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Clinton alimenta desconfianza con China para mantener hegemonía USA


La secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, llega hoy a China en visita oficial. Algunos han etiquetado su más reciente tour por la región Asia-Pacífico como un viaje de “clausura”, ya que Clinto podría dejar su cargo como secretaria de Estado si Barack Obama resulta reelegido en los comicios presidenciales en noviembre.

La mayor “contribución” que ha hecho Clinto a la diplomacia estadounidense es haber puesto una “pica” en Asia, un movimiento que, aparte de elevar la desconfianza mutua entre Pekín y Washington, aún no ha producido ningún beneficio práctico para •EE.UU.

Parece que EE.UU. esta intentando alcanzar dos objetivos, que son: renovar el vigor de su economía doméstica y controlar el ascenso de China, con el fin de mantener su hegemonía mundial, que es, en última instancia, su objetivo estratégico.

Pero esta meta de control sobre el ascenso chino es el objetivo estratégico equivocado de EE.UU. Esta potencia líder, a pesar de sus ventajas, cuenta con una fortaleza limitada y bastantes tareas espinosas en su diplomacia.

En apariencia, la propuesta de Clinton de restringir a China con diplomacia de “poder inteligente” funciona en la cuestión del Mar de China Meridional, pero parece ser un mero truco desde la perspectiva de la estrategia de una superpotencia.

En lo que respecta a la recuperación económica doméstica, la administración Obama no tiene nada de lo que presumir. La retórica de Clinton, como la idea de la “pica en Asia” o la “diplomacia de internet” ayuda a atraer a la opinión pública y levanta ilusiones entre los votantes en casa que creen que la verdadera crisis deriva del “rápido crecimiento” de China y la “falta de democracia”.

Como secretaria de Estado, Clinton ha fracasado en explicar a los estadounidenses esta simple lógica: a largo plazo, EE.UU. sólo puede competir y cooperar con China en pie de igualdad y contará cada vez con menos recursos para dominar y doblegar a China.

Clinton ha lanzado varios eslóganes durante sus frecuentes visitas al exterior, pero no ha conseguido contribuir a innovar el pensamiento estratégico de EE.UU. respecto a China. Situar apropiadamente a China en el marco diplomático es un test para la mentalidad estadounidense, más que para su fuerza militar o para comprobar con cuántas alianzas cuenta.

Si las élites de EE.UU. creen que su propia democracia puede garantizar eternamente su dominio del mundo y que el camino de desarrollo de China llegará a un punto muerto tarde o temprano, EE.UU. no necesita emprender reforma alguna.

La diplomacia del “poder inteligente” de Clinton ha fomentado los roces entre China y algunos países vecinos respecto a disputas territoriales. Como resultado, los chinos han sentido más de cerca la presión estratégica de EE.UU.

Sin embargo, es precisamente durante los últimos años cuando los chinos se han vuelto más fríos a la hora de lidiar con los pequeños roces. Clinton, hasta cierto punto, ha ayudado a impulsar la madurez diplomática de China.

La forma en que EE.UU. y China se ven mutuamente decidirá ampliamente las relaciones internacionales en Asia-Pacífico en el nuevo siglo. Esperemos que Clinton pueda reflexionar sobre el profundo daño que está causando a las relaciones sinoestadounidenses en los pocos meses antes de abandonar su cargo e intente arreglarlos.



*Artículo de opinión publicado originalmente en Global Times

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