Tras el presunto asesinato de Osama Bin Laden, muchos se preguntan cuáles serán los pasos que dará la Administración estadounidense contra la “amenaza del terrorismo interno” que denuncia el FBI.
Errol Southers, exdirector del Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU., señala que entre los grupos que provocan el interés de las autoridades están las agrupaciones “antigubernamentales, los supremacistas blancos, los grupos antiaborto y los eremitas en las áreas de Parques Nacionales, entre otros”.
Southers explica que “son aquellos que se identifican con el descontento generalizado por la situación del país o que exhiben tendencias de fanatismo religioso como algunas sectas cristianas que se aislaron de todo contacto con la comunidad… y evidentemente, con la realidad”.
En EE. UU. el “terrorismo interno”, representado entre otros por la extrema derecha y los mercenarios neonazis, está más activo que nunca, y su mensaje es real: violencia y destrucción. Y es algo que empezó mucho antes del 11 de septiembre de 2001.
Daniel Álvarez, experto en Terrorismo y Asuntos de Oriente Próximo de la Universidad Internacional de Florida, afirma que “años antes de los ataques del 11 de septiembre el terrorismo interno se convirtió en una de las principales amenazas para la estabilidad del país: Timothy Mc Veigh y el criminal atentado al edifico del FBI en Oklahoma en 1995, son prueba de ello”.
Un informe del FBI para el Departamento de Seguridad Nacional revela que es difícil determinar el número de ciudadanos estadounidenses y residentes legales que han adoptado un rol destinado a la planificación de operaciones y actos de sabotaje y terrorismo.
Lo preocupante es que no se trata de individuos localizables por sus antecedentes, aspecto, raza o ideología. Al contrario, podría ser cualquier persona que camina por la calle.
La enmienda que permite adquirir armamento de asalto aún está vigente en muchos estados del país y las agencias federales han elaborado listas negras de individuos y organizaciones para evitar que estos puedan obtener licencias.
Sin embargo, pese a la constante amenaza del terrorismo interno, EE. UU. continúa más preocupado por las amenazas del exterior: la operación que acabó con la vida del líder de Al Qaeda es prueba de ello.
Parece que el afán norteamericano de vigilar a otros individuos y países es una excusa para no intervenir en un tema nacional que podría ser mucho más urgente.
Con informaciones de RT.