La Habana.- Un subcontratista del gobierno
estadounidense, al que se declaró culpable en Cuba de traer de manera
ilegal equipo de comunicaciones a la isla, dijo ante un tribunal en La
Habana que fue un “tonto confiado” y nunca tuvo intención de causar daño
al gobierno, según extractos de su testimonio que difundió el viernes
su abogado.
Alan Gross, oriundo de Maryland y quien ha estado preso desde
diciembre de 2009, aseguró que no tenía idea de que sus acciones en un
programa supestamente “para el fomento de la democracia” de la Agencia
de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional provocaría la ira de
las autoridades de La Habana, , según la transcripción que difundió su
abogado Peter J. Kah, quien tiene su despacho en Washington.
El gobierno de Cuba afirma que Gross, de 62 años, distribuía
teléfonos satelitales y otros equipos de telecomunicaciones de última ,
cuyo uso no autorizado es ilegal en la isla.
Según las autoridades, los llamados programas de democracia en
general constituyen en realidad una agresión de Washington contra la
soberanía de un país.
Gross sostiene que sólo intentaba ayudar a la
pequeña comunidad judía de la isla a que mejorara su acceso a internet,
lo que desmintieron los propios líderes judíos.
“Lamento profundamente que mis acciones fueran malinterpretadas como
dañinas y una amenaza contra la seguridad y la independencia de Cuba.
Por supuesto que esto va contra lo que yo tenía intenciones de hacer”,
expresó Gross el 4 de marzo ante un tribunal.
“Lamento profundamente haber sido un tonto confiado.
Me embaucaron.
Me usaron. Mi familia y yo lo hemos pagado muy caro”, afirmó. El
tribunal se mantuvo imperturbable y sentenció a Gross a 15 años de
prisión.
La Corte Suprema de la isla ratificó en agosto la sentencia en
su contra.
En los extractos, Gross no dice quién considera que lo engañó. Gross
trabajaba con un contrato jugoso para la empresa Development
Alternatives Inc., con oficinas centrales en Washington.
La reclusión de Gross se ha convertido en un punto importante de
fricción entre Washington y La Habana, y enfría las perspectivas para
una mejora de las relaciones.