Rosa Parks logró cambiar el mundo sentada en una silla.
¿Qué hizo de revolucionario?
Un día, se negó a darle el asiento a un hombre blanco en un autobús (estando obligada a hacerlo).
Hoy puede parecer algo común y corriente, pero se negó el 1º de diciembre de 1955 en Montgomery, Alabama, en plena época de segregación racial, y con el fantasma del Ku Klux Klan siempre latente.
Rosa dijo en su autobiografía que lo hizo porque “estaba cansada (harta) de ceder y ceder”.
Ese 1º de diciembre de 1955 fue llevada presa. Esto provocó la indignación de toda la comunidad negra, que salió a las calles a respaldarla y organizó un gran boicot.
Ese 1º de diciembre de 1955 fue llevada presa. Esto provocó la indignación de toda la comunidad negra, que salió a las calles a respaldarla y organizó un gran boicot.
De esta manera Rosa se convirtió en un ícono de la lucha contra la discriminación junto con Martin Luther King, y con el aporte de ambos se logró conseguir el dictado de “leyes antidiscriminación”.
La segregación racial en el transporte público funcionaba de la siguiente manera: los negros debían pagar primero en la parte delantera del ómnibus, y después bajar para subirse por atrás, y si los asientos se llenaban, tenían que cederles su lugar a los blancos que ingresen.
La segregación racial en el transporte público funcionaba de la siguiente manera: los negros debían pagar primero en la parte delantera del ómnibus, y después bajar para subirse por atrás, y si los asientos se llenaban, tenían que cederles su lugar a los blancos que ingresen.
Es increíble, ¿no? Evidentemente se trataba de un sistema perverso e indignante, que tenía como objetivo humillar y quebrantar el espíritu de la gente de color. Pero no lo lograron.
Creo que es inadmisible (y repudiable) la discriminación de un ser humano por el simple hecho de su color de piel, y me resulta inentendible esa actitud. Por eso (y sin considerar las discusiones que existen alrededor de “El Mercader de Venecia”) me pregunto al igual que Shylock: ¿por qué se los discrimina?
Creo que es inadmisible (y repudiable) la discriminación de un ser humano por el simple hecho de su color de piel, y me resulta inentendible esa actitud. Por eso (y sin considerar las discusiones que existen alrededor de “El Mercader de Venecia”) me pregunto al igual que Shylock: ¿por qué se los discrimina?
¿Por el color de piel?
¿Acaso el negro no tiene ojos, no tiene manos, ni órganos, ni alma, ni sentidos, ni pasiones?
¿No se alimenta de los mismos manjares, no recibe las mismas heridas, no padece las mismas enfermedades y se cura con iguales medicinas, no tiene calor en verano y frío en invierno lo mismo que el blanco?
Si le pican, ¿no sangra? ¿No se ríe si le hacen cosquillas?
¿No se muere si le envenenan? Si le ofenden, ¿no trata de vengarse? Entonces, ¿por qué el hombre discrimina a su semejante?
A pesar de no saber la respuesta de la última pregunta, sí sé que hay que seguir luchando para que ello no siga sucediendo, porque aún queda mucho por hacer en materia de igualdad.
En fin, esa es la razón por la que recuerdo a Rosa Parks, porque su legado es riquísimo, porque nos recuerda que incluso en una causa aparentemente perdida, una persona puede sin saberlo inspirar a otra, y esa persona inspirará a otra que luego puede cambiar el mundo, o por lo menos un pedacito de éste.
Juan Pablo Flores – Fundación Derecho a mis Derechos
Video: “Blackbird” escrita por Paul McCartney, en reacción a las tensiones raciales que se intensificaban en los Estados Unidos.
A pesar de no saber la respuesta de la última pregunta, sí sé que hay que seguir luchando para que ello no siga sucediendo, porque aún queda mucho por hacer en materia de igualdad.
En fin, esa es la razón por la que recuerdo a Rosa Parks, porque su legado es riquísimo, porque nos recuerda que incluso en una causa aparentemente perdida, una persona puede sin saberlo inspirar a otra, y esa persona inspirará a otra que luego puede cambiar el mundo, o por lo menos un pedacito de éste.
Juan Pablo Flores – Fundación Derecho a mis Derechos
Video: “Blackbird” escrita por Paul McCartney, en reacción a las tensiones raciales que se intensificaban en los Estados Unidos.