El éxito de Hugo Chávez de ingresar al Mercosur y aislar al gobierno del Paraguay, demuestra la soledad del discurso pro-yanqui en Sudamérica
Por muchas décadas la clase política paraguaya se sintió cómoda con el discurso pro-norteamericano, y se instaló en la sociedad de Paraguay que contradecir esa tendencia era políticamente marginal.
Los últimos acontecimientos, en que el gobierno de Asunción y la prensa adicta al imperio quedó totalmente enterrada por la propaganda bolivariana, que incluso instaló que en Paraguay sucedió un golpe de estado que no fue tal, demostraron la soledad del discurso pro-yanqui en Sudamérica.
El más grave de los muchos errores cometidos por el Frente Guasu y su líder Fernando Lugo, fue desaprovechar la magnífica oportunidad para unirse a la corriente anti-imperialista. Siempre vacilantes, prefirieron conservar sus buenas relaciones con la embajada norteamericana, fuente de fondos para la mayoría de los grupos que conforman el Frente Guasu.
Como lo expuse en incontables ocasiones, USAID regaba con fondos a varias ONG que usaban como mampara los movimientos luguistas, entre ellos Tekojoja y Pmas, lo cual explicaba la actitud dubitativa de estos grupos. Además, el NED subsidiaba a la mayoría de los medios que los publicitaban.
Este motivo llevaba Lugo y los suyos a desmentir constantemente relación alguna con Hugo Chávez y la constelación bolivariana en todas las conferencias de prensa. Es más, en todo momento el gobierno de Lugo buscaba ser identificado con el de la Colombia de Uribe, con la cual había firmado acuerdos, e incluso habían sido condecorados militares colombianos que fueron enviados a Paraguay a colaborar con la represión de campesinos.
El mismo James Petras recalcó que Lugo “firmó acuerdos con (el expresidentes colombiano Álvaro) Uribe –el peor asesino de la región- para el entrenamiento de fuerzas especiales de represión; firmó acuerdos con el Pentágono para extender las operaciones norteamericanas en América Latina: reprime a los campesinos en los cuatro años que llevaba de gobierno traicionando las promesas que realizó en su campaña electoral. Para nada es un progresista. A pesar que Chávez, Evo Morales y todos los demás lo llaman un líder progresista, no es así”.
En el mismo contexto, Fernando Lugo traicionó a seis campesinos paraguayos detenidos injustamente, denunció especialista en DDHH argentino Eduardo Suáres. “Existió una responsabilidad muy grande de Lugo y los dirigentes luguistas. Es decir, Fernando Lugo dejó abandonados a su suerte a los 6 campesinos”.
Lugo durante su reinado acató una y otra vez los dictados del FMI, intentó tomar distancia de la izquierda radical y del chavismo, creyendo que se trataban de fuerzas políticamente marginales, y tratando de conservar el favor de la prensa ultraderechista de Paraguay. Ni un solo gesto, ni una sola palabra, ni un solo guiño al anti-imperialismo dejó tan siquiera entrever el luguismo durante su gestión de cuatro años en el gobierno.
Finalmente, viéndose ya superado por los acontecimientos, a pocas horas de ser destituido, Lugo golpeó desesperado las puertas de la embajada norteamericana solicitando clemencia inútilmente.
Poco después, el Senado votaba su destitución y se hacía evidente que ya había perdido el favor de la embajada norteamericana que a través de James Cason, USAID y el NED lo llevó al poder.
Ni Lugo ni el Frente Guasu habían tenido la visión ni el coraje de aprovechar la soledad en que se encontraba el discurso proyanqui en Sudamérica, y esa indecisión contribuyó a que sea desalojado del poder con toda facilidad.
Ahora el Frente Guasu, que el año que viene deberá conformarse con pelear el cuarto lugar en las elecciones presidenciales, estará lamentando haber desaprovechado la soledad del discurso pro-yanqui. Y como dice un sabio proverbio árabe, hay cuatro cosas que en la vida jamás vuelven: una bala disparada, una palabra hablada, un tiempo pasado y una ocasión desaprovechada.
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