RUI FERREIRA / EL MUNDO.ES – El voto cubano en Miami ya no es lo que era, cuando controlaba centenares de miles de electores, imponía y disponía en el sur de Florida y su influencia abarcaba, incluso a la Casa Blanca.
En las elecciones presidenciales y generales del martes, los demócratas barrieron en el estado del Sol y, no sólo lograron una victoria aplastante del presidente Barack Obama en los cuatro condados más importantes y populosos del sur de Florida, (Miami-Dade, Palm Beach, Broward y Monroe) sino que además lograron desbancar a dos importantes congresistas republicanos. El cubanoamericano David Rivera y el afroamericano Allan West, niño querido de los extremistas del ‘Tea Party’.
En estas elecciones, el ‘voto cubano’ sufrió una transformación importante. Con la derrota de Rivera, a manos del demócrata Joe García, perdieron un tercio de sus posiciones. Les queda en la Cámara de Representantes en Washington apenas dos congresistas republicanos cubanoamericanos de Florida, Ileana Ros-Lehtinen y Mario Díaz-Balart, pero ambos se presentaron a las urnas sin contrincantes. En Washington quedan, todavía, los senadores Marco Rubio, republicano por Florida, Bob Menéndez, demócrata por New Jersey y el congresista Albio Sires, también demócrata por New Jersey, pero ninguno de estos tres escaños estuvo en juego en este ciclo electoral.
El ex gobernador Mitt Romney tuvo una importante votación entre el electorado cubano en Miami. Sin embargo, no fue suficiente para impedir la victoria del presidente Obama. Históricamente, el voto cubano controlaba la mitad del electorado del condado Miami-Dade, pero este año Obama se alzó con dos tercios del electorado. Romney obtuvo menos que McCain el año 2008, que perdió solo por 3%.
“El voto cubano está dividido. Es un hecho. Al parecer el voto ahora es generacional, con los más ancianos manteniéndose irreductibles en sus posiciones, mientas que una generación más joven está creciendo y consolidando como un importante factor político”, consideró a ELMUNDO.es, el analista político, Álvaro González.
En su opinión, hay que agregar como un factor complementario, el hecho de que el grueso de los hispanos salió a votar en masa y anuló la fortaleza del voto cubano. “Romney siempre tuvo dificultad en conectar con el electorado hispano. Pero en el sur de Florida el asunto es más impactante porque durante toda la campaña los cubanos republicanos vivieron en una realidad virtual, convencidos de que el gobernador estaba electo de por sí, apenas porque sólo con el voto cubano ya lo tenía asegurado”, agregó el analista.
Pero no ha sido así. Entre otras razones porque, si bien Romney siempre fue muy vago en sus promesas electorales, nunca detalló sus planes y muy pocos sabían en que consistían sus propuestas, al menos en el caso cubano fue claro. Su mensaje constante fue el de acabar con el régimen cubano. Un tema ya gastado, que ha sido recurrente en todas las elecciones desde que Fidel Castro llegó al poder en La Habana el año 1959, y en el cual –a todas luces– nadie cree ya.
Sin embargo Obama, se vio favorecido por las nuevas generaciones porque, al menos en materia de inmigración la única promesa electoral del 2008 que mantuvo, estuvo relacionada con la emigración de la isla comunista. El presidente les prometió que iba a levantar todas las restricciones de viaje a Cuba y autorizar el envío ilimitado de remesas monetarias y paquetes de regalos. Lo cumplió el 2010 y desde entonces unos 400.000 cubanoamericanos viajan anualmente a la isla. En estas elecciones, Romney prometió acabar con todo eso y se olvidó de la relevancia del dicho cubano de que “para tras, ni para coger impulso”.
“Fue una promesa equivocada. Inspirada por la derecha del exilio cubano, totalmente fuera de la realidad”, agregó González.
Uno de los que sufrió esto fue precisamente David Rivera. Frente a un candidato demócrata como Joe García, profundamente conectado con Obama y uno de los arquitectos de la flexibilización de su política hacia Cuba y que el presidente implementó el 2010, Rivera hizo una campaña prometiendo ser más duro con el régimen de la isla, aislar a la comunidad exiliada de sus familias en Cuba y cancelar todos los vuelos y envíos de remesas. A todo esto, hubo de batallar una campaña sometido a tres investigaciones criminales por mal uso de fondos electorales y, aunque una ha sido archivada, las autoridades federales todavía siguen hurgando en la presunta forma de como Rivera financió ilegalmente la campaña de un oscuro recepcionista de un hotel de Miami Beach, que súbitamente se presentó ante las primarias demócratas con el claro objetivo de sacar a García de enfrente de su rival republicano.
En estas elecciones, por carambola, tanto el senador Marco Rubio, como la congresista Ros-Lehtinen, terminando perdiendo porque a última hora dieron su respaldo a Rivera, cuando todas las encuestas ya daban a García como ganador por el mismo margen con que se impuso el martes por la noche, una diferencia de más de 10.000 votos.
Posiblemente por eso, el miércoles por la mañana, Marco Rubio ha cambiado de discurso. “A partir de ahora debemos concentrarnos en lograr una serie de reformas de inmigración. Los dos partidos debemos enfocarnos en eso, junto al presidente”, dijo Rubio, cuyo nombre llegó a ser barajado como posible compañero de papeleta de Mitt Romney.
Pero el ex gobernador de Massachusetts no lo escogió, y este miércoles por la mañana, en las antenas de la radio controlada por el sector radical del exilio cubano en Miami, muchos sangraban por la herida. “Déjeme decirle que este Rodney perdió porque no escogió al senador Rubio, un cubano de buenas familias, que le hubiera dado el voto latino”, dijo un oyente a la emisora ‘Radio Mambí’. El locutor de turno no hizo ni el intento de explicarle que los hispanos en Estados Unidos jamás votarían por una papeleta que incluyera a Rubio, porque éste siempre ha abogado por la exclusión de los ilegales y la criminalización de los indocumentados como propugna una controversial ley, aprobada el año pasado en el estado de Arizona.
‘No hemos rezado lo suficiente’
Pero cuando una mujer llamó a la misma emisora y, evocando el nombre de Dios, preguntó, “¿porqué el Señor nos ha abandonado y dejó al negro en la presidencia?”, el locutor contestó, impávido y sereno: “Porque no hemos rezado lo suficiente”.
Hace cuatro años que los sectores republicanos tradicionales del exilio cubano perdieron toda conexión con la Casa Blanca. Incluso en los últimos años de la administración de George W. Bush, ya no fueron tan fluidas como entonces los republicanos hicieron ver. Pero, tras los resultados de estas elecciones presidenciales, son muy difíciles de reanimar. Después de todo, en el sur de Florida, el sector radical del exilio, que por décadas puso y dispuso, se cebó públicamente con Obama.
“Han perdido su influencia total, dejando así a la Casa Blanca más libre para actuar en su política exterior con respecto a Cuba y el resto de las naciones latinoamericanos. Algo bueno para Cuba y América Latina, pero también para los Estados Unidos ya que en este continente la relación con nuestros pueblos y gobierno no puede ser más distante”, dijo a ELMUNDO.es, el periodista cubanoamericano, Max Lesnik.