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¿Son los valores judeo-cristianos un antídoto para la crisis económica?

 ¿Pueden Europa y Asia, que ahora compiten por la primacía, convertirse en socias en lugar de rivales?
En el prólogo de Mario Monti de la edición italiana del libro del diplomático singapurense Kishore Mahbubani, The New Asian Hemisphere: The Irresistible Shift of Global Power to the East (en español, El nuevo hemisferio asiático. 

El irresistible cambio del poder global hacia el este), el primer ministro italiano, ex presidente europeo de la Comisión Trilateral y presidente de la Universidad Bocconi, afirma que entre los líderes de las naciones emergentes existe «una creencia generalizada de que el cambio global actual es simplemente la reparación de una anomalía histórica. 
Durante la mayor parte de la historia de la humanidad, Asia ha aportado mucho más que Europa a la producción de la riqueza. 

El período de opulencia occidental tiene una antigüedad de solo tres o cuatro siglos, y lo que está sucediendo hoy es simplemente el regreso a la norma».
Mahbubani, en una presentación reciente de su investigación a la Asociación de Prensa Extranjera (Stampa Estera) en Roma, llamó al breve período de dominación occidental «una aberración histórica», que ahora «está llegando a su fin».

Para el 2050, con el resurgimiento de Asia, económica y políticamente, China será la número uno e India, la número dos.
Mahbubani prevé un futuro de paz en el regreso de Asia al poder mundial, porque cree que China e India tenderán a cooperar en lugar de competir, ya que esto irá en favor de su interés común. 

«Habrá un cambio de poder sin peligro de guerra», dice, «un gobierno global en el que todos estaremos interconectados.»

El autor predice que la nueva clase media de Asia —aproximadamente 500 millones hoy— habrá aumentado a 1,75 mil millones para el 2050, «lo que presentará enormes oportunidades comerciales para Occidente».
Según Mahbubani, el regreso de Asia se basa sobre «siete pilares de sabiduría», aprendidos de Occidente. Brevemente, son los siguientes:

1) una economía de libre mercado sin ideología,

2) inversión en ciencia y tecnología (mientras que Occidente está desinvirtiendo),

3) pragmatismo que pesa más que el racismo étnico/religioso y lo desintegra,

4) meritocracia («Asia tiene la mayor reserva de cerebros, hasta el momento no aprovechada pero que ahora está siendo utilizada»),

5) cultura, 6) el estado de derecho,

7) educación universal.
 
«El octavo pilar», dice, «es la democracia. Pero», advierte, «no intentéis dar lecciones a los asiáticos sobre cómo manejar la sociedad. 

El ascenso de Asia será una montaña rusa. También nosotros creemos en los derechos humanos. Pero el cambio será gradual.»
El autor recordó un episodio en el que una organización de derechos humanos occidental denunció a una fábrica china que explotaba mano de obra infantil.

Su acción llevó el cierre de la fábrica, pero cuando la ONG regresó un año más tarde, encontró que los niños habían sido abandonados y estaban prostituyéndose en las calles para salvarse del hambre.

Las reformas deben partir del interior del contexto social, afirmó el autor.

Mahbubani también señaló que EE. UU. se fundó sobre el principio de «libertad y justicia para todos» en 1776, «pero le llevó 90 años terminar con la esclavitud, 150 años extender el derecho a voto a las mujeres, y 200 a los afroamericanos».
Este acercamiento a una visión de un mundo asiático predominante bien podría representar un desafío para los líderes religiosos occidentales preocupados por las consecuencias económicas, sociales, políticas y éticas de la crisis actual.

La pérdida de valores morales y el capitalismo desenfrenado de una sociedad secular, consumista fueron señalados por Benedicto XVI, junto con muchos líderes religiosos, como causas parciales de la acechante amenaza de la pobreza masiva que ahora se ciñe sobre Occidente.
Un líder religioso judío expresó recientemente ideas similares en Roma.

El 12 de diciembre, el rabino Lord Jonathan Sacks, rabino jefe de las Congregaciones Hebreas Unidas de la Commonwealth, luego de una audiencia con el papa Ratzinger, dio un discurso en la Pontificia Universidad Gregoriana en Roma titulado «Has Europe Lost its Soul?» (¿Ha perdido Europa su alma?).
Muchos de sus puntos fueron congruentes con las reflexiones expresadas por Benedicto XVI.
El rabino menciona un libro reciente, Civilization (Civilización), del estudioso Niall Ferguson, «en el que el autor relata cómo a la Academia China de Ciencias Sociales se le encomendó la tarea de descubrir el modo en que Occidente, habiendo estado rezagado detrás de China durante siglos, al final logró superarla y establecerse en una posición de preeminencia mundial».

Ferguson concluyó que fue «el fundamento moral cristiano de la vida social y cultural» el que «hizo posible la emergencia del capitalismo y luego la exitosa transición hacia la política democrática. No tenemos dudas sobre esto», dijo.
El rabino Sacks respalda su tesis con las palabras de otro historiador económico, David Landes, autor de The Wealth and Poverty of Nations(La riqueza y la pobreza de las naciones).
 
«Landes señaló que China estuvo mucho más avanzada tecnológicamente que Occidente hasta el siglo xv. 

Los chinos habían inventado la carretilla, el compás, el papel, la imprenta, la pólvora, la porcelana, las máquinas de hilar y los altos hornos para la producción del acero.

Sin embargo, nunca desarrollaron una economía de mercado, ni el avance de la ciencia, ni una revolución industrial, ni un crecimiento económico sostenido. 

El historiador de Harvard también concluyó que fue el patrimonio judeo-cristiano lo que tuvo Occidente y le faltó a China.»
La idea principal del mensaje de Sacks fue que «la salud política, económica y cultural futura de Europa tiene una dimensión espiritual…», que «las raíces religiosas de la economía de mercado y el capitalismo democrático(…) fueron producidas por una cultura saturada de valores de patrimonio judeo-cristiano, y la economía de mercado fue pensada originalmente para promover esos valores».

Pero «el mercado en sí mismo tiende a socavar los mismos valores que lo desarrollaron en primer lugar, a través del proceso de la “destrucción creativa”».

En resumen, «Europa corre el riesgo de perder su alma».
El rabino jefe del Reino Unido ve la lucha como «entre judíos y cristianos por un lado y las fuerzas crecientes y casi agresivamente secularizantes que están actuando en Europa hoy por el otro…».
«Si Europa pierde la herencia judeo-cristiana que le dio su identidad histórica y sus más grandes logros en literatura, arte, música, educación, política y… economía, perderá su identidad y su grandeza, no inmediatamente, pero sí antes de que el siglo llegue a su fin….

Nosotros —judíos y cristianos, juntos— debemos renovar nuestra fe y su voz profética.

Debemos ayudar a Europa a recuperar su alma.»
Uno podría concluir que estas dos visiones complementarias de civilizaciones orientales y occidentales, «Chindia» y Europa, frente a la crisis actual, están buscando reconciliar los proyectos económicos, sociales y políticos por un futuro mejor con sus propias identidades históricas y espirituales.

Están buscando incorporar los sistemas de valores tradicionales a nuevas soluciones para abordar las necesidades de la democracia contemporánea, una preocupación universal que no puede ser rechazada ni ignorada. Como afirma Kishore Mahbubani, estamos todos globalmente «interconectados».
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