Los programas sociales y fiscales más importantes y populares de Estados Unidos se ven amenazados por una autodenominada «Comisión Nacional de Responsabilidad Fiscal y Reforma», bipartidista.
Fue creada por el presidente Obama el 18 de febrero de 2010 y está copresidida por quienes desde hace mucho tiempo son dos adalides de Wall Street: el ex senador Simpson (republicano, por Wyoming) y Erskine Bowles, antiguo Jefe de Gabinete de la Casa Blanca con Clinton.
El informe emitido por la comisión el 10 de noviembre propone recortar drásticamente los pagos de la seguridad social (sumiendo con ello a los perceptores en la pobreza), elevar la edad de jubilación a los 69 años (asegurando con ello que millones de trabajadores habrán muerto antes de jubilarse, o que se jubilen estando ya gravemente enfermos), o reducir o congelar los incrementos del coste de la vida mediante unos índices de inflación que subestimen en un cincuenta por ciento los aumentos del precio de alimentos, gasolina, gastos sanitarios y educación.
La comisión propone recortes importantes en Medicare, aumentar el copago en Medicaid y recortar la formación médica universitaria en 54.000 millones de dólares.
La comisión propone eliminar deducciones fiscales, incluidas las correspondientes al pago de intereses de hipotecas de vivienda y gravar los seguros médicos proporcionados a los trabajadores por los empresarios.
Ese mismo informe de la comisión propone reducir los beneficios del capital y los impuestos de la renta a los ricos hasta un 24 por ciento.
El presidente Obama y la dirección de los republicanos elogiaron a la Comisión y pretenden «dejarles margen para trabajar sobre ello».
La denominada crisis de la seguridad social es consecuencia del desvío de fondos para pagos destinados al fondo general por parte de los gobiernos republicano y demócrata. El déficit venidero (2030) se puede remediar fácilmente elevando el techo fiscal de los ricos para gravar todas las rentas obtenidas.
El coste sanitario se puede reducir en un 50 por ciento sustituyendo los lucrativos seguros médicos empresariales y las empresas farmacéuticas por un sistema sanitario nacional no lucrativo, semejante a los regímenes sanitarios de Europa y Canadá, que tan bien funcionan.
Tanto los planes sanitarios como la seguridad social se pueden financiar fácilmente instaurando un impuesto del 1 por ciento sobre la venta de acciones y bonos.
Las propuestas de aumentar el déficit planteadas por la comisión bipartidista de Obama amenazan con expulsar a un tercio de los jubilados que dependen principalmente de los ingresos que perciben de la seguridad social y abocarlos a los comedores benéficos o a la indigencia.
El coste añadido y la reducción de la atención sanitaria incrementará la tasa de mortalidad entre las familias de clase trabajadora.
El aumento de la edad de jubilación se traducirá en «trabaja hasta que te mueras», sin tiempo para el ocio, para viajar o para los nietos.
Ha llegado el momento de enviar un mensaje a Washington: recorta la seguridad social y Medicare y las deducción por los intereses en el pago de viviendas y estarás en Washington fuera del horario de trabajo.