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Estados Unidos y la OTAN pueden repetir en Libia la guerra que desataron en Yugoslavia


Por fin, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama advirtió directamente al líder libio Maumar Gadafi que su país no excluye ninguna variante de solución a la crisis que afronta Libia, tanto política como militar.

La oposición no logró realizar una revolución en Libia rápida y con pocas pérdidas. Por eso, la perspectiva que se perfila es forzar al dirigente libio Muamar Gadafi huir del país empleando herramientas como la diplomacia extranjera, sanciones internacionales y métodos militares.

A semejanza del esquema yugoslavo

Lo que ocurre ahora en Libia hace recordar los acontecimientos en Yugoslavia a partir de los bombardeos de 24 de marzo de 1999. No sólo el mes y los métodos coinciden, es que las herramientas, incluidos los buques incluso, son los mismos. Queda esperar a que introduzcan una zona de exclusión aérea sobre Libia, como lo hicieron con Yugoslavia a principios de la guerra.

El Consejo de Seguridad de la ONU delibera sobre la situación en Libia a diario y los países miembros demuestran una precipitación y posturas demasiado extrañas.

Por ejemplo, el procurador de la Corte Penal Internacional (CPI), argentino Luis Moreno Ocampo, anunció el 3 de marzo que abría una investigación contra Gadafi, sus hijos y su entorno por presuntos crímenes de lesa humanidad.

Formalmente, tiene razón: el Consejo de Seguridad de la ONU sancionó la investigación ya el 26 de febrero. Como Libia no está entre los firmantes del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, una investigación de este tipo sólo la puede sancionar el Consejo de Seguridad.

La historia con la CPI es bastante curiosa. La resolución sobre su institución fue firmada por todos los 15 países miembros del Consejo de Seguridad, incluidos tres miembros permanentes, Estados Unidos, Rusia y China. Sin embargo, Rusia y Estados Unidos se negaron a ratificar el Estatuto de la Corte y a reconocer su jurisdicción, por lo cual jurídicamente no son miembros.

Rusia, Estados Unidos no reconocen la potestad de la Corte para a juzgar a sus ciudadanos como está estipulado por el Estatuto. Y China no reconoce la Corte como tal.

Estados Unidos incluso insistió en que la resolución estipulara que sus ciudadanos no están sometidos a ningún tipo de jurisdicción de la Corte. Por ejemplo, en el caso de que desembarquen en Libia con una intervención humanitaria o militar.

Su postura resulta totalmente hipócrita: juzgamos a todos pero a nosotros no nos juzga nadie.

Listos para reaccionar

Desde la primera semana de febrero, a las orillas de Libia avanzan fuerzas de Estados Unidos y la OTAN. Para el 4 de marzo el Canal de Suez lo cruzaron, llegando al golfo de Sirte (a la costa de Libia), la nave de asalto anfibia y portahelicópteros USS Kearsarge, el navío de apoyo USS Ponce y el submarino nuclear Scranton que forman parte del grupo de operaciones anfibias de Estados Unidos con el portaaviones Enterprise a la cabeza. Este último se encuentra en la parte norte del Mar Rojo, como para alcanzar Libia con facilidad.

Sólo Rusia y China se pronuncian contra la intervención militar. Los demás miembros del Consejo de Seguridad dicen estar listos “para cualquier eventualidad”, pero reconocen que para la intervención hace falta la sanción de la ONU.

En este sentido, la situación en Libia de nuevo recuerda la de Yugoslavia antes de los bombardeos que la OTAN denominó “Operación Fuerza Aliada” y Estados Unidos “Operación Yunque Noble”. En primavera de 1999 Rusia y China lograron, a pesar de todo, bloquear la resolución de la ONU que autorizó la acción bélica contra Yugoslavia. Pero la OTAN empezó bombardeos sin sanción alguna, violando la Carta de la ONU, guiándose por su propia Carta.

Ésta fue interpretada para aquel caso de tal manera que desde entonces la Alianza puede valerse de ella para cualquier intervención a su antojo. Yugoslavia no había agredido a ningún estado de la OTAN, ni representaba amenaza para ninguno de sus miembros.

A propósito, la decisión de bombardear fue tomada no por un republicano feroz, sino por el presidente demócrata, Bill Clinton. Algunos afirman que la operación bélica en Yugoslavia fue un pretexto para desviar la atención de la opinión pública hacia el escándalo relacionado con Mónica Lewinsky, la negativa del presidente a comparecer ante el Congreso y del posible impeachment.

La situación de Obama es absolutamente diferente. Continúa con dos guerras y no tiene por qué empezar una tercera. Al mismo tiempo, el forzar a huir a Gadafi no debe amenazar con una nueva guerra. Gadafi parece haberse pasado, le apoyan sólo las fuerzas desesperadas que dependen de su régimen.

Pero Obama se enfrentará a un problema nada menos grave que el kosovar: el aumento de precios de petróleo ya amenaza al saneamiento económico lo que reducirá sus posibilidades de reelección el año próximo y esto sí que es un argumento serio.

Motivos y pretextos

Por ahora, la concertación de buques de combate a orillas de Libia es una demostración de fuerza, un método de presión. Para desencadenar una guerra se necesitan causas. O pretextos. La guerra de Afganistán tuvo una causa muy seria, el S-11. A George W. Bush no le quedó otra opción que intervenir en Afganistán.

La guerra de Irak no tuvo una causa honesta, pero tuvo un pretexto: la supuesta fabricación de armas de destrucción masiva por Saddam Hussein. Como resultó, fue toda una mentira.

Por ahora, la intervención en Libia no tiene ningún motivo según el derecho internacional.

Pero Gadafi mismo puede aportar estos motivos. La postura de Estados Unidos de que “no excluimos ninguna variante” y “estamos listos para cualquier eventualidad” significa que si Gadafi continúa la violencia pueden conllevar acciones bélicas.

Mientras tanto, los medios noticiosos anuncian que las fuerzas de Gadafi está recuperando el control sobre las ciudades rebeldes, causando centenares de víctimas. De seguir así, habrá bastante violencia para servir de motivo para la intervención. Los republicanos en el congreso ya exigen intervenir sin reservas.

Los preparativos que se observan ahora en el Mar Mediterráneo no son sólo un nuevo emplazamiento de la Marina estadounidense por si acaso. En un momento determinado, la preparación acarrea inevitablemente acciones activas.

En lo que a los recursos para la llegada de este momento se refiere, ya son bastantes. Los buques que ya se han acercado a Libia son serias herramientas. El buque de asalto anfibio Kearsarge de Estados Unidos es uno de los buques más grandes de este tipo, con desplazamiento de 40.000 toneladas y eslora de 253 metros, con unas decenas de helicópteros, cohetes, barcos y más de dos mil marines.

A propósito, precisamente el Kearsarge actuó en 1999 a orillas de la antigua Yugoslavia, desembarcando a las primeras tropas de Estados Unidos en el territorio de Kosovo. Asimismo, participó en las operaciones contra Yugoslavia el USS Ponce. Y el submarino nuclear Scranton. Los submarinos de este tipo están armados de misiles de crucero y, lo más importante, están equipadas especialmente para operaciones de desembarco secretas en el territorio del adversario.

Los bombardeos de Yugoslavia en 1999 fueron realizados no sólo desde portaaviones de Estados Unidos Theodor Roosevelt, sino también desde las bases en Italia y Francia, desde portaaviones franceses e ingleses, que se encuentran ahora más cerca de Libia que de Yugoslavia en aquel entonces.

A propósito, Londres anunció que para salvar a cerca de 20 petroleros británicos atrapados en el sureste de Libia enviará a esa zona unidades del Servicio Especial Aéreo (SAS), que es la principal fuerza de operaciones del ejército británico, comparable con Navy SEALS de Estados Unidos.

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