Superadas ya a punta de fuerza popular las disquisiciones seudojurídicas sobre candidaturas y otros argumentos de leguleyadas bobas, se puede decir que se ha iniciado en Nicaragua una batalla decisiva en 2011 por las elecciones generales previstas para noviembre.
Y no se trata de simples aburridos comicios de países tales como USA o Francia u otro vecino adonde apenas la mitad del total de los electores se toman la molestia de sufragar para elegir autoridades con el apoyo real de menos de la cuarta parte de la población, pues la mayoría piensa que la elección es para cambiar nada.
En Nicaragua 2011 estamos ante lo que por ejemplo, Rosario Murillo, llama "año decisivo" para el FSLN y el pueblo.
Y es una batalla decisiva claramente para el proyecto sandinista por consolidar su camino hacia cambios profundos en las estructuras económico sociales del país, así como lo es de decisivo para los antisandinistas que pretenden volver al poder tras perderlo en las elecciones de noviembre de 2006, con más de 16 años de neoliberalismo auspiciado por el imperio norteamericanoque que dejó a Nicaragua en escombros como los que se ven en algunas ciudades tras el tsunami de Japón.
Si algún tino tuvieron los diputados de derecha que son mayoría en el parlamento nicaragüense desde enero de 2007, fue atacar a palo limpio los proyectos emblemáticos del gobierno liderado por Daniel Ortega, y en especial el bloqueo y la cerrada guerra que le hicieron a la iniciativa estratégica del Poder Ciudadano como camino de construcción de una democracia participativa..., un poder popular.
Tal vez su ataque fue al azar, pero dieron en el blanco y afectaron de alguna manera, aunque no pudieron contenerlo del todo, el esfuerzo del FSLN por involucrar a los propios ciudadanos, especialmente los más empobrecidos por las crisis globales del capitalismo, en estructuras de debate y búsqueda de decisiones y soluciones.
Cuatro años más tarde la balatalla se plantea con metas más ambiciosas para ambas partes.
Los antisandinistas pretenden "barrer" a Daniel y al FSLN con una situación tipo 1990, y aprovechar el "relajo" mundial de crisis capitalista que pretende impedir la emergencia de contrapesos al imperialismo norteamericano y europeo, en un "aporte" a la derecha regional para contener en América Latina y el Caribe, desde Nicaragua, el avance de ALBA y otras iniciativas emancipadoras que ya se soñaban desde Bolívar, Martí y Sandino.
La derecha anti FSLN, sin embargo, tiene un escollo por superar: busca todavía cómo lograr aunar fuerzas perdidas en divisiones propiciadas por públicas ambiciones personales y con la carga de un pasado reciente de gobiernos fracasados, de proyectos fallidos que han hundido en la pobreza extrema y la falta de oportunidades de salud, educación, vivienda, empleo y esperanzas, a la mayoría de los nicaragüenses.
Tarea difícil para las alianzas antisandinistas, que incluso alguna por ahí recurre a un descendiente de uno de los tres dictadores de la dinastía somocista, como uno de sus principales voceros.
Y no se trata de simples aburridos comicios de países tales como USA o Francia u otro vecino adonde apenas la mitad del total de los electores se toman la molestia de sufragar para elegir autoridades con el apoyo real de menos de la cuarta parte de la población, pues la mayoría piensa que la elección es para cambiar nada.
En Nicaragua 2011 estamos ante lo que por ejemplo, Rosario Murillo, llama "año decisivo" para el FSLN y el pueblo.
Y es una batalla decisiva claramente para el proyecto sandinista por consolidar su camino hacia cambios profundos en las estructuras económico sociales del país, así como lo es de decisivo para los antisandinistas que pretenden volver al poder tras perderlo en las elecciones de noviembre de 2006, con más de 16 años de neoliberalismo auspiciado por el imperio norteamericanoque que dejó a Nicaragua en escombros como los que se ven en algunas ciudades tras el tsunami de Japón.
Si algún tino tuvieron los diputados de derecha que son mayoría en el parlamento nicaragüense desde enero de 2007, fue atacar a palo limpio los proyectos emblemáticos del gobierno liderado por Daniel Ortega, y en especial el bloqueo y la cerrada guerra que le hicieron a la iniciativa estratégica del Poder Ciudadano como camino de construcción de una democracia participativa..., un poder popular.
Tal vez su ataque fue al azar, pero dieron en el blanco y afectaron de alguna manera, aunque no pudieron contenerlo del todo, el esfuerzo del FSLN por involucrar a los propios ciudadanos, especialmente los más empobrecidos por las crisis globales del capitalismo, en estructuras de debate y búsqueda de decisiones y soluciones.
Cuatro años más tarde la balatalla se plantea con metas más ambiciosas para ambas partes.
Los antisandinistas pretenden "barrer" a Daniel y al FSLN con una situación tipo 1990, y aprovechar el "relajo" mundial de crisis capitalista que pretende impedir la emergencia de contrapesos al imperialismo norteamericano y europeo, en un "aporte" a la derecha regional para contener en América Latina y el Caribe, desde Nicaragua, el avance de ALBA y otras iniciativas emancipadoras que ya se soñaban desde Bolívar, Martí y Sandino.
La derecha anti FSLN, sin embargo, tiene un escollo por superar: busca todavía cómo lograr aunar fuerzas perdidas en divisiones propiciadas por públicas ambiciones personales y con la carga de un pasado reciente de gobiernos fracasados, de proyectos fallidos que han hundido en la pobreza extrema y la falta de oportunidades de salud, educación, vivienda, empleo y esperanzas, a la mayoría de los nicaragüenses.
Tarea difícil para las alianzas antisandinistas, que incluso alguna por ahí recurre a un descendiente de uno de los tres dictadores de la dinastía somocista, como uno de sus principales voceros.
Signo de aparente desesperación esa, pues si alguna broma puede intentarse en esto es aquella que hacían precisamente los Somoza contra el oligarca apellido Chamorro, y devolvérselos a ellos mismo diciendo: hay tres clases de familias en Nicaragua, las buenas, los malas y,,, los Somoza
Pero bien, esa es la situación y planes del antisandinismo, apoyado aún con desesperación, por el hasta hoy poco efectiv aporte de un criminal de guerra metido a diplomático injerencista, llamado Robert Callahan, quien gracias a Dios está cerca de retirarse.
El FSLN, por su parte, que ha resistido derrotas en otras grandes batallas decisiorias del pasado, tales como la citada de 1990, o aquella de noviembre de 1976, con grupos dispersos, divididos, aislados, perseguidos y en lucha interna inútil, en los días en que caía en combate nada menos que Carlos Fonseca, en un selvático lugar de Zinica, conocido como Boca de Piedra o algo así. Logró sobrepenerse el sandinismo a eso, imaginen.
El sandinismo, así como no terminó con el asesinato del general de los hombres y las mujeres libres en febrero de 1934, en que se sumó la masacre de casi todos sus lugartenientes y simpatizantes, tampoco terminó con la caída de Raudales en 1958, ni con la adversa intentona del Patuka y Bocay en 1961, ni en Pancasán en 1969, ni ante la violentamente cruel guerra contrarrevolucionaria de agresion externa impuesta por Washington en la década de 1960, ni a la experiencia de elecciones perdidas en la década de 1990 y comienzos del siglo XXI. El FSLN ha sobrevivido incluso a sus propios errores.
Y en base a esas experiencias los líderes del FSLN llaman hoy a activar al máximo todo lo que han podido construir en el tendido del Poder Ciudadano a la búsqueda de nuevos votos, nuevos militantes, activación de sandinistas que se han separado por diversas razones de sobrevivencia, e incluso a miembros o simpatizantes de otros partidos que pueden ver son sus ojos los caminos que se abren a la lucha contra la pobreza en proyectos que apenas llevan cuatro años empujados por un gobierno efectivo que se ha repuesto amte las crisis del capitalismo, a las campañas infames de la propaganda imperialista y a la traición de renegados, cobardes, vendepatrias, maricones políticos, que arrodillados ante el imperio, se han vuelto los peores enemigos de sus antiguos camaradas.
Ya no es la ofensiva final de junio-julio de 1979 que exigió a la juventud nicaragüense el máximo sacrificio de entregar su sangre para liberar a Nicaragua de la dinastía somocista, pero sí es batalla decisiva que exigirá a cada sandinista que se precie de serlo, a dar el máximo de su esfuerzo por el "combate" casa a casa que implica una campaña electoral que se propone metas tan grandes como lograr por ejemplo la mayoría en el parlamento.
Si el sandinismo logra, además del triunfo presidencial de Daniel, una mayoría suficiente en la Asamblea Nacional legislativa, los cambios y la profundización del Poder Popular o Poder Ciudadano, tomarán una velocidad inesperada y empezarán a dar los frutos que sus estrategeas esperan cosechar para beneficio de los nicaragüenses.
Esa es la batalla decisiva. Esa batalla ha empezado.
Patria y Libertad
Marcio Vargas Aguilar
Pero bien, esa es la situación y planes del antisandinismo, apoyado aún con desesperación, por el hasta hoy poco efectiv aporte de un criminal de guerra metido a diplomático injerencista, llamado Robert Callahan, quien gracias a Dios está cerca de retirarse.
El FSLN, por su parte, que ha resistido derrotas en otras grandes batallas decisiorias del pasado, tales como la citada de 1990, o aquella de noviembre de 1976, con grupos dispersos, divididos, aislados, perseguidos y en lucha interna inútil, en los días en que caía en combate nada menos que Carlos Fonseca, en un selvático lugar de Zinica, conocido como Boca de Piedra o algo así. Logró sobrepenerse el sandinismo a eso, imaginen.
El sandinismo, así como no terminó con el asesinato del general de los hombres y las mujeres libres en febrero de 1934, en que se sumó la masacre de casi todos sus lugartenientes y simpatizantes, tampoco terminó con la caída de Raudales en 1958, ni con la adversa intentona del Patuka y Bocay en 1961, ni en Pancasán en 1969, ni ante la violentamente cruel guerra contrarrevolucionaria de agresion externa impuesta por Washington en la década de 1960, ni a la experiencia de elecciones perdidas en la década de 1990 y comienzos del siglo XXI. El FSLN ha sobrevivido incluso a sus propios errores.
Y en base a esas experiencias los líderes del FSLN llaman hoy a activar al máximo todo lo que han podido construir en el tendido del Poder Ciudadano a la búsqueda de nuevos votos, nuevos militantes, activación de sandinistas que se han separado por diversas razones de sobrevivencia, e incluso a miembros o simpatizantes de otros partidos que pueden ver son sus ojos los caminos que se abren a la lucha contra la pobreza en proyectos que apenas llevan cuatro años empujados por un gobierno efectivo que se ha repuesto amte las crisis del capitalismo, a las campañas infames de la propaganda imperialista y a la traición de renegados, cobardes, vendepatrias, maricones políticos, que arrodillados ante el imperio, se han vuelto los peores enemigos de sus antiguos camaradas.
Ya no es la ofensiva final de junio-julio de 1979 que exigió a la juventud nicaragüense el máximo sacrificio de entregar su sangre para liberar a Nicaragua de la dinastía somocista, pero sí es batalla decisiva que exigirá a cada sandinista que se precie de serlo, a dar el máximo de su esfuerzo por el "combate" casa a casa que implica una campaña electoral que se propone metas tan grandes como lograr por ejemplo la mayoría en el parlamento.
Si el sandinismo logra, además del triunfo presidencial de Daniel, una mayoría suficiente en la Asamblea Nacional legislativa, los cambios y la profundización del Poder Popular o Poder Ciudadano, tomarán una velocidad inesperada y empezarán a dar los frutos que sus estrategeas esperan cosechar para beneficio de los nicaragüenses.
Esa es la batalla decisiva. Esa batalla ha empezado.
Patria y Libertad
Marcio Vargas Aguilar
Periodista nicaragüense
Orden de la Independencia Cultural "Rubén Darío"
PLOMO