Australppithecus sediba sigue sorprendiendo. El nuevo homínido dado conocer en Science la semana pasada, está probando ser un fósil excepcional en todo sentido.
No sólo el A. sediba está representado por individuos fósiles muy completos en materia de huesos, sino que ahora nos enteramos que hasta podría tener tejidos blandos fosilizados. Así lo muestra una microtomografía que le fue tomada en Francia.
Uno de los individuos conservados de A. sediba era un varón de unos 13 años de edad, cuyo cráneo se preservó muy bien, tanto que parece guardar algo en su interior. Por eso el grupo descubridor, al mando de Lee Berger, decidió explorarlo por dentro, pero sin destruirlo.
Para ello se valieron del sincrotrón de rayos X que toma microtomografías ubicado en Grenoble, Fracia. Este sincrotrón ha sido utilizado por un grupo liderado por el paleoantropólogo francés Paul Tafforeau para revolucionar el estudio de los fósiles.
Esto gracias a que el sincrotrón permite a los científicos visualizar el interior de un bloque fósil, a veces hasta con una escala de un micrón, sin tener que romperlo para abrirlo, con un contraste, una sensibilidad y una resolución muy superiores a los que ofrecen las máquinas de rayos-X convencionales..
Al principio se usaba para estudiar dientes fósiles, además de desarrollar la creación de imágenes mediante luz sincrotrón para la paleontología.
No es habitual que los fósiles de gran valor histórico y científico se trasladen de un lugar a otro. Sin embargo, el pasado febrero este valioso fósil de 1,9 millones de años se transportó de Johannesburgo al ESRF para someterlo a una extensa investigación de dos semanas de duración. Además del cráneo, se analizaron numerosos fragmentos del esqueleto, que suponen casi el 40% del cuerpo entero.
Uno de los aspectos clave del análisis fue el estudio detallado de dientes del fósil. El estudio de las líneas internas de crecimiento podría proporcionar la edad precisa del sujeto en el momento de su muerte.
Los científicos no extrajeron la matriz pétrea entera del cráneo, un procedimiento que en el pasado se ha realizado en todos los demás cráneos de homínidos para prepararlos para su estudio científico.
Los rayos-X penetraron a más profundidad en la roca para encontrar cualquier traza fosilizada de lo que había ahí hace 1,9 millones de años. Este análisis permite además conservar partes intactas para las generaciones venideras.
Al comparar su edad real con su nivel de desarrollo (equivalente a un humano moderno de 13 años), se podría obtener información valiosa sobre el patrón de vida de hace 1,9 millones de años. Los investigadores también han observado una zona amplia de menor densidad que podría apuntar a la existencia de un resto de cerebro tras su descomposición bacteriana.
El análisis de los terabytes de datos no ha hecho más que comenzar, pero la visualización preliminar del cráneo completo que ya está disponible, muestra interesantes detalles; entre ellos, huevos fosilizados de insectos cuyas larvas se podrían haber alimentado de la carne del homínido después de su muerte.
Los resultados preliminares, aún inéditos, muestran la presencia de lo que podrían ser huevos fosilizados de insectos e indicios de un posible resto de cerebro del homínido.
Vía SINC Más en Livescience y ScienceDaily
No sólo el A. sediba está representado por individuos fósiles muy completos en materia de huesos, sino que ahora nos enteramos que hasta podría tener tejidos blandos fosilizados. Así lo muestra una microtomografía que le fue tomada en Francia.
Uno de los individuos conservados de A. sediba era un varón de unos 13 años de edad, cuyo cráneo se preservó muy bien, tanto que parece guardar algo en su interior. Por eso el grupo descubridor, al mando de Lee Berger, decidió explorarlo por dentro, pero sin destruirlo.
Para ello se valieron del sincrotrón de rayos X que toma microtomografías ubicado en Grenoble, Fracia. Este sincrotrón ha sido utilizado por un grupo liderado por el paleoantropólogo francés Paul Tafforeau para revolucionar el estudio de los fósiles.
Esto gracias a que el sincrotrón permite a los científicos visualizar el interior de un bloque fósil, a veces hasta con una escala de un micrón, sin tener que romperlo para abrirlo, con un contraste, una sensibilidad y una resolución muy superiores a los que ofrecen las máquinas de rayos-X convencionales..
Al principio se usaba para estudiar dientes fósiles, además de desarrollar la creación de imágenes mediante luz sincrotrón para la paleontología.
No es habitual que los fósiles de gran valor histórico y científico se trasladen de un lugar a otro. Sin embargo, el pasado febrero este valioso fósil de 1,9 millones de años se transportó de Johannesburgo al ESRF para someterlo a una extensa investigación de dos semanas de duración. Además del cráneo, se analizaron numerosos fragmentos del esqueleto, que suponen casi el 40% del cuerpo entero.
Uno de los aspectos clave del análisis fue el estudio detallado de dientes del fósil. El estudio de las líneas internas de crecimiento podría proporcionar la edad precisa del sujeto en el momento de su muerte.
Los científicos no extrajeron la matriz pétrea entera del cráneo, un procedimiento que en el pasado se ha realizado en todos los demás cráneos de homínidos para prepararlos para su estudio científico.
Los rayos-X penetraron a más profundidad en la roca para encontrar cualquier traza fosilizada de lo que había ahí hace 1,9 millones de años. Este análisis permite además conservar partes intactas para las generaciones venideras.
Al comparar su edad real con su nivel de desarrollo (equivalente a un humano moderno de 13 años), se podría obtener información valiosa sobre el patrón de vida de hace 1,9 millones de años. Los investigadores también han observado una zona amplia de menor densidad que podría apuntar a la existencia de un resto de cerebro tras su descomposición bacteriana.
El análisis de los terabytes de datos no ha hecho más que comenzar, pero la visualización preliminar del cráneo completo que ya está disponible, muestra interesantes detalles; entre ellos, huevos fosilizados de insectos cuyas larvas se podrían haber alimentado de la carne del homínido después de su muerte.
Los resultados preliminares, aún inéditos, muestran la presencia de lo que podrían ser huevos fosilizados de insectos e indicios de un posible resto de cerebro del homínido.
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