Dejemos a un lado el hecho de que, en 1919, León Trotsky concediera empleo y mando en el recién organizado Ejército Rojo a casi cincuenta mil oficiales zaristas o que al año siguiente ordenara el exterminio de los marinos revolucionarios de Kronstadt levantados contra el gobierno.
Olvidemos que en 1993 el diario “The independent” publicara una investigación del historiador William Chase, según la cual Diego Rivera y Trotsky habían llegado al extremo de ser confidentes del FBI, al que proporcionaron información sobre los más destacados comunistas mexicanos. (Nota)
No hagamos caso de los archivos del (FBI) Federal Bureau of Investigation, donde se demuestra que Trotsky fue un estupendo chivato, en el más amplio sentido de la palabra. (Para los curiosos, ahí queda el archivo estatal con el número RG-84). (Nota)
Comprendamos a Trotsky, prestándose a colaborar con esa agencia, porque fue condición sine qua non para que el “revolucionario” obtuviera un visado de entrada en Estados Unidos.
El pobre León no tuvo más remedio que entregar a los oficiales estadounidenses una amplia lista sobre personas que el gobierno yanqui consideraba enemigos, tanto mexicanos como norteamericanos.
Pasemos por alto la campaña que, justo tras la delación, se organizó desde Washington para que le concediera asilo político al bravo luchador “socialista”.
No tengamos en cuenta que Don León, una vez en territorio estadounidense, pidiera sus apóstoles y simpatizantes (en el Congreso Mundial contra la Guerra y el Fascismo, lo mismo que en el Congreso Sindical Latinoamericano), que le entregaran los nombres de los delegados soviéticos que pudieran ser agentes de la GPU (Administración Política del Estado, en la antigua URSS) para transmitírselos de inmediato al FBI.
Dejemos en el baúl de los recuerdos el hecho de que Trotsky aceptara encantado una invitación para comparecer ante el Comité Dies, conocido posteriormente como Comisión de Actividades Antiamericanas, aunque el visado le llegara más tarde y no pudiera declarar.
Olvidemos que Trotsky informara al gobierno de Estados Unidos por otros medios, desde el propio suelo mexicano.
LEON TROTSKY EN SUS TIEMPOS COMO DELATOR Y CONFIDENTE DEL F.B .I.
Según los documentos conservados, en junio de 1940, Robert McGregor, Cónsul de EE.UU. en México, se reunió con Trotsky en varias ocasiones, durante las que el “revolucionario” entregó al citado funcionario un listado con los nombres de las publicaciones progresistas de México, de los dirigentes políticos y sindicales, de los funcionarios públicos relacionados con el Partido Comunista Mexicano, además de denunciar que Carlos Contreras, uno de los dirigentes de la Internacional Comunista, participaba en la dirección del PCM, como delató a Narciso Bassols, antiguo embajador de México en Francia, diciendo que era un agente soviético, para conseguir su expulsión de México.
Y así podríamos llenar el blog con las “heroicidades” de aquel personaje, alma, corazón, vida e inspiración de sus discípulos en la izquierda otanista, de sus monagos en los movimientos “anti-antiguerra”.
Sin embargo, hemos de reconocer que el trotskismo ha prestado grandes servicios al imperialismo, patrocinando grupos anticomunistas que lucharon contra el régimen socialista del Este europeo, apoyando la contrarrevolución lanzada desde 1989 a 1991 y aplaudiendo a todas las fuerzas pro imperialistas y anticomunistas, responsables de la liquidación de la Federación Socialista Yugoslava, de las terribles guerras civiles que allí se produjeron y de ulterior intervención militar y política del imperialismo euro- norteamericano.
Como suele decirse, los trotskistas son “camaradas de ruta” del proceso contrarrevolucionario inspirado por Margaret Thatcher, Ronald Reagan, George Bush padre e hijo, Helmut Kohl y Juan Pablo II.
Son los nuevos y vibrantes izquierdistas de la OTAN. Personajes como el novelista cubano Leonardo Padura, quien se permite insultar al Ché Guevara diciendo que el guerrillero “hubiera sido un asomo de Trotsky” en la isla más digna del globo, lo que alborozadamente publicaron en Rebelión.org los monaguillos de Santiago Alba Rico, actual dictador-en-jefe de la página citada.
Pero pocos somos los que no olvidamos que el “padre de la Revolución Permanente”" fue permanentemente un contrarrevolucinario impenitente, como aquellos que ayer azuzaron la invasión y masacre en Libia y hoy vitorean al terrorismo más brutal en Siria, desde plataformas como Gara, Rebelión, Público, La Sexta, Diagonal o Le Monde Diplomatique.
Olvidemos que en 1993 el diario “The independent” publicara una investigación del historiador William Chase, según la cual Diego Rivera y Trotsky habían llegado al extremo de ser confidentes del FBI, al que proporcionaron información sobre los más destacados comunistas mexicanos. (Nota)
No hagamos caso de los archivos del (FBI) Federal Bureau of Investigation, donde se demuestra que Trotsky fue un estupendo chivato, en el más amplio sentido de la palabra. (Para los curiosos, ahí queda el archivo estatal con el número RG-84). (Nota)
Comprendamos a Trotsky, prestándose a colaborar con esa agencia, porque fue condición sine qua non para que el “revolucionario” obtuviera un visado de entrada en Estados Unidos.
El pobre León no tuvo más remedio que entregar a los oficiales estadounidenses una amplia lista sobre personas que el gobierno yanqui consideraba enemigos, tanto mexicanos como norteamericanos.
Pasemos por alto la campaña que, justo tras la delación, se organizó desde Washington para que le concediera asilo político al bravo luchador “socialista”.
No tengamos en cuenta que Don León, una vez en territorio estadounidense, pidiera sus apóstoles y simpatizantes (en el Congreso Mundial contra la Guerra y el Fascismo, lo mismo que en el Congreso Sindical Latinoamericano), que le entregaran los nombres de los delegados soviéticos que pudieran ser agentes de la GPU (Administración Política del Estado, en la antigua URSS) para transmitírselos de inmediato al FBI.
Dejemos en el baúl de los recuerdos el hecho de que Trotsky aceptara encantado una invitación para comparecer ante el Comité Dies, conocido posteriormente como Comisión de Actividades Antiamericanas, aunque el visado le llegara más tarde y no pudiera declarar.
Olvidemos que Trotsky informara al gobierno de Estados Unidos por otros medios, desde el propio suelo mexicano.
LEON TROTSKY EN SUS TIEMPOS COMO DELATOR Y CONFIDENTE DEL F.B .I.
Según los documentos conservados, en junio de 1940, Robert McGregor, Cónsul de EE.UU. en México, se reunió con Trotsky en varias ocasiones, durante las que el “revolucionario” entregó al citado funcionario un listado con los nombres de las publicaciones progresistas de México, de los dirigentes políticos y sindicales, de los funcionarios públicos relacionados con el Partido Comunista Mexicano, además de denunciar que Carlos Contreras, uno de los dirigentes de la Internacional Comunista, participaba en la dirección del PCM, como delató a Narciso Bassols, antiguo embajador de México en Francia, diciendo que era un agente soviético, para conseguir su expulsión de México.
Y así podríamos llenar el blog con las “heroicidades” de aquel personaje, alma, corazón, vida e inspiración de sus discípulos en la izquierda otanista, de sus monagos en los movimientos “anti-antiguerra”.
Sin embargo, hemos de reconocer que el trotskismo ha prestado grandes servicios al imperialismo, patrocinando grupos anticomunistas que lucharon contra el régimen socialista del Este europeo, apoyando la contrarrevolución lanzada desde 1989 a 1991 y aplaudiendo a todas las fuerzas pro imperialistas y anticomunistas, responsables de la liquidación de la Federación Socialista Yugoslava, de las terribles guerras civiles que allí se produjeron y de ulterior intervención militar y política del imperialismo euro- norteamericano.
Como suele decirse, los trotskistas son “camaradas de ruta” del proceso contrarrevolucionario inspirado por Margaret Thatcher, Ronald Reagan, George Bush padre e hijo, Helmut Kohl y Juan Pablo II.
Son los nuevos y vibrantes izquierdistas de la OTAN. Personajes como el novelista cubano Leonardo Padura, quien se permite insultar al Ché Guevara diciendo que el guerrillero “hubiera sido un asomo de Trotsky” en la isla más digna del globo, lo que alborozadamente publicaron en Rebelión.org los monaguillos de Santiago Alba Rico, actual dictador-en-jefe de la página citada.
Pero pocos somos los que no olvidamos que el “padre de la Revolución Permanente”" fue permanentemente un contrarrevolucinario impenitente, como aquellos que ayer azuzaron la invasión y masacre en Libia y hoy vitorean al terrorismo más brutal en Siria, desde plataformas como Gara, Rebelión, Público, La Sexta, Diagonal o Le Monde Diplomatique.
(Archivos del FBI) http://vault.fbi.gov/leon-trotsky