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Israel-palestina: un explosivo informe francés sobre el tema del agua

El informe fue enviado en diciembre por el diputado francés, pero está provocando, con la traducción de ciertos pasajes, una sarta de reacciones en Israel, luego de más de un mes de su publicación en la prensa israelí.
 
Este informe para la Comisión de Asuntos Exteriores de la Asamblea Nacional enviado por el diputado socialista Jean Glavany, describe el problema del agua como “revelador de un nuevo apartheid en Oriente Medio” 
 
“Estamos sorprendidos e indignados ante este informe del señor Glavany, que ha introducido, en el último momento, una terminología extremista sin informar a sus colegas”, se subleva el portavoz del ministerio israelí de Relaciones Exteriores Ygal Palmor, que denuncia en Haaretz un informe “lleno de verbos tomados de una propaganda viciosa, ajena al tradicional espíritu crítico”.

Del uso de la palabra “apartheid”

Entrevistado por Le Monde.fr, Jean Glavany niega haber agregado en el último momento el término “apartheid”, sino que lo hizo con conocimiento de causa “sabía que no les iba a gustar (…) pero a fuerza de no querer irritar, uno va dejando pasar”, reacciona el diputado socialista que afirma ser “un amigo de Israel” y que pretende hablar “del fondo y no de la forma de la palabra”. 
 
Sobre la metodología, el diputado aclara que estuvo “una semanita” en la región junto con otros representantes franceses –Líbano, Jordania, Israel y los Territorios Palestinos– y que entrevistó a “los ministros israelíes y palestinos del agua, a otros diplomáticos y ONG, “Ese informe no se elaboró en nuestra oficina de la Asamblea nacional” afirma el diputado respondiendo a las críticas.
 
En su informe de prensa del miércoles 18 de febrero, el ministerio de Relaciones Exteriores declina hacer cualquier comentario diciendo "no acostumbramos a comentar el contenido de los informes parlamentarios”.

Precisamente sobre el terreno, lejos de las oficinas de la Asamblea Nacional, Gidon Bromberg, director israelí de Friends of the Earth Middle East –una ONG que agrupa a jordanos, israelíes y palestinos para la promoción de la paz y el desarrollo sustentable en la región– se refiere al “histórico” problema del agua en el área. “Israel no reparte el agua con los palestinos de manera equitativa”, comenta este especialista en cuestiones de agua y seguridad.
 
“Los israelíes consideran que el agua es un problema que compete a la esfera militar, algo que imposibilita los debates o la introducción de proyectos innovadores y equilibrados que por lo tanto quedan relegados a un segundo plano”, analiza por su parte Pierre Berthelot, investigador del Instituto Francés de Análisis Estratégico, en la edición enero-febrero de la revista “Questions internationales” Situación geográfica de la franja de Gaza y de Cisjordania. La espinosa cuestión del agua formaba parte de los acuerdos de Oslo de 1995, que no se negociaron en el año 2000 como estaba previsto, con el estallido de la segunda intifada. 
 
Si los expertos y las ONG están de acuerdo en considerar el agua como “un instrumento militar” según la expresión utilizada por Mark Zeitoun, investigador de la universidad East Anglia de Gran Bretaña, se trata de la forma en que se ha utilizado la palabra "apartheid” lo que se cuestiona en el informe.

Para Mark Zeitoun, especialista en administración ambiental, “si se define “apartheid” como una discriminación sobre bases racistas entonces se puede hablar de apartheid del agua”. Gidon Bromberg, en cambio, deplora el uso de este término: “esa palabra no ayuda, enfurece a la gente”, explica en alusión a la reacción del gobierno israelí. Para los palestinos el problema de la distribución del agua es diferente en Cisjordania y Gaza. Se trata en principio de una realidad geográfica:
 
Israel está ubicado aguas arriba con relación a Cisjordania, mientras que Gaza se encuentra aguas abajo con relación a Israel. La definición de la toma de aguas fue un punto crucial en los acuerdos de Oslo II, que enmarcan la captación de aguas mediante pozos: en Cisjordania, toda excavación con ese objeto necesita una autorización del Joint Water Commitee, una comisión mixta integrada por israelíes y palestinos.
 
“En la práctica son los israelíes los que deciden, y en general a favor de los pedidos israelíes no de los palestinos”, señala Stéphanie Oudot, adjunta del departamento de aguas y saneamiento de la Organización Francesa para el Desarrollo. 
 
Esta especialista en el tema del agua ha trabajado durante siete años como jefa de proyecto en la región.

El informe Glavany menciona así el funcionamiento “la modalidad del consenso concede de facto el poder de veto a Israel” En la zona C, las autorizaciones deben ser aprobadas por el ejército israelí, todavía más reticente a acordarlas : 
 
“Es necesario saber, por ejemplo, que los 450.000 colonos israelíes de Cisjordania, utilizan más agua que los 2,3 millones de palestinos” destaca el informe Glavany. Mark Zeitoun, agrega que en efecto “los palestinos utilizan, anualmente, alrededor de 70 millones de m3 de agua frente a los 222 millones de m3 de los colonos israelíes”.

El informe detalla la “sistemática” destrucción, por parte del ejército israelí, de los pozos espontáneamente construidos por los palestinos. “Generalmente se destruyen los pozos si se han hecho sin permiso", matiza Gidon Bromberg. 
 
Una apreciación similar sobre este punto del informe realiza Stéphanie Oudot que destaca que la perforación de estos pozos “esencialmente agrícolas” no es “sistemática”

Graves problemas sanitarios

El director israelí de la ONG Friends of Earth Middle East menciona también los graves problemas sanitarios. Frente a la falta de este recurso los palestinos deben comprar agua municipal, que es barata pero limitada, explica el experto en temas de agua. Los habitantes se dirigen entonces al aprovisionamiento privado. Según datos del Banco Mundial los palestinos gastan un 8% de sus ingresos en agua.
 
Para el agua no municipal “no existen controles: (el agua) puede estar contaminada con las consecuencias conocidas: dolores abdominales, diarreas” Por su parte Stéphanie Oudot describe lo siguiente: “piscinas y jardines regados por los colonos mientras a su lado los palestinos deben ir a buscar agua a un pozo con un balde”.

Como corolario del tema del agua está el saneamiento. Las aguas de Cisjordania fluyen efectivamente hacia Israel, ahora bien, “ no existe una sola estación de depuración de efluentes, en Ramallah, en Cisjordania y las necesidades son importantes”, señala Stéphanie Oudot.
 
Las aguas residuales fluyen así hacia Israel que acusa a los palestinos de no intervenir en la contaminación del agua. “Debido a la dominación israelí los palestinos no se hallan alentados a tratar las aguas que por lo tanto se hallan contaminadas”, explica Gidon Bromberg.
 
“Se considera también que del 30% al 40% del agua se pierde por las fisuras no reparadas de los canales” del lado palestino, prosigue Gidon Bromberg, que destaca esta situación paradójica: “dada la falta de cooperación de los palestinos, Israel desiste de cuidar sus propios intereses”.

Para administrar las aguas residuales procedentes de Cisjordania, los israelíes han construido en Israel plamtas depuradoras “e inmediatamente después reutilizan esa agua para la agricultura”, señala Stephanie Oudot. 
 
Israel amortiza inmediatamente la construcción y el mantenimiento de esas plantas depuradoras “usando solo los impuestos pagados por la autoridad palestina”. 
 
Desde hace un año o dos, destaca la Agencia Francesa para el Desarrollo, las solicitudes presnetadas por la Autoridad Palestina para la construcción de plantas depuradoras se han concedido, quizá debido a ese indorme de 2009 del Banco Mundial que denunciaba el control del agua por parte de Israel en Cisjordania, explica el experto. 
 
Además de las capas compartidas, Stephanie Oudot menciona la cuestión del Jordán, desviado aguas arriba por Israel “lo que vuelve a los palestinos muy dependientes de Israel en materia de agua potable”.

El reparto de aguas en Cisjordania se precisó en los acuerdos de Oslo II de 1995. Acuerdos “respetados” subraya Mark Zeitoun pero de forma “asimétrica” y “falseada”: el texto tenía una validez temporaria pero nunca se volvió a negociar, señala el investigador. 
 
Además no tiene en cuenta las necesidades de agua de una población que se ha duplicado desde 1995, según las estimaciones del Banco Mundial.

En Gaza es todavía peor


“En Gaza es todavía peor; la calidad del agua es espantosa”, testimonia Gidon Bromberg. Pero al contrario de lo que sucede en Cisjordania, aquí los palestinos pueden perforar libremente. “Miles de habitantes cavan sus propios pozos”, prosigue Gidon Bromberg.
 
“Como Israel está aguas arriba los israelíes por su parte perforan como locos, por lo que se produce una verdadera sobre-explotación”, agrega Stephanie Oudot. 
 
En una región superpoblada donde los habitantes bombean agua escasa, lo que emerge de la tierra es agua salada “Los Gazatíes ya no pueden beber agua del grifo”, testimonia Stéphanie Oudot, que alerta acerca de una “situación humanitaria de urgencia”. 
 
Según el Banco Mundial, en Gaza “solo entre un 5% y un 10% del acuífero responde a los estándares de calidad”. Según el informe de Glavany “en Gaza las reservas de agua fueron blanco de los bombardeos de 2008-2009”.
 
“Eso es imposible de determinar”, relativiza Mark Zeitoun. Un poco más contemporizadora Stéphanie Oudot subraya que los bombardeos evitaron el dique de Betlaya que contiene un gran lago de aguas residuales. El saneamiento del agua representa de todos modos un problema central para la Franja de Gaza, dada su enorme carencia de infraestructuras.

En el territorio palestino el desafío crucial es el del saneamiento de las aguas, pero se trata de una tecnología muy cara. 
 
Mientras tanto Israel consolida su independencia “desalinizando las mismas aguas a orillas del Mediterráneo”, señala Gidon Bromberg. Una independencia que, estima Mark Zeitoun, debería permitir automáticamente a los israelíes "abrirse a las negociaciones con los palestinos".
 
El investigador teme que igual que otros informes sobre el agua, el informe Glavany “haga ruido (…) pero que una vez que la atención publica se diluya, la política siga siendo la misma”.
 
“La situación solo cambiará cuando Israel reconozca que la seguridad hídrica debe pasar por un reparto equitativo y justo del agua”, destaca el investigador. Gidon B. Bromberg estima que “precisamente el agua puede constituirse en un sólido vector que permita construir confianza” entre israelíes y palestinos.

Fuente: http://www.lemonde.fr/proche-orient/article/2012/01/20/israel-palestine-le-rapport-francais-explosif-sur-la-question-de-l-eau_1631311_3218.html#xtor=EPR-32280229-[NL_Titresdujour]-20120121-[titres]

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