Pablo Gonzalez

La guerra de Arabia Saudí por el oleoducto yemení

Un cable secreto y una funcionaria del gobierno holandés confirman que la guerra de Arabia Saudí en Yemen está en parte motivada por la ambiciosa fantasía de un oleoducto respaldado por Estados Unidos

Aproximadamente 3.000 civiles han sido masacrados y un millón desplazados debido al noble bombardeo aéreo de Yemen respaldado por Estados Unidos y Gran Bretaña.

Más de 14 millones de yemeníes padecen inseguridad alimentaria, lo que supone un aumento del 12 % desde junio de 2015. De estos, tres millones de niños están desnutridos. Y en todo el país se calcula que 20 millones de personas carecen de agua segura.

Las fuerzas aéreas saudíes han bombardeado sistematicamente la infraestructura civil de Yemen en flagrante violación del derecho humanitario internacional. 

Un informe oficial de las Naciones Unidas al Consejo de Seguridad filtrado el mes pasado concluía que los saudíes “han llevado a cabo ataques aéreos contra civiles y contra objetivos civiles […] incluidos campos de personas desplazadas internas y refugiadas, reuniones de civiles, incluidas bodas, vehículos civiles (incluidos autobuses), zonas residenciales civiles, instalaciones médicas, escuelas, mezquitas, mercados, fábricas y almacenes de comida, además de otras infraestructuras civiles esenciales como el aeropuerto de Sanaa, el puerto de Hudaida y carreteras de tránsito nacional”.

Se han arrojado bombas racimo fabricadas en Estados Unidos en zonas residenciales, un acto que hasta el Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-Moon reconce tibiamente que “puede equivaler a un crimen de guerra”.

En otras palabras, Arabia Saudí es un Estado canalla. Pero no nos confundamos, este reino es nuestro Estado canalla.

Los gobiernos estadounidense y británico que suministran armas a Arabia Saudí para que las utilice contra los civiles yemeníes pretenden no estar involucrados en la guerra ni ser responsables de los crímenes de guerra de este Estado canalla que es nuestro aliado.

Un portavoz del ministerio de Defensa británico insistió en que las fuerzas británicas simplemente estaban asesorando “sobre la mejor práctica de las técnicas de selección de objetivos […]. El personal militar de Reino Unido no está directamente involucrado en las operaciones de la coalición dirigida por Arabia Saudí”.

Pero estas afirmaciones son engañosas teniendo en cuenta la reciente revelación del ministro de Exteriores saudí, Adel al-Jubeir, de que oficiales militares británicos y estadounidenses están trabajando “en el centro de comando y control para los ataques aéreos saudíes contra Yemen”.

Se supone que los contribuyentes no les pagan por estar ahí bebiendo té todo el día.

No, les estamos pagando para que supervisen la guerra aérea. Según el ministro de Exteriores saudí, “tenemos funcionarios británicos, funcionarios estadounidense y funcionarios de otros países en nuestro centro de comando y control. Conocen la lista de objetivos y saben lo que hacemos y lo que no hacemos”.

Los funcionarios estadounidenses y británicos “han podido inspeccionar su campaña aérea y quedaron satisfechos con sus salvaguardas”.

En abril de 2015 los funcionarios estadounidenses fueron mucho más francos acerca de esta situación. El vicesecretario de Estado estadounidense Antony J. Blinken afirmó en una conferencia de prensa en Riyadh que Estados Unidos había aumentado sus intercambios de inteligencia con los saudíes a través de una “célula de planificación conjunta de coordinación” que incluía la selección de objetivos.

En todo caso, los civilizados dirigentes del mundo libre tienen una panorámica global privilegiada de los crímenes de guerra sistemáticos del ejército saudí en Yemen y parece que los aprueban.

¿Una guerra sectaria?

Los objetivos de la coalición encabezada por los saudíes son poco claros.

En general se acepta que la guerra tiene varias motivaciones geopolíticas y sectarias. Los saudíes temen que el ascenso de los hutis sea un signo de la cada vez mayor influencia de de Irán en Yemen.

Con Irán activo en Siria, Iraq y Líbano, Arabia Saudí considera que la rebelión huti es otro componente más del cerco estratégico al que le está sometiendo Irán por medio de fuerzas subsidiarias. A esto se une el acuerdo nuclear con Irán respaldado por Estados Unidos, que prepara el camino para la integración de Irán en los mercados globales, la apertura de sus no desarrollados sectores petroleros y de gas, y su consolidación como potencia regional.

Pero este relato no es completo. Aunque es indiscutible que Irán tiene contactos con los hutis, antes de la campaña aérea saudí los hutis habían obtenido la mayoría de sus armas de dos fuentes: el mercado negro y el ex presidente [yemení] Ali Abdullah Saleh.

Agentes de la inteligencia estadounidense confirman que Irán había advertido explícitamente a los hutis de que no atacaran la capital de Yemen el año pasado. “Nuestra valoración sigue siendo que Irán no ejerce mando y control sobre los hutis en Yemen”, afirmó Bernadette Meehan, una portavoz del Consejo Nacional de Seguridad de la Casa Blanca.

Según el ex enviado especial de las Naciones Unidas a Yemen, Jamal Benomar, los ataques aéreos saudíes echaron por tierra un inminente acuerdo de paz que habría llevado a un acuerdo de reparto de poder entre 12 grupos tribales y políticos rivales.

“Cuando empezó esta campaña, algo significativo aunque pasó desapercibido es que los yemeníes estaban cerca de un acuerdo que hubiera instituido un reparto de poder entre todas las partes, incluidos los hutis”, declaró Jama Benomar a The Wall Street Journal.

Por consiguiente, Irán no tuvo nada que ver. Los saudíes y, al parecer, Estados Unidos y Gran Bretaña no querían ver una verdadera transición a algo que se asemejara un Yemen democrático.

De hecho, Estados Unidos se opone explícitamente a la democratización de toda la región del Golfo, empeñado en “estabilizar” el flujo de petróleo del Golfo a los mercados globales.

En marzo de 2015 el militar estadounidense y asesor de la OTAN Anthony Cordesman del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington, DC explicó: “Yemen tiene una importancia estratégica fundamental para Estados Unidos, como lo tiene la más amplia estabilidad de Arabia Saudí [para] todos los Estados árabes del Golfo. La realidad sigue siendo muy diferente en lo que se refiere a todo lo que se dice de la “independencia” energética de Estados Unidos. El aumento de derivados del petróleo y combustibles alternativos fuera del Golfo no ha cambiado su importancia estratégica vital para la economía global y estadounidense […] Yemen no se corresponde con la importancia estratégica del Golfo, pero sigue teniendo una enorme importancia estratégica para la estabilidad de Arabia Saudí y de la Península Arábiga”.

En otras palabras, la guerra en Yemen consiste en proteger al principal Estado canalla del Golfo para permitir que el petróleo siga fluyendo. Cordesman señala más adelante: “El territorio y las islas de Yemen desempeñan un papel clave en la seguridad de otro lugar de paso obligado global en el extremo sudeste del Mar Rojo llamado Bab el-Mandab o ‘Puerta de las Lágrimas’.”

El Estrecho de Bab el-Mandeb es “un lugar de paso obligado entre el Cuerno de África y Oriente Próximo, y es un enlace estratégico entre el Mar Mediterráneo y el Océano Índico” por el que circulan la mayoría de las exportaciones desde el Golfo Pérsico que pasan por el Canal de Suez y el oleoducto Suez-Mediterráneo (SUMED).

“Cualquier presencia marítima o aérea hostil en Yemen podría amenazar todo el tráfico por el Canal de Suez”, añade Cordesman, “así como un flujo diario de petróleo y productos derivados del petróleo que la EIA [siglas en inglés de Administración de Información Energética estadounidense] calcula aumentar de 2.9 mmb/d [millones de barriles al día] en 2009 a 3.8 mmb/d en 2013”.

El sueño del oleoducto de Yemen

Pero aquí hay un subobjetivo paralelo, que los funcionarios occidentales reconocen en privado, pero del que no se habla en público: Yemen tiene el potencial aún no explotado de proporcionar un conjunto alternativo de rutas de transporte marítimo de petróleo y gas para la exportación del petróleo saudí evitando Irán y el Estrecho de Ormuz.

Un cable secreto de 2008 del Departamento de Estado obtenido por Wikileaks y enviado por la embajada de Estados Unidos en Yemen a la Secretaría de Estado pone al descubierto la realidad de las ambiciones del reino a este respecto : “Un diplomático británico destinado en Yemen dijo al PolOff [funcionario político de la Embajada estadounidense] que Arabia Saudí tenía interés en construir un oleoducto, cuya propietario fuera exclusivamente Arabia Saudí y que además lo hiciera funcionar y controlara en exclusiva, a través de Hadramawt hasta un puerto en el Golfo de Aden, con lo que se evitaría el Golfo Pérsico y el Estrecho de Ormuz. Saleh siempre se ha opuesto a esto. El diplomático mantuvo que gracias al apoyo a los dirigentes militares yemeníes y pagando la lealtad de los jeques y por otros medios, Arabia Saudí se estaba posicionando para garantizar que iba a obtener del sucesor de Saleh y al precio adecuado los derechos de este oleoducto”.

De hecho, el gobernorado de Hadramaut al este de Yemen se ha librado curiosamente de los bombardeos saudíes. Esta provincia, que es la mayor de Yemen, contiene la mayor parte de los recursos de petróleo y gas que quedan en Yemen.

“El interés primordial del reino [saudí] por este gobernorado es la posible construcción de un oleoducto. El gobierno de Arabia Saudí ha soñado durante mucho tiempo con este oleoducto”, observa Michael Horton, un veterano analista de Yemen en la Fundación Jamestown. “Un oleoducto a través de [el gobernorado de] Hadramawt proporcionaría a Arabia Saudí y a los Estados del Golfo que son sus aliados acceso directo al Golfo de Aden y al Océano Índico, le permitiría evitar el Estrecho de Ormuz, un lugar de paso obligado estratégico que Irán podría bloquear, al menos temporalmente, en un futuro conflicto. Lo más probable es que la posibilidad de asegurar una ruta de un futuro oleoducto a través de [el gobernorado de] Hadramawt sea parte de una más amplia estrategia a largo plazo de Arabia Saudí en Yemen”.

Ocultar la conexión del oleoducto

Los funcionarios occidentales tienen mucho interés en impedir que la opinión pública conozca la geopolítica energética que hay detrás de este conflicto que se intensifica.

El 2 de junio de 2015 Joke Buringa, una veterana asesora sobre seguridad y el imperio de la ley en Yemen en el ministerio de Asuntos Exteriores de los Países Bajos, publicó en su blog personal un contundente análisis de estas cuestiones: “Durante años ha existido el temor de que Irán bloquee el Estrecho de Ormuz y de los resultados posiblemente desastrosos para la economía global que esto podría tener”, escribió en el artículo titulado “Divide and Rule: Saudi Arabia, Oil and Yemen” [Divide y vencerás: Arabia Saudí, el petróleo y Yemen]. “Por consiguiente, Estados Unidos presionó a los Estados del Golfo para que crearan alternativas. En 2007 Arabia Saudí, Bahrain, los Emiratos Árabes Unidos, Oman y Yemen emprendieron conjuntamente el proyecto de Oleoducto Transarabia. Se iban a construir nuevos oleoductos desde la ciudad saudí de Ras Tannurah en el Golfo Pérsico y los Emiratos Árabes Unidos al Golfo de Omán (uno al Emirato de Fujairah y dos líneas a Omán) y al Golfo de Aden (dos líneas a Yemen)”.

En 2012 se puso en funcionamiento la conexión entre Abu Dhabi y Fujairah, dentro de los Emiratos Árabes Unidos. Mientras tanto, Irán y Omán se dispusieron a firmar su propio acuerdo sobre un oleoducto. “La falta de confianza en las intenciones de Omán aumentó el atractivo de la opción Hadramawt en Yemen, que Arabia Saudí deseaba desde hacía tiempo”, escribió Joke Buringa.

Sin embargo, el presidente Saleh era un obstáculo fundamental para las ambiciones saudíes. Según Buringa, “se opuso a la construcción de un oleoducto bajo control saudí en territorio de Yemen. Durante muchos años los saudíes pusieron todas sus esperanzas en los líderes tribales para poder ejecutar este proyecto con el sucesor de Saleh. En 2011 los levantamientos populares de manifestantes que pedían democracia frustraron estos planes”.

Joke Buringa es la única alta funcionaria de un gobierno occidental que lo ha reconocido públicamente. Pero cuando el 1 de febrero contacté con ella para solicitarle una entrevista, cuatro días más tarde recibí una respuesta de Roel van der Meij, un portavoz de asuntos corporativos del ministerio de Asuntos Exteriores del gobierno holandés : “La Sra. Joke Buringa me pide que le informe de que no esta disponible para la entrevista”.

Mientras tanto, todo el blog de Buringa (que antes estaba disponible en www.jokeburinga.com) había desaparecido completamente. En Wayback Machine se puede leer una versión archivada de su artículo sobre la geopolítica energética de la guerra saudí en Yemen

Pregunté tanto a Buringa como van der Meij por qué se había borrado completamente el blog de Buringa inmediatamente después de que yo mandara mi solicitud de una entrevista y si se había visto obligada a hacerlo bajo presión del gobierno para proteger las relaciones holandesas con Arabia Saudí.

En un correo electrónico Buringa negó que el ministro de Exteriores holandés le hubiera presionado para que borrara su blog: “Siento decepcionarle, pero el ministro no me presionó. Desde el principio me había molestado el diseño del blog y tenía intención de cambiarlo desde hacía meses … Su petición me recordó que quería cambiar mi web y plantearme qué quería hacer con ella. No lo interprete de otra manera”.

Sin embargo, el portavoz de asuntos corporativos del gobierno holandés , van der Meij, no respondió a los múltiples correos y llamadas de teléfono para que comentara por qué se había borrado el blog.

Hay muchas empresas holandesas activas en el reino [saudí] gestionando inversiones conjuntas, incluida la importante petrolera anglo-holandesa Shell. Debido a la situación de los Países Bajos como puerta de entrada a Europa, dos multinacionales saudíes (la empresa nacional petrolera Aramco y el gigante petroquímico SABIC) tienen sus oficinas centrales generales en La Haya y Sittard, ambas ciudades de los Países Bajos. En los últimos años también han aumentado enormemente las exportaciones holandesas a Arabia Saudí, entre 2006 y 2010 aumentaron un 25 %.

En 2013 Arabia Saudí exportó a los Países Bajos carburantes minerales por valor de algo menos de 34.000 millones de euros (38.500 millones de dólares) e importó de Holanda algo más de 8.000 millones de euros (9.000 millones de dólares) en máquinas y material de transporte, 4.800 millones de euros (5.400 millones de dólares) en productos químicos y 3.700 millones de euros (4.200 millones de dólares) en productos alimenticios y animales.

La alianza saudí con al-Qaeda

Uno de los principales beneficiaros de la estrategia saudí en Yemen es al-Qaeda en la Península Arábiga (AQAP, por sus siglas en inglés), el mismo grupo que reivindicó el atentado de Charlie Hebdo en París.

“El gobernorado de Hadramawt es una de las pocas zonas en las que la coalición encabezada por Arabia Saudí no hizo ningún ataque aéreo”, señalaba Buringa. “El puerto y el aeropuerto internacional de al-Mukalla están en óptimas condiciones y bajo control de al-Qaeda. Además, Arabia Saudí ha entregado armas a al-Qaeda, [que] está expandiendo su esfera de influencia”.

La alianza saudí con los terroristas afiliados a al-Qaeda en Yemen salió a la luz el pasado mes de junio cuando el gobierno de “transición” de Abd Rubbuh Mansour Hadi respaldado por Arabia Saudí envió un representante a Ginebra como delegado oficial para las negociaciones de las Naciones Unidas.

Resultó que el representante no era otro que Abdulwahab Humayqani, identificado en 2013 por el Tesoro estadounidense como un “terrorista global específicamente designado” para reclutar para AQAP y financiarla. Supuestamente Humayqani también estaba detrás de un coche bomba puesto por al-Qaeda que asesinó a siete personas en una base de Guardia Republicana Yemení en 2012.

Otros analistas son de la misma opinión. Como comenta Michael Horton en el Observatorio del Terrorismo de la Fundación Jamestown: “Puede que AQAP también se beneficie del hecho de que Arabia Saudí podría considerarlo un delegado útil en su guerra contra los hutis. Arabia Saudí y sus aliados están armando a gran cantidad de diferentes milicias por todo el sur de Yemen. Es casi seguro que una parte, si no gran cantidad, de la financiación y del material esté llegando a AQAP y muy posiblemente al Estado Islámico”.

Al tiempo que Occidente anuncia con bombo y platillo la guerra contra el Estado Islámico en Iraq y Siria, está preparando el camino para el resurgimiento tanto de al-Qaeda como del Estado Islámico en Yemen.

“Arabia Saudí no quiere un país fuerte y democrático al otro lado de la frontera de más de 1.500 kilómetros que separa ambos países [Arabia Saudí y Yemen]”, había afirmado la funcionaria del ministerio de Exteriores holandés Joke Buringa en su ahora censurado artículo. Y parece que tampoco lo desean Estados Unidos ni Gran Bretaña. Y añadía: “Es probable que aquellos oleoductos a Mukalla lleguen allí finalmente”

Probablemente no lleguen, pero todavía tendrá consecuencias no deseadas.


Nafeez Ahmed es un periodista de investigación y experto en seguridad internacional que trata de rastrear y profundizar en lo que denomina “crisis de la civilización”. Ha ganado el Premio al Proyecto Censurado a la Mejor Investigación Periodística por su informe en The Guardian sobre la intersección de la crisis global ecológica, energética y económica con la geopolítica regional y los conflictos. Ha escrito también para The Independent, Sydney Morning Herald, The Age, The Scotsman, Foreign Policy, The Atlantic, Quartz, Prospect, New Statesman, le Monde Diplomatique, New Internacionalist, etc. Sus trabajos sobre las causas fundamentales y las operaciones encubiertas vinculadas con el terrorismo internacional se tuvieron en cuenta en la Comisión del 11-S y en la Investigación Forense del 7 de julio [atentados de Londres].

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