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Mientras Túnez trata de estabilizarse en medio de la convulsión sociopolítica, ciudadanos de otros países de la región toman las calles para protestar.
No en vano, algunos expertos han venido diciendo desde el viernes, día en que salió del poder y del país el ex presidente tunecino Zine al-Abidine Ben Ali, que algunos de los líderes árabes deberían poner sus barbas en remojo.


Este domingo, alrededor de mil personas se movilizaron hacia el parlamento de Jordania, en la capital, Ammán.
Un líder de la oposición dijo que ese país está sufriendo los mismos problemas que han estado enfrentando los tunecinos.
En la capital yemení, Saná, cientos de estudiantes marcharon por las calles gritando consignas a favor de lo que denominaron como una revolución contra “los asustados y falsos líderes del mundo árabe”.
En Túnez, las fuerzas de seguridad han estado intercambiando disparos con miembros de la guardia presidencial en la capital, Túnez. El ejército está en las calles y dado que hay un estricto toque de queda, los residentes que salgan a la calle ponen en riesgo sus vidas.
El primer ministro, Mohamed Ghannouchi, y políticos de oposición aseguraron que anunciarán un nuevo gobierno el lunes.
Inmolación
En Argelia, de acuerdo con información difundida por medios de comunicación estatales, un hombre se inmoló afuera de la gobernación de la ciudad de Boukhadra, a 700 kilómetros de la capital, Argel.
De acuerdo con Chloe Arnold, la corresponsal de la BBC en Argel, Mohsen Bouterfif, quien se encontraba desempleado y tenía dos hijas, murió por las quemaduras el fin de semana.
Poco después del incidente, alrededor de cien personas salieron a protestar en Boukhadra. Pero la manifestación fue dispersada por la policía.
“La agencia de noticias Tout sur l’Algerie está reportando dos casos más de hombres que se han prendido fuego en dos ciudades de Argelia. Ambos se están recuperando en el hospital”, informó Arnold.
Estos incidentes evocan el inicio de las protestas de Túnez, hace tres semanas, cuando Mohammed Bouazizi, un graduado universitario de 26 años se inmoló después que la policía confiscara las verduras que pretendía vender sin permiso para ganarse el pan.
Sindicatos y grupos de derechos humanos sostienen que, desde entonces, más de 35 personas han muerto debido a la represión policial a las revueltas en el interior del país.
Espejo
La muerte del joven tunecino lo convirtió en un símbolo y en un mártir, como indicó Roger Hardy, analista sobre el Medio Oriente del Centro Woodrow Wilson, en Washington.
“El malestar que provocó su auto inmolación llevó a la caída de uno de los gobernantes de mayor antigüedad de la región”, señaló Hardy en un artículo escrito para la BBC.
Mientras aún se desconoce el alcance del impacto de la crisis en Túnez, su influencia en la región ya es evidente.
Muchos jóvenes árabes se identifican con los problemas que enfrentan los jóvenes tunecinos: desempleo, corrupción, autocracia, violaciones a los derechos humanos.
“A lo largo de toda la región hay un déficit de dignidad” asegura el experto.
Lo que es más, enfatiza Hardy, en la era de la globalización, los gobiernos no pueden aislar a sus ciudadanos de las noticias.
A Occidente
Pero las protestas en Túnez no sólo están enviando un mensaje a algunos líderes del mundo árabe, sino a Occidente también.
“Por décadas, los gobiernos de Occidente describieron a Túnez como un oasis de calma y de éxito económico, un lugar donde se podían hacer negocios”, señaló el especialista del Centro Woodrow Wilson.
Decidieron hacerse los ciegos frente a las denuncias hechas por algunas organizaciones sobre violaciones a los derechos humanos del gobierno de Ben Ali, dijo el especialista.
“Mientras la elite prosperaba, el pueblo tunecino sufría”, indicó Hardy.
Expertos consideran que aún es muy temprano para descifrar las repercusiones de la crisis en Túnez. Sin embargo, lo que es claro es que muchos árabes ven su reflejo en la realidad tunecina.
BBC Mundo

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