
"Ola asesina sorprendió en la noche", así era el titular del Diario La Prensa hace 32 años, pero no se trataba de una película de terror, sino de un tsunami que estremeció las costas del Pacífico durante la noche, fuertes corrientes habían destruido todo, dejando a más de 50 personas fallecidas.
Nicaragua sufría por tercera vez una tragedia masiva, en 1931 y 1972, fue afectaba por dos sismos que estremecieron la capital.
Era martes 1 de septiembre de 1992, todo circulaba con normalidad, los pescadores laboraban de la manera más tranquila, a las 6:16 p.m. se registró un sismo de 7.8., el cual no causó daño alguno, pero en punto de las 8:00 p.m., mientras estaban en la tranquilidad de su hogar, una ola de 10 metros arrasó con todo lo que estaba a su paso, en solo 45 minutos.
Según el reporte en ese entonces del sismólogo Wilfried Strauch para el Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (INETER), se trató de un “terremoto lento”, de unos dos minutos, que por su baja velocidad no ocasionó grandes efectos sísmicos al romper la roca del fondo marino.
Aun así, fue capaz de liberar unas mil veces más energías que el que hizo colapsar Managua en 1972, cita Tammy Zoad Mendoza de Magazine en su reportaje Lo que el mar se llevó.
Los habitantes de la zona hacían los intentos posibles por sobrevivir, el maremoto destruyó las zonas de Corinto, Poneloya, San Juan del Sur, Puerto Sandino, El Tránsito, Casares, Masachapa y Pochomil, a las 10:00 p.m. los heridos del balneario El Tránsito, fueron llevados al Hospital Lenin Fonseca, detalla La Prensa en su reportaje La noche que un maremoto se tragó al Pacífico de Nicaragua.
Las olas medían entre 2 y 10 metros, la mayoría de los casas y empresas fueron destruidas, la Cruz Roja contabilizaba a eso de las 10:30 a.m. un saldo de 61 muertos, 88 desaparecidos y 123 heridos, pero conforme el tiempo pasaba, aparecían más cadáveres, llegando a la cantidad de 170 muertos y más de 200 heridos.
La noticia de la tragedia se dio a conocer por todos los medios nacionales e internacionales, la ayuda no se hizo esperar, Carlos Salinas de Gortari, en ese entonces presidente de México, envió un avión con alimentos y medicinas, entre otras cosas que fueron de mucha ayuda a los sobrevivientes que buscaban entre los escombros algunas de sus cosas que aún pudieran rescatar.
Parte de los casos más tristes de la tragedia, fueron la del pescador José Cristóbal García, Rafael Campos Jara, Douglas García, Ena Padilla Mendoza y Rosario Guardado, que perdieron a sus hijos pequeños, y el de la de la niña de 13 años Patricia Salazar, que perdió su brazo derecho cuando una lámina de zinc se la cercenó, lo que la convirtió en la niña símbolo de la tragedia.
Las aguas recobraron su nivel normal a eso de las 11:00 p.m. Entre los desaparecidos estaban también cuarenta pescadores que se encontraban en el mar en el momento del tsunami, algunos de estos fueron identificados como Juan Francisco Ruiz, Ramón Ruiz, Roger Montiel, Antonio Gutiérrez y Juan Ruiz Bejarano.
La mayoría de los afectados fueron llevados a albergues mientras se llevaba a cabo el proceso de limpieza y la búsqueda de algunos desaparecidos. Se unió también la Cooperación Española que donó alimentos, efectivo y refugio para los damnificados, quienes después de recuperarse no quisieron retornar, algunos se quedaron para superar el trauma y seguir adelante.
A raíz del suceso, se hicieron estudios y se diseñó un sistema automatizado de alerta temprana, ubicadas en las costas del Pacífico, así como ejercicios y estrategias de evacuación.
El maremoto de 1992 es uno de los fenómenos naturales más desastrosos ocurridos en Nicaragua.