Nicaragua: “Oenegé” de Javier Meléndez Quiñónez facturó C$88 millones anuales

El bloqueo de Cuba: crimen y fracaso

Carlos Fonseca : Notas sobre la montaña y algunos otros temas



1. En las presentes notas se hará referencia a algunos aspectos de la lucha que ha sostenido y sostiene el Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN.

Estas notas se elaboran mediando dos circunstancias: Por un lado la agudización, a veces hasta en extremo crítica, por hallarle respuesta a toda una serie de problemas; por otro lado, el que escribe ha tenido la oportunidad en el curso del corriente año de tener determinado conocimiento de la práctica existente en la ciudad y la montaña, no de oídas, sino a través del conocimiento directo.

2. Estas notas se preparan en la intemperie de la montaña, lo que obliga en una medida mayor a expresar lo que se considera más urgente, aprovechando la que consideramos pronta oportunidad de comunicarnos con algunos de nuestros hermanos.

 A pesar de todo, trataremos de referirnos con el máximo cuidado que nos es posible en relación a las cuestiones que pueden ser motivo de diferencia de opiniones. No se trata de apelar a la “diplomacia”, palabra esta última a la que se refiere peyorativamente cierto compañero.

 Pocas alusiones conocemos de cierta apreciación que hace el Che Guevara al tratar el proceso que entre el llano (ciudad) y la montaña tuvo lugar en el período insurreccional de Cuba; decía él que se dieron discrepancias dentro de la armonía.

Naturalmente que no se trata de una armonía “diplomática”, tenemos que señalar nosotros. Es decir que se trata de una armonía real y no artificial.

Hay que tener presente que esa armonía sin que necesariamente se rompa, registra distintos grados, situación en que la militancia y los responsables de distinto nivel tienen que cuidar el espíritu unitario.

 Según lo enseñan grandes experiencias de otros pueblos, la unidad de un movimiento revolucionario tiene la fuente de su vida en la igualdad fundamental de intereses que hace acto de presencia entre los millares y millares de trabajadores asalariados y desposeídos en una sociedad. Se está hablando de la igualdad de intereses de quienes integran la clase obrera.

3. De modo que hacemos lo posible por emplear un lenguaje persuasivo y fraternal, teniendo el cuidado al mismo tiempo de mantenernos fieles a la objetividad, renunciando al empleo de calificativos, ya que estos últimos muchas veces sólo contribuyen a agravar los problemas, en lugar de ser cuotas para resolverlos.

 Con sinceridad y no con modestia de mentira expresamos la convicción de que las ideas que aquí se señalan, estamos lejos de considerarlas sin ninguna sombra, y ojalá que otros hermanos le presten atención para contribuir al desarrollo de tales ideas.

4. El espíritu proletario, el estilo obrero obliga a observar con tristeza el yerro que comete el hermano, y con alegría los méritos que puede lucir. Sería tan infantil ver lo anterior como que se trata de una vulgar receta que obliga a derramar una lágrima cuando el hermano se desvía, y pelar los dientes cuando el hermano va bien.

 El asunto presenta su complejidad.


 A veces es fácil atenerse a las normas señaladas, a veces es difícil. Y entre una y otra circunstancia media toda una serie de grados.

 Lamentablemente el revolucionario nicaragüense, o lo que es lo mismo el sandinista, arrastra al lado de una copiosa herencia heroica, una herencia de atraso político verdaderamente propias de la época de las cavernas, a lo que más adelante dedicaremos algunas notas.

Es este atraso un factor que contribuye a desembocar en el menosprecio del imprescindible lugar que debe ocupar la política revolucionaria. Nada raro es que incluso con colosal ligereza se llegue a oponer los conceptos guerra y política. Eso nada menos echa al olvido la más que centenaria definición: “La guerra es la continuación de la política por otros medios” (el subrayado es nuestro).

Así podemos también declarar que la guerra revolucionaria es la continuación de la política revolucionaria.

El atraso heredado nos lleva a subestimar lo político; a la vez la subestimación de lo político nos dificulta superar plenamente o en la medida necesaria el atraso heredado. Está a la vista un círculo vicioso que confiamos habremos de romper, y que, tenemos la obligación de romper.

5. La relación entre guerra y política adquiere relieves formidables en la experiencia histórica nacional. Estimamos que la hazaña militar de la gesta que comandó Augusto César Sandino es insuperable.

Queremos decir que cualquiera que sea la dimensión de los logros militares de la jornada bélica actual, siempre estarán por debajo de la dimensión alcanzada por la gesta de Sandino.

“¿Y cómo fue posible que hazaña tan grande se limitara a expulsar al invasor sin alcanzar la definitiva liberación del país?” Toda respuesta tiene que incluir las limitaciones políticas impuestas por el tiempo y el espacio específicos en que tuvo lugar aquella situación; tiempo: 1928 a 1934, espacio: Nicaragua. Deseamos dejar claro que al hablar así no incurrimos en la posición de restarle valor a los grandes méritos políticos que también tuvo la lucha de Sandino.

Lo que pasó fue que se presentó, especialmente en la fase final de la lucha, un panorama general sumamente complicado, al que no fue posible encontrarle salida, pese a los rasgos políticos positivos del destacamento de Sandino. Esperamos no se vea en lo que decimos contradicción alguna. Entiéndase bien que al hablar de limitaciones en lo político, no se está hablando de ausencia.

Pensamos algo más: y es que la lucha de Sandino tiene el mérito de haber exprimido al máximo las condiciones concretas de la situación que se le presentó.

 Podría decirse que en su conjunto la situación en que se realiza la lucha revolucionaria nicaragüense de hoy es más ventajosa que la que se dio en los tiempos de Sandino. No se trata de hacer paralelos y comparaciones mecánicas y absurdas.

Pero ya se ha alcanzado un logro o está a punto de ser alcanzado el logro que se remita a forjar un destacamento popular político-militar indestructible, capacitado para llevar la lucha hasta sus últimas consecuencias.

Partir de la victoria militar a la victoria política que consistirá en el establecimiento del poder popular sandinista. El logro mencionado anteriormente, junto a otros más ha sido alcanzado en la lucha actual.

 Definitivamente está por quedar atrás la tiniebla histórica en que los dos partidos históricos tradicionales tenían atrapadas en sus redes a las vastas masas populares, pero nuestro destacamento, el Frente Sandinista, arrastra determinadas debilidades que, de no ser superadas, harán imposible conservar y fortalecer la posición de vanguardia combativa.

6. No conviene tomar como una verdad barata aquello de lo justo que es el orgullo sandinista, popular, proletario ante los logros alcanzados. Y crítica constructiva, fraternal, responsable ante las debilidades que se arrastran.

 Desmedidos, ni en el pesimismo, ni en el optimismo. Por su importancia ponemos esto en nota aparte. Lo que decimos es ingrediente de la madurez revolucionaria. Al hablar de lo maduro, se está haciendo la diferencia no sólo ante lo inmaduro, sino también ante lo podrido, siendo esto último a las claras peor que lo anterior.

7. Entre las condiciones favorables nuevas que se hacen presentes en el escenario en que le corresponde luchar en los años actuales al Frente Sandinista, está la posibilidad del acceso a la rica experiencia práctica y teórica que se desprende del combate de los pueblos contra el imperialismo y el capitalismo.

Este acceso a tal experiencia en ningún momento debe confundirse con el diversionismo ideológico, fenómeno que consiste en una supuesta difusión de las doctrinas revolucionarias, siendo en realidad una máscara que oculta el propósito reaccionario de separar a los revolucionarios de la práctica viviente, para llevarlos al cadavérico verbalismo.

Sin embargo, la justa vigilancia ante ese diversionismo puede a su vez degenerar en la actitud que le niega toda importancia, incluso a un elemental conocimiento de la experiencia revolucionaria de los pueblos y del proletariado internacional. En este sentido resultaría positivo verificar más el conocimiento que nuestros cuadros poseen de los aspectos más relevantes de las grandes experiencias revolucionarias históricas.

8. Hablamos de conocer determinadas experiencias de los pueblos hermanos. No podemos tomar a la ligera el peligro de ignorar esa experiencia, y lo más grave, no saber aprovecharlas. Esa ignorancia nos expone a cometer inclusive errores ante problemas elementales, ya no digamos ante problemas más profundos.

9. La necesidad de conocer las experiencias que indicamos parece un asunto demasiado sabido para estarlo recordando.

Pero estamos en Nicaragua, un país en el que es a la altura de las décadas del 60 y del 70 del siglo XX, cuando por primera vez se inicia cierta difusión de los principios revolucionarios científicos, algo distinto a la posesión por algunas poquísimas manos de algún libro marxista. Hay ejemplos que denotan el atraso político heredado.

Es un atraso vinculado al sistema socio-económico arcaico en extremo.

 En lo tradicional más que la explotación económica por parte de los agresores yanquis, ocupó un lugar preferente la opresión encaminada a convertir a Nicaragua en mera pieza del engranaje estratégico norteamericano.

Prevaleció secularmente una ganadería totalmente primitiva, que culminaba en la exportación del ganado en pie (es sólo a las puertas de los años 60 que por primera vez el país exporta carne como derivación de la ganadería).

 Al atraso originado por la ganadería agreguemos el que tiene su raíz en las plantaciones tradicionales de café, cultivo que hizo por mucho tiempo de paralizante de la vida social nicaragüense.

 Todo esto, repetimos, sucede en un país que se llama Nicaragua. Alguna vez dijo el Che que antes de la victoria revolucionaria cubana, América Latina era el continente olvidado. ¿Y Nicaragua? No podemos menos que decir que Nicaragua bajo Somoza se convirtió en el más olvidado de los olvidados.

Apuntemos el papel desempeñado por el curso seguido desde la Primera Guerra Mundial y pasando por la entreguerra, la Segunda Guerra Mundial, y la postguerra, por Estados Unidos en el cuadro de la situación internacional. El aislamiento y soledad que particularmente en los años 40 y 50 sufren Nicaragua y su drama, están pues en relación con la secuela del antifascismo ficticio de las capas gobernantes norteamericanas en la segunda guerra.

10. Pasemos a los ejemplos que demuestran el cavernario atraso heredado, previniendo para que no se tome esto como anécdota superficial. Supuestamente el grupo del Partido Socialista Nicaragüense se funda en 1944, declarándose vinculado a los demás partidos comunistas.

En 1957 nos tocó constatar personalmente que en la Unión Soviética los responsables de las relaciones internacionales no habían podido enterarse de la existencia de dicho grupo.

Por lo demás, en un acto público celebrado en 1964 se constató que entre los conocimientos del principal dirigente del PSN no se incluía el dominio del contenido del Manifiesto Comunista de Marx y Engels. Para el año de 1957 no existe en el país un solo sector obrero organizado sindicalmente bajo la orientación del PSN o de algún elemento revolucionario independiente.

En Nicaragua se arriba a la década de los 60 sin contar en la universidad con un solo catedrático con formación marxista (sabemos de países como Ecuador donde incluso había catedráticos autores de manuales socialistas). Este atraso no era exclusivo del sector político vinculado a la clase obrera.

 Hay que darle importancia al hecho de que la pequeña burguesía nunca fue capaz de romper con los caducos partidos tradicionales y crear un movimiento político independiente, siquiera fuera para la actividad pacífica entre las masas populares (la debilidad del Partido Liberal Independiente es una confirmación de esto).

En el país no fue posible la promoción en la primera etapa del régimen somocista de políticos con cierta formación moderna, incluso en el exilio, comparable por ejemplo a Juan Bosch de la República Dominicana, esto por mencionar una situación comúnmente comparada a la de Nicaragua, tal es la tiranía trujillista (a lo lejos se ve en el desarrollo de algunos aspectos del proceso político dominicano, sobre todo comparado con Nicaragua, la vinculación con una economía azucarera de exportación un tanto dinámica).

La orfandad de cultura política en el círculo intelectual es característica, y ha sido unilateralmente literaria. Un extremo por citar un ejemplo es el de José Coronel Urtecho, quien en cierto escrito apunta como una actividad radical de cierto escritor nicaragüense la relación que tuvo con el “sindicalista” norteamericano Samuel Gompers; Coronel no sabe que Gompers fue un testaferro de la clase capitalista yanqui en el movimiento obrero de Estados Unidos.

11. Hay que quedar en que el nivel político local que en los años 60 heredó el Frente Sandinista es de un extremo máximo.

En Honduras, Ecuador, Haití, Paraguay, surgen paralelamente ciertas expresiones que demuestran la ventaja que le llevaban a Nicaragua. Como se ve, los mencionados países con frecuencia son citados entre los más rezagados de América Latina.

El resultado sería igual si la comparación se diera con alguna comunidad africana o asiática azotada por el colonialismo; en tal comarca aparecerían referencias de algún destello de vinculación con las ideas modernas, que estuvo ausente en Nicaragua, al correr la tiniebla que parte desde el asesinato de Sandino y llega hasta la divisoria de las décadas del 50 y del 60, en que acontecen las primeras acciones revolucionarias precursoras de la aparición irreversible del Frente Sandinista.

12. Naturalmente que el atraso apuntado, en ningún momento debe confundirse con una aridez para el fortalecimiento del movimiento revolucionario. Con todo y atraso emerge cada día con más fuerza el Frente Sandinista como la primera fuerza política popular y proletaria de Nicaragua. Paradójicamente el atraso político a la postre canalizó cierto aspecto positivo del militante sandinista: la inclinación a la vinculación viva y práctica con el combate, con la acción.

No hubo en Nicaragua terreno abonado para el polemismo estéril, que al fin de cuentas se traduce en un plagio de polémicas ardorosas que fueron razonables en otros contextos históricos; no hubo lugar para jugar infantilmente de bolchevique y menchevique, de trotskista y estalinista.

Tardíamente están apareciendo en el país embriones de este juego, pero éste no tiene un origen nicaragüense, “nica” digamos, y habrá que anotar el papel que en la raíz de este embrión desempeña el turismo político que conduce a la importación mecánica de hábitos propios de otras parcelas latinoamericanas.

13. Pese a las debilidades y errores que arrastramos, tenemos que decir que el balance logrado en 20 años de reanudación de la decisión de luchar con las armas a partir del 21 de septiembre de 1956, es positivo; que es positivo el balance de la labor que durante 15 años ha realizado el Frente Sandinista.

Es imposible simplificar todo un proceso, pero en aras de la claridad y la brevedad contestamos la siguiente pregunta: ¿Qué manifiesta mejor que nada el balance positivo alcanzado?

 Lo manifiesta el acero que tocamos en el militante clandestino urbano y en el militante de la guerrilla rural.

Los grandes revolucionarios han dicho que una revolución vale por su capacidad para difundirse.

 Y en Nicaragua, a partir del reclutamiento de la primera choza campesina y de la primera casa urbana de seguridad en 1961, ha sido posible levantar una columna de combatientes de acero, que son el pavor de los rufianes adueñados de Nicaragua, y la única esperanza de un pueblo sumido largamente en el dolor.

14. ¿Es suficiente logro el acero del militante combativo forjado? No. Debemos responder de manera más completa a la pregunta de lo que es posible hacer y de los medios a utilizar, a partir de la organización ya forjada.

Si no respondemos a esta pregunta se corre el riesgo de que el acero se herrumbre, lo que es igual a lo que expresa cierto compañero en el sentido de que un lugar de vanguardia ganado está expuesto a perderse, de no dársele solución a los nuevos problemas que salen a luz en el camino histórico.

Por otra parte cometen un gran error consigo mismo los hermanos que consideran que por el mismo hecho de hacerse toda una cantidad de preguntas, tienen las respectivas respuestas. Queremos decir que esos hermanos se engañan a sí mismos.

15. No es negativo, es más bien positivo que surja toda una variedad de opiniones respecto a la solución a darse a los problemas.

 Esto no es nuevo y se ha dado tanto en otras luchas revolucionarias victoriosas como en procesos históricos que datan desde la antigüedad.

Desde el mismo texto de la I liada se ven las discrepancias que surgen dentro de un mismo bando combatiente; por cierto que en ese relato se narra el papel que combatientes envejecidos pueden desempeñar a favor de la armonía en el seno del propio bando.

16. Un aspecto no debidamente conocido del proceso insurreccional cubano es la discusión muy aguda que se dio nada menos que hasta julio de 1958 respecto al papel que debía desempeñar la acción armada en la montaña. Ocurre que la deslumbrante victoria de enero de 1959 muchas veces no facilita la visibilidad del camino precedente recorrido.

Pero observando este aspecto pueden estudiarse los documentos de Fidel Castro alusivos a la época, lo mismo que las referencias del Che. Es más bien en procesos históricos de menor alcance que las revoluciones obreras y anticoloniales contemporáneas, en las que las escisiones y diferencias han tenido finales trágicos.

Guardando respecto a cada situación la debida distancia, recordemos que Emiliano Zapata y Francisco Villa son asesinados cuando sus destacamentos populares han sido desplazados y la burguesía está en proceso de consolidar su hegemonía.

Hoy rendimos tributo a Bolívar y Céspedes, pero hay que recordar que al morir Bolívar ha sido despojado de toda autoridad; por su parte Céspedes, a quien se le titula Padre de la Patria en Cuba, cae bajo fuego español cuando ya llevaba algún tiempo de ser destituido de la presidencia de la República en Armas que él y los que lo acompañaron fundó.

Agotando las últimas posibilidades para forjar la unidad de Centro América cae el hondureño Francisco Morazán. Claro está que no todos los ejemplos de la historia presocialista tienen un saldo totalmente negativo. En muchas situaciones de los siglos sucesivos fue posible alcanzar logros que aunque limitados, sumados representan el aporte positivo legado por la historia humana.

17. A propósito del interés sobre determinado conocimiento de las experiencias mas relevantes del pasado, habrá que tener presente el interés con que Marx estudiaba la Revolución Francesa de 1789 y años inmediatos, lo mismo que Lenin la Comuna de París en 1871.

18. Respecto a la seriedad con que debemos hallarle respuesta a los problemas actuales, y al peligro de que se herrumbre el acero forjado hay que recordar que el destacamento de Sandino después de 1934 se herrumbró.

 Los sobrevivientes sandinistas que pudieron dar en el curso de los años más negros posteriores a 1934, muestras de rebeldía, incluso participando en la fundación del Frente Sandinsta, son sólo muestras del destacamento extinguido.

19. A veces se pretende restarle importancia a la alta decisión de combate forjada día a día por el Frente Sandinsta desde su fundación. Claro esta que no fue posible evitar una cantidad de errores, unos dialécticamente inevitables, otros probablemente evitables y por fin otros mas definitivamente evitables.

Pero hay que recordar que el oprimido nicaragüense a partir de 1934, y durante casi un cuarto de siglo había sido reducido a la impotencia por sus dominadores.

Con relación al papel de los años precursores e iniciales enseña mucho el corto artículo que escribe Lenin sobre las primeras generaciones de revolucionarios rusos, de las primeras décadas de la segunda mitad del siglo XIX. El artículo en su título lleva el nombre de Herzen, el representativo revolucionario a quien está dedicado el escrito.

En Rusia el marxismo desempeñó su papel en la modernización de la lucha revolucionaria Pero no todo fue producto de los libros.

En Rusia hubo bolcheviques después porque primero hubo marvidniks, y en Nicaragua habrá revolucionarios porque hubo Frente Sandinsta (y habrá Frente Sandinsta, tenemos que decir con énfasis). Del mismo modo, hubo Granma y Sierra Maestra porque hubo Cuartel Moncada un 26 de julio.

20. ¿Cómo negar que el Frente Sandinsta tal cual es, con sus luces y sus sombras, se convierte en el centro de atracción de la vida política nacional?

Y se trata de un destacamento que no se ha sectarizado y puede dar cabida a distintos sectores populares, y que tampoco se ha abierto en exceso como para negar el predominio que le corresponde en la unidad popular a la alianza obrero-campesina.

 Este logro no se puede apreciar lo suficiente si no se ve la perspectiva histórica nacional. En otros países latinoamericanos no constituye ninguna novedad la aparición de una organización revolucionaria capaz de atraer a las masas explotadas. En Nicaragua sí se trata de un verdadero acontecimiento.

El principal intento precedente es el movimiento patriótico que comandó Sandino, pero que se truncó después de su muerte Antes, y aún mucho antes de Sandino, lo mismo que en los años más inmediatos a su muerte, nos encontramos con una tremenda dispersión, hasta lo caótico de las masas explotadas.

Nos referimos a la dispersión política, en cuyo origen desempeña un peso determinante la proliferación tradicional en la ciudad y en el campo de la (a la vez dispersante) pequeña y hasta mínima producción de subsistencia.

 En el periodo 1910 a 1928 se observan vinculaciones con el sector político conservador de elementos que terminan adoptando una postura progresista, como el caso de Salvador Calderón Ramírez Habrá que examinar la vinculación del general Luis Mena enfrentado de último con Emiliano Chamorro, la vinculación decimos que aquél tuvo con la capa popular arrastrada por el partido conservador.

Dentro de las fuerzas de Zelaya lo mismo que en la oposición, aunque sea en diferentes grados, se presentan quienes se vinculan al sector popular. El radical Mariano Bárrelo no estuvo ausente de la prisión en el gobierno originado en 1893.

A Enrique Guzmán se le ha pretendido tener como un converso hacia el bando conservador, más bien puede tratarse de un rebelde permanente Liberal cuando dominan los conservadores antes de 1893, vinculado al sector conservador después que arribaron los liberales al poder después de 1893 La dispersión no tiene interrupción y se remonta hasta los años de las insurrecciones antioligárquicas que encabezó el patriota Cleto Ordóñez.

21. Sintetizando cierto ángulo de la vinculación de las masas populares hacia los partidos tradicionales dominantes podemos afirmar que más que liberales y conservadores lo que ha habido son antiliberales y anticonservadores.

El explotado liberal más que esto ha sido un anticonservador, el explotado que se titula conservador, más que esto ha sido un antiliberal Ambas frustraciones conducen al sandinismo, síntesis de lo más fecundo de la experiencia popular nicaragüense, tanto tradicional como presente.

 Lo que estamos diciendo lo confirma la experiencia del contacto del militante sandinista en la ciudad y la montaña.

22. Al hablar de las limitaciones que debe superar nuestro destacamento, naturalmente que no se incluye una precaria atracción sobre las masas, lo mismo que vacilaciones entre quienes ocupan un lugar en la trinchera, sea esta urbana o rural.

 Hay atracción sobre las masas. Hay decisión de hierro para el combate. Pero esto hay que verlo con más detenimiento, y encontramos lagunas que sería fatal ignorar. Sabemos de campesinos de filas, que tienen noticias de la guerrilla, que creen en la justeza de la causa que defienden, pero no saben nada de la designación de nuestra organización.

Hay otros que cooperan, pero nos tienen por algo así como conservadores de izquierda, y mezclan su simpatía por los combatientes con ilusiones en los políticos tradicionales de la oposición burguesa. Estos ejemplos ponen a la vista el peligro de que la oposición burguesa pueda canalizar con hábil demagogia la inquietud originada por una guerrilla que llegue a sufrir cierto estancamiento, peligro potencial ante el cual no podemos hacernos de la vista gorda.

23. Vemos la referencia a la necesidad de que el centro de gravedad de nuestra actividad resida en la montaña. Hay que tomar en cuenta que se está opinando acerca de la ubicación de tal centro, en un país que lleva 20 años de sucesivas acciones armadas, en un movimiento que por 15 años consecutivos ha mantenido el afán de forjar un movimiento revolucionario y la lucha armada revolucionaria. 
En lo esencial la necesidad de ubicación de ese centro de gravedad en la montaña ha sido una meta a alcanzar por parte de nuestro destacamento, al que le cabe actuar en un país cuya economía tiene su base principal en el campo, siendo además rural la mayoría de la población.

La localización que en distintos momentos ha tenido el centro principal de nuestra labor, es un tema que no siempre es objeto en el presente de nuestra atención. Prestemos atención: La etapa expresada en los nombres de Río Patuca, Río Coco, Río Bocay, Caratera, sugiere la ubicación del centro referido propiamente en la montaña. Pero la adversidad llega hasta el revés general.

 Continúa después de aquellos hechos en la mente del destacamento el propósito de contar con una fuerza en la montaña. Pero la materialización de una línea revolucionaria no obedece sólo a los deseos de los militantes, sino que pesan las condiciones ajenas a la voluntad de los hombres.

 Y sucede que desde 1963 (octubre) hasta 1966 (diciembre), el centro se desplaza hacia el área urbana, lo que está reflejado con nitidez porque en tal área se establece la cantidad fundamental de nuestros cuadros.

Lo anterior no niega la labor que simultáneamente realizaron en el campo algunos cuadros, incluso el éxito momentáneo que se alcanzó en vincularse a sectores masivos campesinos y movilizarlos. Inclusive podría causar sorpresa en algunos señalar que las movilizaciones masivas en el campo, sobre todo en 1964, son las únicas que ha sido posible realizar en el trayecto del camino recorrido.

Antes y después se han dado éxitos en nuestra labor en el campo, pero éstos han consistido más que todo en consolidar puntos de apoyo entre campesinos seleccionados, lo que de ninguna manera debe confundirse con la movilización de millares de campesinos.

24. Pancasán significa un verdadero restablecimiento del centro de trabajo al área rural. Lo que tampoco debe de interpretarse como una renuncia a la labor urbana, aunque algunas tareas no pasaron del plan o del solo paso inicial. De nuevo determinado revés. Aquí se vuelve oportuno revelar un aspecto que no ha sido debidamente recordado.

 La bajada de Pancasán no se produce de buena gana. Y esperamos que no se vea detrás de estas palabras alguna necia vanidad. Hay campesinos, por si hiciera falta algún testimonio más, que recuerdan con detalle la forma en que fue forzoso bajar. Hay algo más. De momento se tuvo la firme intención de retornar a la montaña a la mayor brevedad posible.

En septiembre de 1967, en el inmediato octubre, se produce en el ámbito latinoamericano, y aún del tercer mundo, un hecho hasta cierto punto culminante: La caída del Che. Hay que considerar que semejante hecho estuvo precedido del adverso final de De la Puente Uceda, Camilo Torres, Fabricio Ojeda, Turcios Lima. Hoy creemos constatar que estos hechos, aunque significaban ejemplos que fortalecían la decisión de perseverar en la lucha hasta vencer o morir, tuvieron su parte en la aparición de cierta inclinación de exagerar las dificultades, ya de por sí de no escasa dimensión, para emprender la lucha armada popular.

 Claro está que las relevantes caídas citadas, aparecen a la par de otros factores que también desempeñan su papel. Es cierto que fue posible restablecer pronto el contacto estrecho con algunos núcleos campesinos resueltos a respaldar firmemente la lucha armada, restablecimiento que tiene lugar en 1968. Pero el retorno de una cantidad mayoritaria de cuadros a la montaña tarda en ocurrir, y sólo se realiza de manera quizás excesivamente paulatina.

La ubicación de toda una cantidad de cuadros representativos (aunque algunos tengan este carácter sólo por muy breve tiempo) es bastante conocida, como para que sea necesario entrar ahora en detalles. Nos estamos refiriendo al período 1967 (octubre) a 1976 (octubre).

25. Después de ocurrir los reveses de varios países que ya mencionamos, se producen acontecimientos que también, según creemos constatarlo hoy, se han hecho presentes detrás de nuestra labor. Señalamos la larguísima prolongación de la agresión a Vietnam y la respectiva resistencia.

De manera mayor entre quienes pudieron ser testigos de esa guerra desde su inicio en 1959, al remontarse ella hasta la entrada de la década del 70, parecían estar ante un hecho bélico interminable. Es cierto que los agresores no alcanzaban la victoria, pero la victoria popular tampoco llegaba. Podemos decir que llegamos a habituarnos tanto a esa guerra, que pese a la convicción de que algún día vencerían los vietnamitas, la victoria de 1975 no dejó de ser sorprendente.

Y aquí hay que señalar que si en general los imperialistas fueron derrotados, no conviene cerrar los ojos ante cierto éxito parcial que se concreta en provocar algún freno a una lucha armada antiimperialista generalizada en los tres continentes más oprimidos, y que proyectó la imagen de ser muy creciente en la hoy casi olvidada Conferencia Tricontinental de 1966.

 Con más proximidad a nuestra geografía ocurren en América Latina distintos hechos, que vinieron a colocarse por encima de la acción armada revolucionaria. En 1968 tiene efecto un golpe militar en el Perú que da pasos tendentes a cierta transformación social.

En 1970 se produce la victoria de la izquierda chilena a través de la vía electoral. En 1971 el gobierno militar de Panamá hace pronunciamientos antiimperialistas. ¿Cómo no darnos cuenta de que estos hechos se encargan de no multiplicar la confianza en la importancia del papel decisivo de la montaña en nuestro proceso?

Entendemos bien que en el conjunto de nuestro destacamento, incluso entre los cuadros fijados en la ciudad y en el exterior, se mantiene la confianza de la posibilidad exitosa de la montaña. Pero hay que convenir que esa confianza tiene sus graduaciones, y que se requiere un grado máximo de ella, para volcar hacia la montaña el centro de gravedad de nuestra actividad.

26. 1968 y 1969 son años que se refieren a cierta acción de alguna unidad en la montaña, con composición exclusivamente campesina. En la ciudad la actividad tiende a la recuperación de fuerzas materiales y humanas para estar en condiciones de continuar la batalla.

Se reanuda cierta actividad estudiantil organizada, se planifica, e incluso se realiza algún modesto reinicio de la proyección de nuestro trabajo hacia punto de partida con dirección a sectores explotados de la ciudad y del campo. Recuperación en la sucursal bancaria Buenos Aires, difusión de hojas de reclamos en fábricas Gadala María y entre los trabajadores de comunicaciones, contacto con algunas comarcas de Estelí y Granada, reclutamiento de activistas entre los estudiantes de las entidades universitarias de Managua y León, son algunas referencias de la labor con asiento fuera de la montaña, y que se dispense si por culpa de la memoria se omite la mención de algunos ejemplos más meritorios.

27. Los sucesos que se resumen en la acción de Zinica de febrero de 1970, representan el primer intento serio de vuelta a la montaña, y parte desde finales de 1969. Son intentos que no concluyen con éxito, y es hasta 1971 que se inicia la estabilidad en el trabajo organizativo de la montaña de un núcleo de cuadros. Por supuesto que no se trata de una fácil estabilidad, e incluso hay que hablar del elemento inestable que formó parte del núcleo, pero que no determinó su actividad.

28. La situación que sigue a Pancasán después de 1967 presenta algunos rasgos que deben colocarse junto a los otros que hemos anotado. En 1967 se acelera la componenda de la dirigencia burguesa opositora con el grupo gobernante.

 Esto permite que se haga sentir en una medida mayor la presencia del Frente Sandinista en la vida política nacional. Acontece un doble hecho: Se confirma hasta la saciedad incluso con rasgos sangrientos (22 de enero), la disposición conciliadora de la dirigencia burguesa-oligárquica; se reafirma la decisión del Frente Sandinista de empuñar resueltamente las armas contra la tiranía.

29. La elevación del lugar del Frente Sandinista en la vida nacional, a la par de otros factores que en parte se han mencionado en estas notas, está acompañada de la aproximación a nuestras filas de elementos de procedencia pequeñoburguesa. Tiene su lado positivo la ampliación de la base social a la que llega la influencia de nuestro destacamento.

Pero también tenemos que abrir los ojos respecto a la pequeña burguesía que arrastra consigo sus hábitos liberaloides e individualistas, y hay que relacionar con esto toda una serie de dificultades que se introducen en el debate necesario para esclarecer los agudos problemas que se presentan en el camino.

Cada vez que es posible hacer alusión a toda una cantidad de hechos desagradables en nuestra vida orgánica interna, tanto en el exterior como en el interior del país, lo mismo que en la ciudad y la montaña, no es posible encontrar una explicación satisfactoria si no se trae a la mente el papel de los hábitos pequeñoburgueses.

 Pero la referencia hay que hacerla primordialmente sobre tales hábitos, más que sobre las personas que los arrastran, sin que esto tampoco llegue al extremo de evadir las responsabilidades individuales.

30. Desde mediados de 1971 hasta mediados de 1974 tiene lugar en la montaña la actividad de los núcleos preguerrilleros que alcanzan el objetivo de adaptar a la vida de la montaña a cuadros de procedencia urbana y que crean las condiciones para la consolidación de núcleos campesinos combatientes con alguna estabilidad, a la vez que se impulsa toda una red clandestina de abastecedores e informantes, dentro de algunos sectores campesinos.

Es necesario precisar la etapa en que nuestros núcleos guerrilleros pasan por la prueba del fuego enemigo. El ajusticiamiento del delator Higinio Martínez puede considerarse como el rompimiento de las hostilidades abiertas con el enemigo.

Esto ocurre el 30 de mayo de 1974. A partir de entonces se da la transición entre la actividad organizativa clandestina y una situación de guerra.

31. Es innegable que en lo fundamental el enemigo ha lanzado la parte principal de sus recursos bélicos contra la montaña. Por primera vez en los 20 años que lleva el proceso se plantea la lucha armada revolucionaria, por primera vez se convierte en realidad una continuidad que ya puede, a la altura de octubre de 1976, calificarse de prolongada.

Continuidad no significa ausencia de reveses. Pero sin duda los éxitos por hoy sobrepasan los reveses. La idea de que la montaña es el terreno más favorable para la guerra pasa de ser un proyecto para convertirse cada día en una realidad.

32. Con frecuencia hablamos de las tradiciones combativas del pueblo nicaragüense. Mas la guerrilla descubre que esa tradición es más viva en el campo y la montaña que en la ciudad.

El campesino está en menor grado expuesto a la penetración ideológica actual, que el enemigo desata a través de los medios de comunicación, lo mismo que empleando otros recursos. Sin que necesariamente sea negativo, Sandino en la ciudad representa un hecho pasado. En el campo y sobre todo en la montaña Sandino es un hecho en gran medida del presente. Es impresionante la familiaridad con que el campesino y el montañés mencionan a Sandino.

El joven campesino repite con respeto el relato de sus mayores, trocándose en forma positiva la unidad familiar que reclama con desesperación el cultivo de la tierra con fines de subsistencia. Lo que decimos en ningún instante debe interpretarse como una aberración que pretende regatearle a la clase obrera el lugar que le corresponde como clase conductora de la revolución.

 Porque las virtudes revolucionarias del campesino de nuestras comarcas y montañas, están condenadas al letargo de no estar presente el guerrillero obrero procedente de las grandes explotaciones capitalistas del país, sin excluir el estudiante de extracción proletaria o debidamente proletarizado.

El recuerdo campesino hacia Sandino es algo que sale de lo lírico para revestirse de interés bélico. La autoridad ganada por la guerrilla de Sandino se convierte en un terreno abonado que todavía hoy puede canalizar nuestro destacamento.

 Por supuesto que es fácil imaginar la situación que en este aspecto se presentaba en la montaña hace 20 ó 30 años, cuando era más reciente la escenificación de la resistencia concluida en 1934. Pero el rico caudal aunque referido a lo que venimos diciendo tiene que haberse menguado, todavía conserva según vemos apreciables reservas.

Está relacionado con lo que venimos diciendo la reanudación de una tradicional mentalidad de guerra. Surgimiento, a veces en mayor grado, a veces en menor grado, de la opinión de que “si ven gentes o huellas no hay que informar a nadie”. El poder somocista local entra en crisis.

Aunque no faltan los delatores depravados, no podemos restarle importancia a los numerosos integrantes de ese poder que ante la prolongación de la guerrilla pasan a ver en menos la eficacia del ejército enemigo “ya la guardia no pudo acabar con la guerrilla” Otra situación que se da como parte de la aguda mentalidad de guerra, propia de la población campesina, es que las acciones armadas que se emprenden en el campo de batalla rural, mantienen su actualidad por mayor tiempo de lo que ocurre entre la población urbana ante los hechos bélicos de la ciudad Lo que decimos está relacionado con el aislamiento de la dispersa población campesina Otra vez un hecho negativo lo torna positivo el proceso revolucionario [... ]

[...] La montaña puede hacer posible la formación acelerada de cierta cantidad de cuadros y militantes. Esta formación tiene que estar respaldada por cursillos que permitan una formación dirigida, y que no sólo sean la práctica y la espontaneidad las que permitan la capacitación de nuestros cuadros. La montaña ofrece la ventaja de que la dureza material pone a prueba en cosa de días la calidad humana y revolucionaria del combatiente, cosa que en la ciudad requiere un tiempo mucho más largo.

Además la montaña permite consolidar la calidad revolucionaria y moral de quienes la tienen. Hay que recordar que los cursillos que se impartieron en el Pacífico fueron posibles en una etapa en que el enemigo subestimaba nuestra actividad, por otro lado recordemos que fue en una etapa en que distintas circunstancias se sucedieron para que descendiera el sitio que le correspondía a la labor de la montaña.

Es necesario desarrollar la experiencia de aquellos cursillos, presentándose la posibilidad de combinar la preparación militar con la preparación política, lo que puede hacerse realidad al permitir la montaña un empleo mayor del tiempo en el aprendizaje. Estamos seguros que en el correr de un tiempo relativamente breve es posible recuperar el rezago de que se adolece en cuanto a la instrucción política y militar de nuevos cuadros y militantes. Por otro lado los cuadros formados de esta manera tendrán la oportunidad de apreciar directamente la situación de la montaña, y al retornar fuera de ésta le darán un respaldo en mayor medida

33. Se plantea el tipo de acciones a continuarse y a realizarse en la montaña.

Hay unanimidad respecto a la importancia respecto a las acciones de hostigamiento contra la Guardia Nacional. Hablar de esto pareciera que es tocar algo que está bien sabido. Contrario a esto quisiéramos recordar que en la etapa de Pancasán surgieron opiniones que señalaban que el hostigamiento era una especie de conservadurismo guerrillero o vacilación guerrillera, y que sólo el aniquilamiento era propio para una guerrilla revolucionaria.

En la práctica viene a suceder que el aniquilamiento requiere mayores recursos que los disponibles, entonces se posterga la acción, y se cae de hecho en una prolongada pasividad, que sí significa un verdadero conservadurismo. Claro está que esto último no es el caso de ahora, cuando aparece una convicción ligada a la enorme importancia del hostigamiento.

El hostigamiento causa bajas materiales muy limitadas al adversario, pero de tener continuidad es incalculable el efecto moral que puede causar.

Esto facilitará las condiciones para ir al aniquilamiento con una correlación más ventajosa.

Hay que tomar también en cuenta que la realización de vanos hostigamientos permite poner a prueba las aptitudes de los distintos combatientes, lo que facilitará su mejor ubicación en acciones posteriores. El hostigamiento facilita garantizar un mínimo de bajas nuestras en una etapa en que la experiencia propiamente combativa es reducida.

Los golpes a los miembros de la Guardia repercutirán en los elementos paramilitares, como decir los jueces de mesta, respecto al papel del ajusticiamiento de éstos y demás delatores, se considera que debe seguirse un criterio de selección, ya que el ataque a elementos de menor cuantía se traduce en la desventajosa hostilidad en que incurren vanos de los familiares que sobreviven.

34. Hemos hecho referencia al papel de los combatientes obreros, procedentes de las grandes explotaciones capitalistas del país, en los destacamentos de la montaña. En esto no sobra insistir. Un obrero trasladado a la montaña definitivamente se convierte en un peligro para el régimen somocista y su sistema, en un peligro mucho mayor que la huelga económica que puedan realizar cientos de obreros en un centro de trabajo, y apartando ironías, pese a la importancia que tiene la movilización reivindicativa de los obreros.

Además se da la situación de que por las raíces rurales de nuestra población laboriosa, casi siempre el obrero tiene alguna experiencia en la vida del campo, lo que se plasma en un entrenamiento tan natural que le permite adaptarse mejor a las necesidades de la vida propia de la montaña.

 La joven edad, rondando los 20 años se manifiesta casi como una condición, ya que facilita que el combatiente termine de definir su carácter y personalidad al calor del combate y la adversidad intensos que se presentan en la montaña. La práctica de algún deporte es cuestión que facilita ver el tipo de agilidad del elemento; por cierto que la práctica deportiva, que puede mover a risa si se lee esto con descuido, es un punto que poco se menciona, pero que el Che aborda en su conocido libro sobre la guerrilla.

35. Hace falta ver con la debida preocupación, incluso con alarma la ausencia en la unidad de la montaña de lo que podríamos llamar la representación de los explotados de varias zonas del país, lo mismo que de varios sectores productivos con masa explotada hasta los tuétanos.

 Los responsables de la ciudad y la montaña conocen esto al detalle, y por esto, así como por exigirlo la discreción conspirativa, no es posible entrar ahora en pormenores.

Esto tiene un paliativo, y es promover combatientes en la zona y sectores conocidos, lo importante es no despistarnos con relación a las necesidades prioritarias.

36. Vamos a decir algo sobre la cuestión de la relación partido-guerrilla. Hay que comenzar por recordar que Debray, quien es el primero en referirse a esta cuestión, posteriormente ha señalado que aquella posición ha sido por su parte objeto de modificaciones.

De todas maneras sigue planteada la necesidad de la acción revolucionaria sin lo que podríamos llamar una inflación partidaria.

 Todo verdadero partido revolucionario ha surgido del combate, y si Cuba puede ser el caso con el que estemos, y no siempre, más familiarizados, no quiere decir eso que se trate del primer caso.

 En Rusia, en Vietnam, en China, en Corea, en Argelia, el partido también surgió del combate. Toda simplificación es una equivocación. La vida rara vez ofrece las cosas con demasiada simpleza. Hay que recordar la serie de fases sucesivas que se dan en todo fenómeno.

 No olvidemos que no estamos dando el primer paso y que llevamos veinte, o cuando menos quince años de caminar. Sin duda que hablar hoy por hoy de un partido, es poner los pies en Retrogrado, o en Yenán, o en el teatro Carlos Marx de La Habana en 1975.

No es pues poner los pies en Subtiava o en Waslala.

Pero no confundamos la parte con el todo, y si no es realidad un partido con comité central y congresos, periódicos, revistas teóricas, sí son necesarias algunas tareas de partido: Estudio, en especial en las zonas de combate, de los problemas nacionales en un grado mayor del registrado hasta hoy; una mayor combinación del estudio militar con el estudio político; vinculación con las masas explotadas, se encuentren donde se encuentren, en función de la guerra revolucionaria; prevenirnos con relación al divisionismo ideológico; elevar el trabajo político sin daño en ningún momento del trabajo militar; fortalecer la comunicación de contenido político en los niveles en que se dan limitaciones, producto de cierto espontaneísmo; tomar medidas para darle lugar a las distintas aptitudes de la lucha, etcétera.

¿No es razonable decir que sería tal vez prematuro, y además ostentoso llamarle partido a la armazón que cumple la suma de las modestas tareas apuntadas?

Algún lugar de la cordillera segoviana,

8 de octubre de 1976

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