Pablo Gonzalez

Políticas capitalistas fuerzan la salida de miles de jóvenes franceses


“Este país no ofrece un lugar a la juventud, no hay recambio generacional y existen miles de trabas para ingresar al mercado laboral”, dijo a Télam Clément, de 29 años, empleado de una multinacional que en dos semanas se instalará con su familia en Shanghái.

“La juventud continua siendo sacrificada, abandonada y relegada en Francia”, agregó Clément, que partirá con su mujer y su hija de dos años.

“Los dos vamos a China con trabajo. Estamos muy contentos y confiados, tanto que no sabemos si volveremos”, confió.

Más de 1.600.000 franceses viven en el exterior, según los medios de comunicación galos.

Sin embargo, en los últimos meses el número de emigrantes creció. Elección o necesidad se mezclan entre las motivaciones de los franceses que cada año dejan las hexagonales fronteras galas.

La crisis capitalista saca a la luz la necesidad que urge a Francia de encontrar nuevas perspectivas para el futuro de su juventud.

Como en la mayoría de los países europeos, el desempleo no para de crecer (10,3%) y ataca principalmente a los jóvenes menores de 25 años (26%). Y dentro de esta franja a los menos formados, quienes cuentan con menores posibilidades financieras de hacer realidad su sueño de emigrar.

En contrapartida, la emigración calificada (jóvenes con títulos universitarios y maestrías) parte especialmente a Asia, ya sea a las grandes potencias de la región (China, Japón e India), o a los países del Golfo o Australia.

No obstante, Gran Bretaña, Estados Unidos y Canadá (especialmente en las ciudades francófonas), continúan figurando al frente de los destinos de los nuevos emigrantes.

América del Sur y el norte de Africa también aumenta cada año el número de nuevos emigrantes franceses, según reconoció el gobierno francés sin dar cifras puntuales.

“Hace años ando saltando de un trabajo a otro sin que ninguno me convenza. Cuando fundé mi empresa no me fue bien. La vida es muy cara en Paris, todo el dinero se va en el alquiler, la comida y los impuestos. Prefiero vivir con menos y en un lugar mas tranquilo”, sostuvo, Benoit, de 33 años quien decidió emigrar a Senegal para trabajar en una ONG local.

La fragilidad de la economía francesa es un motor para Reda y Asia, pareja de flamantes arquitectos de 23 y 24 años, quienes tras finalizar sendas pasantías partirán a instalarse en Dubai.

“Ni siquiera buscamos trabajo en Francia, porque para los jóvenes de nuestra edad sólo ofrecen puestos por el sueldo mínimo. Nuestra búsqueda se centró directamente en el exterior, en los países del Golfo y del norte africano que crecen año a año“, aseguró Asia, hija de inmigrantes marroquíes.

“Mis padres se sorprendieron pues ellos soñaban con que nos instaláramos en Estados Unidos y no en un país árabe”, relató sonriente Asia.

Ante la consulta de Télam, de si la crisis fue el motor de su partida, Reda sostuvo que no fue sólo por eso, sino porque en Francia “existe un clima económico y social nauseabundo. No soportamos la xenofobia que empieza a instalarse”.

Un estudio de la multinacional Deloitte sostiene que el 27% de los jóvenes que finalizan sus estudios universitarios desea trabajar fuera de Francia contra el 15% en 2012.

Mientras que una reciente encuesta del diario conservador Le Figaro da cuenta de que el 75% de los franceses se dice preocupado por el éxodo de jóvenes.

“¿Me quedaría en Francia si fuera más fácil cambiar de trabajo? No. Pero sin dudas si la crisis no tuviera este impacto, lo pensaría de otra manera”, concede Marion, diseñadora grafica de 28 años, que en setiembre partirá a instalarse en Montreal “por elección, no por necesidad”.

Por su parte, Stéphane, periodista y documentalista de 31 años, anhela cumplir su “sueño americano”. Tras vivir tres años en Argentina y recorrer Latinoamérica regresó a Francia, donde después de cinco años no logra encontrar un trabajo fijo.

Ahora, Stéphane planea radicarse en Estados Unidos para potenciar una aplicación de telefonía móvil diseñada junto a un grupo de amigos.

“Crear una empresa para trabajar con nuevas tecnologías en Francia es suicida. Entre la burocracia y los impuestos es mas fácil naufragar que tener éxito”, sentencia el parisino Stéphane.

Telam

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