
Foto: Honduras - María Aurora Vázquez García maestra jubilada, una de miles de maestras y maestros que sobreviven de una pequeña pensión que ahora, por el saqueo de sus fondos pensionales por parte de los golpistas, está en peligro. / Autora: Mirian Huezo Emanuelsson
Según Jaime Rodríguez, Inprema fue saqueado después del golpe de estado el 28 de junio de 2009 por el primer régimen de facto de Roberto Micheletti de una suma de casi cinco mil millones de lempiras o en dólares aproximadamente 250 millones de dólares.
Una persona clave en apoyo de ese régimen fue Vilma Morales, ex presidenta de la Corte Suprema de Justicia.
Es la misma persona que ahora va a encabezar una comisión que dizque va a investigar la situación interna de Inprema, instituto que se encarga de prestamos y las jubilaciones de los maestros hondureños. O, como dice Rodríguez y los maestros; “Los responsables de un crimen siempre regresan al lugar del crimen”.
Y en el caso de Morales es para tapar el robo de Inprema, agregan. Y como fuera poco, la doña Morales ahora también es presidenta de la Comisión Nacional de Bancos y Seguros (CNBS)
¿Jubilarse a los 70 años cuando me muero a los 67 ó 68?
Y los maestros y maestras jubilados están sumamente preocupados por su futuro. La señora Morales propone subir la edad de la jubilación para todos los empleados públicos a 70 años que ha sido recibido como una bofetada ya que la expectativa de vida al nacer es en la población total 69,37 años.
Para hombres 67,81 años mientras las mujeres son de 71,01 años (1). Y esa es una edad promedio que para las clases populares es menos.
Más contradictorio se vuelva la propuesta de Morales de subir la pensión, si tomamos en cuenta que “solamente el 6.2% de la población pertenece a la tercera edad (mayor de 60 años).
La edad promedio de la población hondureña es de 20.7 años. En el Reino Unido la edad promedio es de 40 años!”, escribe el columnista Ricardo Romero González en La Tribuna el 19 de febrero de 2011 (2)
Mientras Vilma Morales y sus “socios” de la clase social que pertenecen mueren a los 80-90 años por la cómoda y rica vida que viven, los albañiles, los trabajadores y empleados privados que son obligados a trabajar muchas veces doble turnos por el salario mínimo, mueren mucho antes a de los 70 años propuesta por “La Suprema Justicia de Honduras”.