La
VIII Conferencia Ministerial de la OMC acaba de terminar con un notable
triunfo de los países que conforman el ALBA: Bolivia, Cuba, Ecuador,
Nicaragua y Venezuela.
A medida que progresaban las negociaciones sobre
las propuestas que debía sancionar la Declaración Ministerial, el ALBA
se hacía más visible.
Cuba presentó una propuesta interesante sobre
Comercio Electrónico, que fue la primera Decisión consensuada que
conformó la débil Agenda de la Ministerial.
Ecuador presentó una
importante propuesta sobre Servicios Financieros.
Hubo varias
iniciativas de tipo crítico en que el ALBA actuó apoyándose de manera
coordinada, pero la intervención fulminante fue el documento que acabó
con el intento de pasar ilegalmente un texto como una Declaración
Ministerial consensuada.
Hay varios proyectos en giro que
convienen a las empresas multinacionales por los que abogan aquellos
gobiernos de países desarrollados y en desarrollo que se les han
subordinado.
Esos proyectos inspiran propuestas en los organismos
internacionales que buscan siempre erosionar el derecho soberano de
conducir políticas nacionales y crear, en cambio, ambientes en que las
empresas apátridas puedan actuar con desenvoltura.
Hay propuestas
favorables a ellas tan evidentes como la de validar estándares privados
como obligatorios o eliminar el derecho a limitar la exportación de
alimentos o “cosechar” con acuerdos plurilaterales los puntos en que hay
acuerdo, pero condicionado al progreso en otras áreas para mantener el
equilibrio multilateral de la negociación.
Estas iniciativas
están en oposición a los intereses de la gente en todos los países, pero
hay muchos gobiernos democráticos que no defienden otro interés que el
de los dueños del “mercado”.
Los Indignados europeos y los Ocupa
norteamericanos son la vanguardia consciente de ese 99% que en todas las
naciones es víctima de un 1% de explotadores apátridas.
Las maniobras opacas
El
desarrollo de los acontecimientos anteriores a la VIII Conferencia
Ministerial es típico de la opacidad con que actúa la Secretaría de la
OMC, dirigida por M. Pascal Lamy.
El sólito grupo de países
representantes de las multinacionales, conocidos como “los amigos del
Sistema”: Australia, EE UU, Japón, UE et al., sostuvieron reuniones, no
necesariamente en la OMC, con la Secretaría de la OMC.
No sabemos con
exactitud cuantas ni cuando, porque son reuniones muy discretas.
Lo que
si sabemos es que de esas reuniones salió un texto.
Ese texto no fue
presentado - quiero decir leído – que hasta el 29 de noviembre – 15 días
antes de la VIII Conferencia Ministerial.
El texto si había sido
conocido antes, el día 27, en un “Green Room” (Cuarto Verde), como
llaman las sesiones de M. Lamy con la cofradía de unos 20 países
escogidos por la Secretaría; otra muestra de opacidad excluyente.
Según
el Reglamento de la OMC, los documentos que se incluyen en la agenda de
las reuniones, deben ser distribuidos, por lo menos, con 10 días de
anticipación para que las delegaciones y sus gobiernos puedan
analizarlas.
Pues bien, hasta el día 29, las delegaciones de países de
la variedad “vulgaris” (unos 130) desconocían el documento.
Tampoco es
que, fuera de los autores originales del texto, los invitados al Cuarto
Verde hubiesen tenido tiempo de estudiarlo.
Hay aún otra
irregularidad.
El día 18 de noviembre circuló el Aerograma que informaba
sobre la reunión formal del Consejo General y en su agenda no figura
algún documento como texto para la VIII Conferencia Ministerial, que
luego sería su tema central de discusión.
El texto sólo fue leído en la
reunión informal del 29, por el Presidente del Consejo General, el
nigeriano Yonov Frederick Agah.
Ni siquiera se entregó a los presentes
un texto escrito, sino hasta más tarde en el día y sólo como un JOB
(documento informal) y en inglés.
Se pretendía, según el Presidente del
Consejo, que se le mirase y se opinase el día siguiente, en el Consejo
General formal.
Al día siguiente, el día 30, en el Consejo General
formal, la presidencia lo convirtió, así no más, en un documento formal y
dijo que si en 16 horas ninguna delegación lo había rechazado, se
consideraba aprobado por consenso.
Los embajadores de Bolivia,
Cuba y Ecuador protestaron en la sala por lo irregular del
procedimiento.
El cubano Rodolfo Reyes Rodríguez, dijo que era un
intento deliberado de forzar una aceptación sin permitir consultas con
las respectivos gobiernos y pidió más tiempo.
Habló con cortesía
diplomática, pero se sintió como que acusaba a la Secretaría de asalto
con premeditación, alevosía y ventaja.
Al pasar el plazo arbitrario de
16 horas ningún país había rechazado el documento, lo que demuestra la
moderación, madurez y autocontrol del ALBA, que preparaba su jugada.
El documento de la Secretaría
El
documento que debía proponerse como texto final de la VIII Conferencia
Ministerial tenía dos partes de distinta categoría y quedaba en el aire
si debía presentarse bajo el título de Declaración Ministerial o un
Informe del Presidente.
Eso es también irregular. Sobre la primera parte
aparentemente había consenso, quiere decir no había una clara
oposición, pero con detalles pendientes aplanados por miedo al “costo
político” de quedarse oponerse solo; un fantasma insustancial que ronda
por los organismos internacionales.
La segunda parte contenía las
propuestas que se debaten, por lo que es de preguntarse que hacían allí,
pero se suponía que serían sólo una información personal del Presidente
del Consejo General.
Otro “detalle” es que el papel no estaba
abierto a discusión, era una propuesta de aprobar o rechazar; un modo de
negociar que ya se ha intentado varias veces en estos últimos meses.
Una técnica que aprovecha el temor a contradecir, por el supuesto “costo
político” de hacerlo. Un criterio que personalmente no entiendo, porque
sólo o acompañado lo importante es no estar equivocado; lo que tiene
costo político y social es aceptar lo que no conviene al país.
En
una organización llena de asechanzas como la OMC no se puede dejar nada
en el aire y agrupar bajo el título de Declaración Ministerial
propuestas consensuadas y no consensuadas no parece algo casual o
inocuo.
Se presta para que luego se malinterprete el documento y se diga
que estaban consensuadas todas las partes del contenido y se le haga
pasar entero como un Mandato Ministerial que es obligatorio para todos
los países miembros.
La contraofensiva del ALBA
Con
fecha 15 de diciembre, 48 horas antes de terminar la Conferencia
Ministerial, con Ginebra llena de periodistas para la magna ocasión,
apareció y se distribuyó a la prensa el documento WT/MIN(11)/W/4.
No fue
fácil hacer que la Secretaría de la OMC lo distribuyera también a los
miembros.
Tal vez la velada amenaza de preguntar si era posible usar un
altavoz en la sala, porque sólo habían micrófonos para la presidencia,
ayudó a que la Secretaría cumpliera con su deber de repartir los
documentos que emiten los países miembros.
El documento tiene un
enfoque sin precedentes en OMC, pero sentó uno bien eficaz.
Se trata de
apenas una página y media, titulada “Comunicación de el Estado
Plurinacional de Bolivia, la República de Cuba, la República de Ecuador,
la República de Nicaragua y la República Bolivariana de Venezuela.”
El
documento comienza señalando que en la OMC la turbia opacidad es vieja
maña. Luego dice “Se constata que cada vez se emplean métodos más
sofisticados para impedir la participación de todos los Miembros y
generar la apariencia de un proceso inclusivo y consensuado.
Apenas, un
día antes de la reunión formal del Consejo General del 30 de noviembre
de 2011, se han presentado los resultados intocables de un proceso de
consultas efectuado en grupos reducidos; intocables en tanto que según
sus responsables reflejaban "equilibrios delicadamente alcanzados” y por
lo mismo solo susceptibles de ser puestos en conocimiento de los demás
Miembros.”
“El comercio es un instrumento y no un fin en sí
mismo” y explica “A lo largo de su camino al desarrollo, los Miembros
desarrollados de esta Organización, han venido y continúan aplicando
políticas dirigidas a promover la restructuración económica y el
crecimiento de la productividad, es decir, intervenciones públicas
explícitas en la economía.”
Dice luego que el informe del
Presidente, llamado "Posibles elementos de orientación política" puede
“interpretarse sesgadamente para favorecer negociaciones de acuerdos
plurilaterales en desmedro del multilateralismo, favoreciendo algunos
intereses en particular de países desarrollados, o la inclusión de
nuevos temas, sin antes haber resuelto los desequilibrios” …
Termina
diciendo que el informe del presidente “representa solo la opinión de
algunos Miembros, por lo que nos desasociamos del consenso, …y
consideramos que el documento “no tiene ningún efecto jurídicamente
vinculante para los Miembros, en tanto que ha sido presentado bajo la
exclusiva responsabilidad del Presidente del Consejo General.”
El
papel del ALBA puso en evidencia pública la turbia ilegalidad del
procedimiento.
No hubo nunca en la OMC una protesta tan clara, firme,
valiente y oportuna.
El Informe del Presidente de la VIII Ministerial
debió cambiar de tono; ya no mencionó consensos, habló bajo su propia
responsabilidad y reconoció explícitamente que no tenía algún efecto
vinculante.
Escuche luego decir a un diplomático argentino, “Che, el
ALBA le escupió el asado a Pascal Lamy”.