Laura Rangel*
Cristóbal Colón murió sin saber que había descubierto América. Lo que siguió lo sabemos bien: la conquista de América Latina, el dominio sobre las colonias por más de dos siglos y medio. Sabemos que, entre otros muchos hechos, durante ese tiempo las riquezas minerales fueron saqueadas, los pueblos originarios eliminados o sometidos y poblaciones africanas fueron arrancadas de su territorio y desplazadas a la esclavitud en el nuevo continente. Así nacieron las asimetrías. En el siglo XXI, a doscientos años del proceso de independencia de América Latina, Europa sigue escarbando el suelo americano para mantener su competitividad en un contexto de globalización y multipolaridad.
No surcan el Atlántico La Pinta, La Niña y la Santa María. Hoy, la estrategia se centra en el libre comercio. La integración, los derechos humanos, el Estado de derecho, la democracia y el desarrollo sostenible son su cara amable pero, en todo caso, conceptos y valores accesorios de los cuales se puede prescindir en cualquier momento. Con estos adornos, llamaron Acuerdos de Asociación a su propuesta de Tratado de Libre Comercio para América Latina. México en 2000 y Chile en 2003 entraron en el juego. En la Cumbre UE - América Latina y Caribe celebrada en mayo en Madrid se cerraron con una firma simbólica las negociaciones con Centroamérica, Perú y Colombia, y se anunció la reapertura del proceso con Mercosur.
Asimetrías en el siglo XXI
El concepto de asimetrías es importante porque el formato de los Acuerdos de la Unión Europea se sustenta en la reciprocidad. Con éste se abandona el esquema de las preferencias arancelarias (SGP y SGP Plus) que, de manera unilateral, permiten el ingreso de mercancías sin arancel cuando el país beneficiario cumple algunos requisitos y condiciones (lucha contra el tráfico de drogas ilícitas, cumplimiento de estándares laborales y ambientales, etc.)
Que la reciprocidad comercial sea real supone que entre quienes negocian existe una cierta paridad en sus condiciones, de manera que lo que se cede tiene una contraprestación real y proporcional a lo que se obtiene. Las diferencias entre los países o regiones en cuanto al tamaño de sus economías, estructura productiva, indicadores sociales y desarrollo científico y tecnológico, definen si hay o no esa paridad.
La comparación entre los países centroamericanos y los andinos, por una parte, y de los que conforman la Unión Europea (UE), por otra, reafirma que las asimetrías que surgieron con la conquista de América Latina se mantienen y que, por tanto, no es posible que haya una negociación comercial que sea realmente recíproca. En la negociación ganará quien tiene más y perderá quien tiene menos. Sabemos quién es quién.
Asimetrías en cifras
El Producto Interno Bruto per cápita de Bulgaria (8.600 euros), el más bajo de la UE, equivale casi al doble del de Costa Rica (6.567,12 dólares), el mayor entre los países que negocian de Centroamérica y de la Comunidad Andina de Naciones (CAN). La UE tiene una participación del 47,1 por ciento en el comercio mundial de servicios frente al 0,2 por ciento de la CAN [1]. En 2006, el Producto Interno Bruto de la Unión Europea fue 22 veces el de la CAN [2]. El PIB generado por la UE en 2007 fue casi 150 veces mayor que el PIB centroamericano [3].
En Centroamérica y en la CAN, el TLC con la UE se presentó como una oportunidad para aumentar las exportaciones actuales. El flujo comercial de América Latina con Europa confirma la división internacional del trabajo y la vocación impuesta en la conquista de ser una despensa de recursos naturales eterna e inagotable que debe estar disponible para Europa.
Los productos que exporta la CAN a la Unión Europea son en su mayoría materias primas: hulla, café, minerales del cinc, del cobre, plátanos, ferroníquel, camarones, aceite crudo de petróleo, etc. La CAN importa medicamentos, aviones, vehículos y otros productos industriales. Centroamérica importa de la UE productos industriales y exporta café, banano, piña y partes de computador, principalmente.
Las importaciones desde la UE hacia Centroamérica han crecido a un promedio del diez por ciento anual y las exportaciones en dirección contraria lo han hecho más lentamente, a una tasa anual promedio del cuatro por ciento [4].
¿Qué buscan las negociaciones? El marco de las negociaciones tiene como piso los compromisos establecidos en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y los Tratados de Libre Comercio ya firmados y ratificados tanto por Centroamérica (CAFTA), Perú y Colombia con Estados Unidos, países con los que la UE continuó la negociación por fuera del marco de la CAN. Es decir, la negociación vale la pena para la UE si logra mayores beneficios que EE UU. Sus intereses particulares giran alrededor de temas sensibles y estratégicos [5]:
• Acceso a la biodiversidad, particularmente a la propiedad intelectual sobre material vivo.
• Garantizar la continuidad y expansión de las inversiones que tienen hoy ya sus empresas multinacionales en sectores como minería y energía, de manera que ninguna política nacional pueda limitar su acceso a los recursos ni a los mercados.
• En propiedad intelectual, aumentar los niveles de protección.
• En cuanto a compras del Estado, allanar el acceso a estos mercados, particularmente en sectores estratégicos para la ampliación de la infraestructura vial y energética.
• Afianzar la operación de servicios públicos y del sector financiero y eliminar las regulaciones que exijan requisitos de desempeño a las empresas europeas dentro del llamado “trato nacional”.
Vuelven las carabelas Los debates públicos alrededor de las negociaciones de los llamados Acuerdos de Asociación (AdA) entre la Unión Europea y Centroamérica y la CAN han desvirtuado el mito de Europa como adalid de la democracia, los derechos humanos y el desarrollo sostenible. Son las empresas multinacionales la tripulación de las nuevas carabelas.
Los Acuerdos de Asociación se pretendían diferentes de un simple TLC por ser de bloque a bloque para fortalecer la integración regional, incluir tres pilares (comercial, diálogo político y cooperación) y reconocer las asimetrías entre los bloques, las regiones y los países. Estos elementos cumplieron el papel de los espejos que en el momento de la conquista lograron seducir a los pueblos indígenas para que entregaran sin resistencia sus tesoros.
Dos veces se suspendieron las negociaciones con Centroamérica. En marzo de 2009, por el retiro de Nicaragua de la negociación, que insistía en la propuesta de crear un Fondo de Compensación. Después, como consecuencia del golpe de Estado ocurrido en Honduras. La negociación se reanudó con el gobierno actual de Honduras de Porfirio Lobo, sin que el Sistema de Integración de Centroamérica (SICA) se hubiera pronunciado al respecto. Esto quiere decir que el Estado de derecho no importa a la UE, ni es un objetivo ni una consideración de peso en la negociación. Tampoco importa el proceso de integración centroamericano cuando la UE invita a Panamá, que no es parte del SICA, sin ni siquiera consultarlo.
La negociación andina se suspendió en julio de 2007 y luego se reanudó. Pero se salió Bolivia, que se topó con la intransigencia tanto de la Unión Europea como de los gobiernos de Perú y Colombia frente a su propuesta de excluir los temas de Singapur por considerar que éstos afectan los derechos de la población. Así se rompió la negociación bloque a bloque, quedó un formato bilateral y de paso la CAN resultó debilitada. El proceso de reforma constitucional en Ecuador estableció claros límites a los temas susceptibles de ser negociados en un acuerdo comercial. Por ello, y debido a disputas no resueltas sobre el banano, se retiró este país, aunque siempre con la posibilidad de que se reenganche. El objetivo de superar las asimetrías mediante el trato especial y diferenciado también fue abandonado.
Ninguna de las graves violaciones a los derechos humanos ocurridas en Perú y Colombia han sido suficientes para alterar el proceso de negociación, como tampoco lo fue la invasión por parte de Colombia de territorio ecuatoriano en marzo de 2008. Democracy is a word. Bussines are bussines.
La historia no se acaba
Las organizaciones sociales han hecho un importante trabajo de seguimiento crítico a las negociaciones. Ha habido momentos de interlocución, han presentado propuestas sobre los diferentes temas de negociación, realizado movilizaciones de protesta, actos simbólicos, foros, talleres, ruedas de prensa... Pese al esfuerzo, las negociaciones han avanzado. Tristemente hay que decir que aún en gobiernos que plantean rupturas con el modelo neoliberal y los imperialismos es más fuerte el poder del mito del libre comercio como solución a la pobreza y fórmula de crecimiento. Ni siquiera las evidencias sobre las consecuencias negativas de estos TLC en México y Chile han logrado convencerlos de retirarse de la negociación.
Los canales institucionales para la participación de la llamada sociedad civil son meramente formales, pues la estructura jurídica en los diferentes bloques y países no les reconocen fuerza vinculante. La concentración de la facultad de dirigir y desarrollar la política exterior en el poder ejecutivo elimina toda posibilidad de que la voz de los pueblos se escuche y atienda. La confidencialidad de las negociaciones sigue siendo uno de los principales obstáculos para que la ciudadanía tome posición frente a los TLC y, por lo tanto, restringe su capacidad de movilización. En el siglo XXI, paradoja del planeta Tierra, saben más de las negociaciones los funcionarios de las demás partes que la propia ciudadanía.
Los sistemas de control político y jurídico en los países y regiones también tienen limitaciones. El neoliberalismo copa cada vez más espacios en las instancias de poder. En los estrados judiciales los derechos de las multinacionales no sólo tienen mayor relevancia que los derechos humanos, sino que van siendo más relevantes que los mismos Estados.
Pero la calle aún sigue siendo pública, patrimonio de todas y todos. Lugar donde expresamos nuestras luchas y nuestros sueños. Será allí, sin lugar a dudas, donde podremos dejar de ser colonias... en el siglo XXI. Para ello, no necesitamos la humildad de palabra que pregona el presidente Zapatero, quien no hizo más que presionar la conclusión y firma de las negociaciones para presentar parte de victoria en la Cumbre UE-ALC, sino el respeto al derecho de autodeterminación de nuestros pueblos. No queremos más carabelas. No a los TLC de la UE en América Latina.
*Laura Rangel forma parte de la Red Colombiana de Acción frente al Libre Comercio (RECALCA).
Notas
[1] Lara Claudio, Silva Consuelo (2009): Conflictos en las negociaciones. Lo que queda del Acuerdo entre la Unión Europea y la Comunidad Andina de Naciones. Disponible en www.observatoriouealalop. eu.
[2] “Vuelven las carabelas: la verdad sobre el Acuerdo de Asociación entre la Comunidad Andina de Naciones y la Unión Europea”. (www.recalca.org.co).
[3] ALOP. CID (2010). “La negociación del Acuerdo de Asociación entre Centroamérica y la Unión Europea: Balance y Alternativas”. Ver en www.alop.or.cr.
[4] ALOP. CID (2010).
[5] Arroyo Alberto, Rodríguez Graciela, Casteñeda Norma (2009). La Unión Europea: ¿promotora de la integración regional en América Latina? Informe disponible en www.omal.info (01/09/2009).