuntan a una segunda vuelta.
En medio de una gran polarización y un descontento generalizado, la población costarricense acudirá a las urnas el próximo 2 de febrero para decidir quién será el nuevo presidente del país en una coyuntura sin precedentes.
Con la segunda tasa de desempleo más alta de América Latina y con una creciente desigualdad, el panorama electoral apunta a tres claros contrincantes: dos de derecha y uno de izquierda.
De parte del partido oficialista, el Partido Liberación Nacional (PLN), se postula Johnny Araya, alcalde de San José, que ha ocupado ese puesto los últimos 22 años siendo re-electo en elecciones municipales con un abstencionismo mayor al 50% del padrón.
Por otra parte, se postula Otto Guevara por el Movimiento Libertario (ML), agrupación de extrema derecha ligada a la Red Liberal de América Latina (RELIAL), organización internacional que ha apoyado el golpe de Estado en Honduras, en Paraguay, y se manifiesta abiertamente contra todos los gobiernos progresistas de la región.
Como contrincante de ambos candidatos, se encuentra el candidato del Frente Amplio (FA) José María Villalta.
El FA es el único partido de izquierda en el país que cuenta con representación en el congreso desde el 2006.
También es parte del Foro de Sao Paulo que agrupa a gobiernos y partidos progresistas de toda América Latina.
Las encuestas de intención de voto muestran una mínima distancia entre el oficialista Araya y el candidato del FA, y en un tercer lugar el derechista Otto Guevara. En las últimas semanas, tanto Araya como Guevara han dirigido sus campañas electorales en contra de Villalta, vinculándolo con el comunismo y al fallecido presidente venezolano Hugo Chávez.
Columnistas y editorialistas del diario La Nación – cercano al partido de gobierno, PLN – han inundado las páginas del pasquín con comparaciones entre el programa de gobierno del FA y los modelos económicos de Venezuela y Argentina, con alarmistas pronósticos.
Ante los ataques, el candidato del FA ha manifestado querer gobernar en un estilo similar al de José Mujica, presidente uruguayo, o al de Lula da Silva, ex-presidente brasileño.
Sin embargo, dichas afirmaciones no han tenido repercusiones en los medios comerciales ni han neutralizado la ardua campaña en su contra.
Frente a un descontento generalizado, el candidato del PLN ha hecho una fuerte apuesta a promover el continuismo frente a los "extremismos", de los cuales acusa a Villalta y a Guevara, no obstante hasta ahora su propaganda sólo se ha dirigido a criticar al candidato frenteamplista.
Por otra parte, el candidato oficialista Johnny Araya está cuestionado por la Fiscalía con varias causas pendientes, mientras que siete candidatos a diputaciones de su partido están acusados/as de delitos diversos como enriquecimiento ilícito, estafa, peculado y malversación de fondos.
El discurso de Araya se ha enfocado en las últimas semanas a desvincularse de la actual presidenta Laura Chinchilla, afirmando que su propuesta es un "cambio responsable", en contraste con la propuesta de cambio que pregona el FA.
En respuesta a Villalta, que ha acuñado el calificativo de "los mismos de siempre" para describir al bipartidismo, Araya ha transformado sus mensajes de campaña para rectificar con orgullo que él es parte de "los mismos de siempre" a los cuales el país le debe mucho.
Sin embargo, la estrategia del miedo definitivamente ha marcado la campaña del oficialista.
El PLN ha pautado spots en los cuales aduce que un eventual gobierno del FA cerraría Zonas Francas y convertiría a Costa Rica en otra Venezuela u otra Cuba.
Por otra parte, el partido de gobierno está financiando campañas en redes sociales destinadas a desprestigiar a Villalta y sus propuestas, con sitios web como www.yositengomiedo.com y diversos grupos anti-comunistas en Facebook. El ML de Otto Guevara también ha unido sus esfuerzos a los del PLN y presenta una fuerte incidencia en redes sociales.
La sorpresa del auge de Villalta fue justamente acompañada de su popularidad en redes sociales, debido a su sobresaliente desempeño como diputado opositor en la Asamblea Legislativa, y a la simpatía que ha despertado entre la juventud costarricense por ser el candidato más joven. Es por ello que, tanto el PLN como el ML, han dirigido sus baterías hacia el ciberespacio.
La última encuesta realizada por CID-Gallup posiciona al candidato oficialista con 29%, un aumento significativo comparado a las encuestas de diciembre.
Por otra parte, José María Villalta continúa en segundo lugar con un 20% mostrando un decrecimiento en comparación a las encuestas pasadas, lo que apunta a que la campaña del miedo ha tenido un importante efecto en su contra.
Sin embargo dichos resultados se desprenden de una muestra de 1215 personas, un número de encuestados que resulta insuficiente para predecir con una mínima certeza lo que va a ocurrir en febrero.
A pesar de estas últimas cifras, la mayoría de analistas políticos concuerdan en apuntar a una segunda ronda (se da si ningún candidato obtiene un 40% de los votos del padrón electoral) entre el PLN y el FA.
Con esto dicho, parece que la apuesta del partido de gobierno es debilitar el potencial apoyo al FA del sector abstencionista del electorado, presentando a Villalta como una mala opción y una amenaza para la democracia.
Por su parte, Villalta se ha dedicado a reforzar con énfasis sus propuestas de gobierno a denunciar abiertamente la campaña de miedo desatada en su contra.
(*) Gustavo J. Fuchs es comunicador costarricense