Sabido es que la historia la escriben los vencedores y que los vencidos y vencidas son extirpados de la misma hasta el punto de carecer de nombre propio, vida vivida y huella social. De esta forma, los libros de historia abundan en matanzas y crímenes recogidas como gestas y proezas por los escribas del pesebre y el poder. Así ha sido en el pasado y en esas seguimos.
Leí en su día una versión de la revuelta de Lucifer (del latín “lux” –luz- y “fero” – llevar: portador de luz) diferente a la que nos enseñaron de la escuela.
Según ésta, Lucifer fue un arcángel que se rebeló contra Dios por querer ser como él. Arrastró en su revuelta a un gran número de ángeles celestiales, pero perdió la batalla ante las huestes de Dios capitaneadas por el arcángel Miguel, el Mikel de Aralar. Luego, como castigo, Lucifer y los suyos fueron confinados al ámbito de los subsuelos terrenales, cambiando entonces de nombre y pasando a ser Satanás, príncipe de los demonios.
Hay, sin embargo, otra versión antidespótica y republicana mantenida por alguna de las denominadas “sectas satánicas”. Según ésta, la rebelión encabezada por Lucifer fue una lucha contra el poder absoluto y tiránico de Dios. Su objetivo no fue arrebatarle el trono celestial, sino que todos (Dios, arcángeles, ángeles…) fueran iguales y el poder fuera compartido.
Pero la batalla fue perdida por los alzados y Dios reinó a partir de entonces de forma aún más déspota y sanguinaria, tal como se desprende de las lecturas bíblicas relativas al diluvio, Sodoma y Gomorra, las plagas de Egipto,..
Con la figura de Eva (en hebreo, “fuente de vida”) ocurre otro tanto. Según el relato bíblico, ésta desobedeció el mandato de Dios y comió del “árbol de la ciencia del bien y del mal”. Luego, tras disfrutar del sabor de la manzana y ver que estaba buena y agudizaba el ingenio, como buena colega, dio de comer a Adán (bastante más sumiso y menos echado para adelante que su señora) a fin de socializar su descubrimiento.
Eva quería también, en forma similar a Lucifer, democratizar el conocimiento y ser dueña de su propia moral (discernir entre el bien y el mal), pero Dios no podía consentir que su todopoderosidad fuera compartida por nadie. Por eso la expulsó del Paraíso.
Lucifer y Eva son en la historia oficial católica la representación del Mal y el Pecado. Sus delitos, alzarse en armas contra el poder y desobedecer las normas injustas, fueron sancionados con penas eternas: vivir en los infiernos y parir los hijos con dolor. Al aviso sigue vigente aún hoy en día: quien aspire a democratizar el poder y el saber será expulsado del paraíso institucional y condenado a penas eternas: ¡con Dios y la Constitución no se juega!
El calendario oficial está repleto de vírgenes, santos y mártires de todo pelo y condición que, en su mayor parte, no fueron sino puras invenciones, tergiversaciones flagrantes o, a lo más, parcialísimas medias verdades. Vírgenes aparecidas en batallas que nunca existieron, como la del Pilar, patronean la España oficial de la mano de un apóstol, Santiago, que nunca pisó ni nada supo del país de la piel de toro; y santos, como Fermín, que nunca holló Iruñea, guían y protegen hoy a los mozos por Santo Domingo, Mercaderes y Estafeta mientras son perseguidos por toros alucinados.
Hoy en día, el pasado calendario santificador del embuste y la falsificación, va cediendo paso a las conmemoraciones políticamente correctas. Rara es la fecha en la que no celebramos el día internacional de lo que sea, que aquí vale todo: los derechos humanos, el cáncer o la tuberculosis, la no violencia, el libro o los museos, el donante, el refugiado,…
Las pasadas cumbres internacionales realizadas en Roma y Copenhague sobre Alimentación y Medio ambiente nos dicen que, más que para celebrar un día, los esfuerzos realizados no dan ni para unos segundos de conmemoración, pero al igual que con el santoral, lo importante es que la feligresía ciudadana siga creyendo, rezando y haciendo rogativas al poder para que cure el sida, acabe con el hambre o traiga la paz, pues todas esos milagros son monopolio de Dios y sus ministros, pero no tarea a asumir por Evas y Luciferes.
A niveles locales pasa también algo de lo mismo. No hay nada más que ver los noticieros estatales y teleberris de EITB. En ellos, todas las víctimas de ETA tienen ya su conmemoración oficial y su día de discursos y flores. Consejeros, políticos y allegados organizan oficialmente actos que son luego difundidos profusamente por medios, agencias y cadenas.
Así como en su tiempo las víctimas de la Inquisición no consiguieron entrar en calendario romano alguno ni recibir reconocimiento oficial de ningún tipo, tampoco las víctimas del Estado, sus fuerzas policiales e instituciones penitenciarias han conseguido entrar en programación oficial alguna, ni merecer la atención de los medios cuando algún acto es realizado en su memoria.
Leo en la prensa que de todos los crímenes del GAL, solamente se han juzgado -aún así, de manera parcial-, cuatro atentados mortales suyos (Lasa y Zabala, Santi Brouard, J.P. Leiba y R. Caplanne) y algunas otras acciones menores: secuestro de Marey, ametrallamientos fallidos,..
Los sumarios abiertos con por el resto de muertes (casi dos docenas), han sido cerrados por falta de pruebas respecto a sus autores. A ello hay que sumar que los pocos condenados habidos (Vera, Barrionuevo,…) no han llegado a cumplir ni siquiera un diez por ciento del total de las penas que les fueron impuestas.
Es obligado acabar con todos estos viejos y nuevos santorales. Debemos impedir que el tiempo consagre las maldades e infamias de todos estos dioses, reyes y déspotas tribunos y conseguir, por el contrario, que todos los Luciferes y Evas olvidados por la historia puedan recuperar el lugar que en ésta les han robado!