La intención del congresista republicano, David Rivera, de sancionar a
los cubanos que viajen a la isla antes de haber residido cinco años en
Estados Unidos dividió una vez más a la colonia cubana en Miami.
Precisamente esos cinco años son los que se deben esperar para
obtener la ciudadanía norteamericana, por lo que Rivera propuso un
proyecto de ley para que el Departamento de Seguridad Interna vigile más
de cerca a los beneficiarios de la Ley de Ajuste Cubano,
La Ley de Ajuste Cubano llega ya a los 45 años de vigencia y fue
promulgada por Estados Unidos en pleno conflicto de la Guerra Fría “para
ajustar el estatus de los refugiados cubanos a la de residentes
legales, y para otros fines”.
Gracias a esta medida miles de cubanos han obtenido la residencia
estadounidense al año y un día de su entrada en el país, algo bien
diferente a lo que le sucede a los millones de indocumentados de otras
nacionalidades que no han podido regularizar su situación.
Rivera asegura que si es una ley para refugiados, que incluso reciben
distintos beneficios, no es tolerable usarla para regresar a Cuba a
hacer turismo, operaciones de cirugía estética o fiestas.
Muchos cubanos acusan a Rivera y otros congresistas de no tener lazos
familiares en la isla y buscar solo el apoyo de los votantes más
radicales del primer exilio de origen batistiano que tampoco los tienen
en la nación caribeña.
Además consideran que Rivera busca con esta propuesta desviar la
atención de la investigación que le están realizando, por segunda vez,
por evasión de impuestos, según el periódico The Miami Herald.
Esta no es la única iniciativa republicana contra los cubanos, el
también legislador republicano Mario Díaz Balart tiene en marcha otra
propuesta para restringir los viajes abiertos por Barack Obama y
devolverlos a la etapa de George W. Bush.
En enero pasado la administración de Obama permitió los viajes
académicos, religiosos, culturales o deportivos a Cuba para promover los
contactos “pueblo a pueblo” aunque excluyó por ahora los viajes
turísticos.
Al Fox, presidente de la Fundación Alianza por una Política
Responsable hacia Cuba, dijo que no basta con que los viajes puedan
hacerlos los cubano-americanos sino que hay que abrirlos también a los
estadounidenses.
“Cada una de estas personas, cuando vuelve a Estados Unidos, tiene
una nueva perspectiva. Llegan pensando que la vida en Cuba no es tan
mala como creían”, apuntó Tom Popper, de Insight Cuba, la agencia que
organizó uno de los primeros viajes a la isla.
Se estima que entre 30 y 35 agencias de viajes han obtenido las
licencias bajo las nuevas regulaciones, que fueron establecidas
inicialmente por el presidente Bill Clinton en 1999, pero revocadas por
su sucesor, el mandatario George W. Bush.
Los últimos movimientos del gobierno de Barack Obama para levantar la
barrera de los viajes a Cuba no son suficientes todavía para permitir a
las empresas norteamericanas salvar la Ley Helms-Burton.
Por ejemplo, la española Pullmantur dejó de operar en Cuba en 2006
tras ser comprada por la norteamericana Royal Caribbean, según señaló
Ignacio Aguilera, vicepresidente de la compañía a la publicación
Hosteltur.
La propuesta de Rivera coincide con las palabras del presidente
cubano Raúl Castro ante la Asamblea Nacional, en las que anunció que se
trabajaba para flexibilizar las políticas migratorias.
El año anterior se pasearon más de 320 mil cubanoamericanos por el
país que supuestamente les persigue, lo cual cuestiona profundamente el
carácter de refugiados y perseguidos políticos de la mayoría de los
cubanos que arriban a los Estados Unidos.