DIARIO VEA
QUÉ COSA MÁS SERIA es la vida. Son muchos los casos que lo confirman. Uno, por ejemplo, el más protuberante y de mayor actualidad, el del papa Benedicto XVI. Fue durante años el jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la que en el pasado era la Inquisición, es decir, el órgano vaticano que ordenaba quemar libros y seres humanos. Pero la supuesta actualización de la Iglesia católica le cambió el nombre.
Para aquel momento el hoy papa era el cardenal Ratzinger, un severo y culto interprete de la doctrina de la Iglesia, muy próximo a Juan Pablo II, y uña y carne del gran teólogo suizo Hans Khun, quien finalmente rompió con él y es uno de sus críticos más severos (este escribidor recomienda la lectura de la carta que recientemente dirigió Khun al Papa). Pero la vida ha puesto al descubierto lo que fue la gestión de Ratzinger al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Cómo erigió un muro de contención a los intentos renovadores en el seno de la Iglesia y, además, y es lo más grave, apañó, silenció y encubrió graves violaciones a la moral cristiana y al ejercicio sacerdotal. Su hermano, también sacerdote, aparece ahora involucrado en un convento de Alemania en la protección de curas pedófilos; y de acuerdo con el saldo que arroja la marcha de los acontecimientos, en los que prácticamente no hay día en que no se conozca de un caso de pedofilia en niveles importantes de la Iglesia, lo mismo pasa con el actual Pontífice.
¿DÓNDE QUEDA LA MORAL predicada con pasión desde el alto sitial que ocupó Ratzinger hace tiempo y desde la posición que ahora tiene? Es lo mismo que sucede en Venezuela. Mi Iglesia se prodiga en declaraciones sobre lo humano y lo divino. No hay acontecimiento ni tema que deje de lado. Un ejemplo es la actitud que asume el sacerdote de mayor peso en la Conferencia Episcopal, monseñor Baltazar Porras, con motivo de las festividades del Bicentenario y el desfile en Los Próceres del 19 de abril. Porras no se contiene y lanza una estúpida descalificación contra la figura del soldado.
¿DÓNDE QUEDA LA MORAL predicada con pasión desde el alto sitial que ocupó Ratzinger hace tiempo y desde la posición que ahora tiene? Es lo mismo que sucede en Venezuela. Mi Iglesia se prodiga en declaraciones sobre lo humano y lo divino. No hay acontecimiento ni tema que deje de lado. Un ejemplo es la actitud que asume el sacerdote de mayor peso en la Conferencia Episcopal, monseñor Baltazar Porras, con motivo de las festividades del Bicentenario y el desfile en Los Próceres del 19 de abril. Porras no se contiene y lanza una estúpida descalificación contra la figura del soldado.
Pero al igual que cuando aborda otros asuntos, omite cualquier mención a los curas pedófilos, a diferencia de lo que hacen los voceros de la Iglesia en muchos países. ¿Por qué el silencio? La sospecha tiene que abrirse paso e induce a pensar que hay numerosos casos de pedofilia entre los sacerdotes en la Iglesia venezolana y, sobre todo, de prelados importantes.
EN EL CAMPO DE LA POLÍTICA también hay personajes de personajes. Que se despachan y se dan el vuelto en materia de inmoralidad. Recuerdo el caso patético del salvadoreño Joaquín Villalobos, responsable del fusilamiento, cuando mandaba una unidad guerrillera en su país, del gran poeta Roque Dalton. Éste, al igual que otros con pasado moralista, cuando dejó la guerrilla, y sin mostrar arrepentimiento por las tropelías que cometió -incluso contra su propia gente-, se pasó al enemigo y ahora es conferencista en universidades norteamericanas y columnista en diarios importantes del poder mediático.
EN EL CAMPO DE LA POLÍTICA también hay personajes de personajes. Que se despachan y se dan el vuelto en materia de inmoralidad. Recuerdo el caso patético del salvadoreño Joaquín Villalobos, responsable del fusilamiento, cuando mandaba una unidad guerrillera en su país, del gran poeta Roque Dalton. Éste, al igual que otros con pasado moralista, cuando dejó la guerrilla, y sin mostrar arrepentimiento por las tropelías que cometió -incluso contra su propia gente-, se pasó al enemigo y ahora es conferencista en universidades norteamericanas y columnista en diarios importantes del poder mediático.
Su caso es muy parecido al de cierto personaje de la fauna criolla, quien siempre pontifica sobre la ética y dispara a mansalva contra quien le da la gana, para sólo descargar conciencia y venderse mejor al adversario que en el pasado combatió. Etapa, por cierto, en la que dejó un reguero de actos miserables, como lo señalan numerosos artículos, trabajos biográficos y libros que sobre él se han escrito.
Uno solo bastaría para abrirle un juicio por haberse lucrado con los cargos públicos que ejerció y por las trácalas de que se ha valido para mantenerse en la política. Ratzinger, Villalobos y el de aquí son parte de esa inefable saga.-