No bastó con que Standard & Poor's rebajara la
calificación crediticia de EE.UU.; con una sincronización impecable, y
aparentemente de un solo tiro, los talibanes en Afganistán rebajaron
simultáneamente el valor de la colosal maquinaria bélica del imperio.
Por
mucho que la elite del poder de EE.UU. se niegue a aceptar que su
crisis financiera fue causada por años de recortes tributarios de George
W Bush para los ricos y las mega-corporaciones, masivos rescates de
bancos y compañías aseguradoras y astronómicos gastos militares en las
declinaciones del Pentágono de La Guerra Prolongada, la elite también se
negará a reconocer que la “nueva” estrategia de la guerra en Afganistán
también es un fracaso.
Chinook derribado
El ruido
de ese helicóptero de transporte Chinook CH-47 derribado por una granada
propulsada por cohete (RPG) en la provincia Wardak, al sudoeste de
Kabul, el viernes, matando a 38 personas –incluidos 19 SEAL (tropas
especiales) de la Armada de EE.UU. y siete comandos afganos– fue el
sonido digital a full del imperio conmocionado e intimidado
hasta la incredulidad; no importa cuántos esfuerzos haga el Pentágono
por ordenar prácticamente a los medios que “no den demasiada
importancia” al derribo.
Wardak –junto con la vecina Logar– es
ahora un terreno de primera de "Talibanistán". Están arraigados, conocen
el terreno en detalle e incluso tienen tiempo para preparar operaciones
complejas.
Aparte de todo, los talibanes están “logrando progreso”
(jerga del Pentágono) no solo en su pericia en las relaciones públicas y
en la adaptación de nuevas armas al campo de batalla, sino también en
la mecánica de dar un importante golpe psicológico a las fuerzas
ocupantes occidentales.
Los SEAL forman parte de una enorme
fuerza de tareas de 10.000 hombres del Comando Conjunto de Operaciones
Especiales (JSOC, por sus siglas en inglés), basada en Afganistán, que
ha participado hasta en 70 incursiones diarias en AfPak, capturando
–según el relato del Pentágono– a 2.900 “insurgentes” y matando a más de
800 entre abril y julio.
El alcance global del JSOC se analizó en un
artículo de Nick Turse (vea Rebelión del 7 de agosto “Una guerra secreta en 120 países”)
Los
SEAL muertos en Wardak formaban parte de la misma unidad, el Equipo 6,
involucrada en el ataque a Abbottabad que mató al líder de al-Qaida,
Osama bin Laden, a principios de mayo.
Pero en lugar de volar en uno de
los helicópteros ‘ocultos’ de última tecnología del 160 Regimiento de
Operaciones Especiales de Aviación del ejército, los SEAL en Wardak
formaban parte de una operación de rescate, y viajaban en un Chinook
corriente de la Guardia Nacional.
Mientras despegaban, cayeron en una trampa de los talibanes y fueron alcanzados por una RPG –lo que el detallista blog Danger Room en el sitio en la web Wired
identificó como un obús con apoyo improvisado de mortero (IRAM)- que
llevaba una ojiva mayor que una RPG disparada desde el hombro.
Según el portavoz talibán Zabiullah Mujahid, fue ciertamente “un arma similar a una RPG… y estamos tratando de conseguir más”.
Por
lo tanto, suponiendo que el IRAM –que ha emigrado de los campos de
batalla iraquíes– es ahora también un protagonista en Afganistán, podría
calificarse de retorno de un remix del Stinger; durante los años
ochenta en la yihad afgana contra la Unión Soviética, fue un
importante factor que cambió las reglas del juego cuando EE.UU.
suministró cientos de letales Stinger a los muyahidines, causando
estragos entre los helicópteros del poderoso Ejército Rojo.
Una
comparación minuciosa entre las operaciones de Abbottabad y de Wardak
podrá causar mucho asombro –aparte de reventar el mito de los SEAL de la
Armada como formidables cazadores-asesinos invencibles-.
En Abbottabad,
mientras se entregaba una versión tras otra del ataque a los medios,
finalmente se estableció que un helicóptero ‘oculto’ simplemente “se
estrelló”. Nadie sabe si fue un error del piloto o si dispararon al
helicóptero.
El hecho es que la “caída” dejó una sección de cola
intacta del helicóptero ‘oculto’ dentro del complejo, esa sección de
cola que hizo que el Pentágono temiera que podría ser “vendida” por los
paquistaníes a los chinos.
Va un poco lejos si se llega a creer que la
caída no causó víctimas, como hacen creer el Pentágono y la Casa Blanca.
Y como la narrativa del ataque a bin Laden se modificó una y
otra vez, las mentes febriles ya vinculan a esas víctimas con las bajas
de Wardak, implicando que los SEAL que realmente murieron en la caída en
Abbottabad "volvieron a morir" en Wardak.
No ayuda en nada que las
versiones iniciales del ataque de Wardak (posteriormente corregidas o
modificadas) identificaran a los SEAL como los mismos que participaron
en el ataque para “matar a Obama”.
Pásame el joystick
Después
del ataque de Wardak, el nuevo jefe del Pentágono apareció con el usual
discurso en Afganistán de “mantener el curso”, mientras los medios
corporativos regurgitaban que “se programa que todas las tropas de
combate extranjeras se irán antes de finales de 2014”, mientras todos
saben que el Pentágono nunca dará la vuelta, morirá y aceptará ese tipo
de salida.
Lo que hizo Wardak es reforzar la idea del Pentágono
de que el gobierno de Kabul carece totalmente de preparación para
mantener la seguridad en todo el país, sin que importe el hecho de que
la mayoría de los afganos quiere que los extranjeros se vayan para
siempre.
Mientras la Casa Blanca y el Pentágono cantan su versión en
remix de Should I Stay or Should I Go [Me quedo o me voy] de The
Clash, todo lo que tienen que hacer los talibanes es esperar
pacientemente, en silencio (odian la música pop).
Saben que el hecho de
que Kabul se haga cargo de la seguridad nacional solo reforzará su
posición estratégica.
Es sorprendente (o tal vez no lo sea) que
la elite del poder de Washington simplemente no se dé cuenta de que el
imperio fue despiadadamente degradado por los talibanes durante el
último mes.
Los talibanes mataron al hermanastro del presidente Hamid
Karzai, señor de la droga y agente de la CIA, Ahmad Wali. Mataron gente
en su funeral. Mataron al jefe de relaciones tribales de Karzai y a un
miembro del Parlamento.
Y mataron al alcalde de Kandahar, Ghulam Hamidi.
No hace mucho –en el otoño de 2010– se hablaba de que EE.UU y la
OTAN se ocuparían de Kandahar en una gran ofensiva de contrainsurgencia
y que ganarían para siempre la guerra contra los talibanes.
Ahora
han dejado de lado esa afirmación debido a los hechos en el terreno.
Sin embargo, su artista conceptual –de manera típica para Washington– ha
sido pateado hacia arriba.
En Iraq, el general David Petraeus presentó
un truco de ilusionista y convenció a todos en Washington de que su
ofensiva de ‘oleada’ y contrainsurgencia de 2007 fue un éxito.
En
Afganistán, a Petraeus le cayó una roca del Hindu Kush en la cabeza. En
todo caso fue promovido a jefe de la CIA, de manera que otros serán los
culpables.
Y mientras caen más Chinook en Afganistán, por lo menos se
podrá divertir con el joystick, concentrándose juguetonamente en atacar a muerte con drones las áreas tribales de Pakistán.
Pepe Escobar es corresponsal itinerante de Asia Times Online y autor de “ Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War ” (Nimble Books, 2007) y “ Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge ”. Su último libro es “ Obama does Globalistan ” (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com .
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