Pablo Gonzalez

¿Por qué EEUU debe estar presente en ellas?



Las negociaciones auspiciadas por Kerry
Daoud Kuttab
Al-Monitor

Puede que los estudiosos de las negociaciones políticas recuerden las largas y complicadas discusiones que en su día hubo en París acerca de la forma que debía tener la mesa de negociación para las conversaciones que pusieron fin a la guerra de Vietnam. 
 
En el contexto palestino-israelí, la discusión no es tanto sobre la forma de la mesa como sobre los participantes en la misma.

Una de las afirmaciones más repetidas y de las que más se ha abusado en Washington es que los estadounidenses no pueden querer la paz más que las partes enfrentadas en Oriente Medio. 
 
La razón por la que esta declaración es tan falsa es porque los estadounidenses han tenido y tienen una larga historia de participaciones en el conflicto de Oriente Medio, aunque casi exclusivamente en nombre y a favor de los israelíes. 
 
Quieran o no admitirlo, EEUU lleva décadas tomando partido en privado por los israelíes aunque en público afirme que es neutral. 
 
Las investigaciones serias acerca de la motivación de esta parcialidad apuntan siempre a la política interna como la razón más importante, aunque no la única, de la misma.

Sin embargo, a pesar de que los palestinos conocen muy bien la verdadera posición de EEUU, por lo general han deseado siempre que EEUU se implicara.
 
 En realidad, lo han exigido. Cuando el Cuarteto –la Unión Europea, Rusia, EEUU y las Naciones Unidas- demostraron que eran incapaces de avanzar contra la obstinación de Israel, los palestinos se volvieron hacia Washington como la parte que podía, si es que así lo decidía, aplicar presiones directas o indirectas sobre los israelíes.

Llegados a este punto, el liderazgo palestino decidió maximizar la utilidad de EEUU e insistir en que los negociadores estadounidenses estuvieran presentes a todos los niveles en las actuales conversaciones.
 
 En el sentir palestino, la idea de negociaciones trilaterales, más que bilaterales, cambia la dinámica de las negociaciones para bien. 
 
Al conseguir que EEUU esté presente en la sala de negociaciones, los palestinos confían en que Washington ajustará su postura pública –que ha sido bastante justa y en sintonía con la posición internacional sobre Palestina- y su posición real, que blinda a Israel del resto del mundo.
 
 Los palestinos piensan que a través de sus aliados árabes y musulmanes pueden ayudar a asegurar que los estadounidenses mantengan una posición honesta en las conversaciones o que tengan que recoger los frutos de su manifiesta parcialidad en el ya suficientemente agitado Oriente Medio. 
 
Tener en la sala a los negociadores estadounidenses proporciona también un sentido de continuidad que podría ayudar a conseguir las cuestiones básicas de la soberanía del estado palestino: igualdad en los intercambios de territorio (en tamaño y calidad) y partición legítima de Jerusalén.

Aunque los palestinos no están esperando una justicia absoluta de los estadounidenses, están confiando en que el coste del fracaso, es decir, sus ramificaciones sobre la política exterior y los intereses estratégicos de EEUU, sea de tal calibre que eso pueda ayudarles a conseguir un papel más justo de EEUU en estas negociaciones.

Los estudiosos del conflicto árabe-israelí conocen por lo general los contornos de cualquier acuerdo viable de paz que la mayoría de israelíes y palestinos podrían aceptar en un referéndum público. 
 
La mayor parte de los observadores neutrales están de acuerdo en que tal resultado debe incluir un estado palestino contiguo y viable alrededor de las fronteras de 1967, con pequeños intercambios de tierras, canjeando fundamentalmente tres zonas de asentamientos israelíes y creando una conexión entre Gaza y Cisjordania; compartiendo los lugares sagrados de Jerusalén; y una resolución justa y aceptada (i.e., por Israel) del problema de los refugiados palestinos.
 
 La Iniciativa Árabe de Paz, aprobada por la Liga Árabe y la Organización de Cooperación Islámica, es considerada una oferta razonable que permuta la retirada israelí a las fronteras de 1967 por la normalización de relaciones con 56 países árabes e islámicos.

Así pues, el problema está menos en los resultados reales de las conversaciones y más en cómo conseguir que los participantes acepten estos compromisos ampliamente consensuados con los que ambos pueblos puedan vivir. 
 
Tener a las autoridades estadounidenses en cada paso del largo camino a recorrer facilitará las cosas para que las partes (sobre todo los israelíes) lleguen a aceptar esas conclusiones, finalmente inevitables y ampliamente aceptadas, como precio para la paz.

Como la ocupación israelí continúa y los ocupantes israelíes muestran pocas señales de querer poner fin a la pesadilla de 46 años de duración arrojada sobre los palestinos, cada vez son más los países que ya no están dispuestos a comprar las viejas excusas israelíes.
 
 La única superpotencia que queda se ha mantenido del lado de Israel, aunque en público niega abandonar los aceptados requerimientos internacionales para la paz. 
 
Tener a funcionarios estadounidenses en la sala de negociaciones hará que los israelíes tengan que enfrentarse con la difícil opción de aceptar los requerimientos de la paz o arriesgarse a perder a su último amigo y aliado internacional.

Daoud Kuttab es colaborador habitual de Al-Monitor’s Palestine Pulse. Periodista palestino y activista de los medios, fue Profesor Ferris de Periodismo en la Universidad de Princeton y es en la actualidad director general de Community Media Network, una organización sin ánimo de lucro dedicada al desarrollo de medios de comunicación independientes en la región árabe. Twiter: @daoudkuttab

http://www.al-monitor.com/pulse/originals/2013/07/israel-palestine-peace-talks-americans.html

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