Palestina: Masacre de Hebrón de 25/02/1994

Palestina: Masacre de Hebrón de 25/02/1994

Analista denuncia la militarización de Panamá por parte de EE.UU. con la complicidad de Micheletti

 
Con motivo de la creciente militarización de Panamá por parte de EE.UU. con la complicidad de los gobiernos de turno y, especialmente, el presidido por el actual mandatario Ricardo Martinelli, es conveniente revisar qué significó para los panameños esta presencia de las fuerzas armadas norteamericanas en el siglo XX.
 
En el transcurso de la pasada década aparecieron dos libros de autores norteamericanos sobre la política exterior de EE.UU. en materia militar, teniendo como estudio de caso a Panamá.

El primero fue de John Lindsay Poland, promotor activo de los derechos humanos y de causas ambientales, publicado en 2003. 

El segundo fue publicado en 2007, de Peter Sánchez, oficial del Ejército de EE.UU. y especialista en ciencia política.

Ambos libros reúnen una extensa bibliografía para enfocar la evolución de la política exterior norteamericana, en particular lo concerniente a su expansión militar. 

Por un lado, en su estudio sobre la ocupación militar norteamericana de Panamá, Lindsay Poland presenta (casi en forma de denuncia) los daños ‘colaterales’ causados en materia ambiental. 

Por el otro, Sánchez recrea la ideología que subyace en la política exterior de EE.UU., planteando lo que considera los beneficios y errores cometidos en el caso de Panamá durante la ocupación militar en el siglo XX. 
En 1996, EE.UU. concibió —sin éxito— el Centro Multilateral Antidrogas (CMA) para operar desde la antigua base aérea de Howard, contigua al Canal de Panamá.

En los primeros años del nuevo siglo, los embajadores de EE.UU. firmaron seis acuerdos de cooperación militar con autoridades del gobierno panameño. Con la excepción de uno, todos los otros documentos no fueron aprobados por la Asamblea Nacional de Diputados.

En la actualidad, EE.UU. ha encontrado un gobierno panameño entusiasmado en reproducir las viejas relaciones militares con la potencia hemisférica. 

Aun cuando la situación es confusa y caracterizada por la improvisación, todo indica que a corto plazo EE.UU. completará la construcción y operaría y ejecutaría misiones desde casi una docena de bases ‘aeronavales’ situados sobre costas panameñas.

Los libros de Sánchez y Lindsay Poland veían este escenario de remilitarización del istmo panameño sin mayores sorpresas. Sánchez dice que ‘EE.UU. tiene una obsesión para demostrarle al mundo cuan ‘duro’ es su poder. Washington está más interesado en desarrollar una política de luces cortas y no se preocupa de desarrollar una estrategia de largo plazo’. 

Sánchez agrega que ‘la llamada guerra contra el terrorismo que impulsa EE.UU. tiene el potencial de alienar a los países de América latina’.

Al referirse a los objetivos de la invasión militar norteamericana de Panamá en 1989, Sánchez señala que tenían una proyección regional que respondía a una estrategia para preservar la hegemonía.

Sánchez duda que Panamá pueda alcanzar a organizar una democracia ‘si su política económica es determinada por intereses extranjeros’. 

Agrega que ‘las políticas de EE.UU. han socavado la democracia en Panamá como resultado 1) de las invasiones militares, 2) la selección equivocada de sus aliados panameños y 3) apoyo a la oligarquía’.

El trabajo de Lindsay Poland es el primero que realiza un norteamericano sobre el impacto ambiental que tuvo la ocupación militar de EE.UU. en Panamá. 

El texto está fundamentado en numerosos documentos oficiales del gobierno norteamericano. Lindsay Poland denuncia el desastre ambiental dejado por EE.UU. en el Istmo. 

Además, desenmascara la ideología de superioridad política, étnica (racista) y ecológica que caracteriza el aparato de Estado norteamericano —que reflejan muy bien las Fuerzas Armadas de ese país.

Esta es precisamente la institución que sirvió de punta de lanza en la expansión militar de EE.UU. en los últimos dos siglos.

Según Lindsay Poland, Panamá se convirtió en un centro militar de EE.UU. para realizar experimentos que iban desde las armas de guerra hasta los seres humanos, pasando por el ambiente. 

Los objetivos estaban relacionados con la expansión y conquista global. 

Con relación a los experimentos hechos sobre armas y seres humanos, Panamá se convirtió en una ‘probeta’ donde se sometían ambos a pruebas de resistencia y se comparaban con otros escenarios climáticos. 

Al mismo tiempo, se hacían experimentos socio—ecológicos bajo el supuesto de que era necesario transformar la naturaleza para permitirle al hombre europeo colonizar el trópico. 

‘El Ejército de EE.UU. también fue responsable de otro tipo de intervención que no fue estrictamente militar: 

La transformación de la Zona del Canal para hacerla segura biológicamente para el hombre blanco’.

MARCO GANDÁSEGUI / Kaosenlared.net –
*PROFESOR DE LA UP E INVESTIGADOR ASOCIADO DEL CELA.

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