Dos huracanes consecutivos, uno detrás del otro. Eta primero, Iota después. El segundo de ellos es el más fuerte que ha golpeado a Nicaragua en 40 años.
Antes de que ambos entraran al país se desplegó toda la fuerza organizada del pueblo nicaragüense, bajo la conducción de su vanguardia, el FSLN, y la participación protagónica de su brazo juvenil, la Juventud Sandinista 19 de Julio, en una gigantesca movilización impulsada y dirigida por nuestro Gobierno y sus instituciones, para resguardar la vida de los habitantes de las zonas en peligro no sólo por el huracán, sino por las lluvias posteriores, que han provocado inundaciones, deslaves y derrumbes.
En esos días previos a ambos fenómenos meteorológicos se movilizó un contingente de 40,000 voluntarios integrando brigadas de rescate y brigadas médicas, y se dispuso para los posteriores damnificados un avituallamiento de todo tipo como ropa, colchones, plástico, así como alimentos y medicamentos, en grandes caravanas movilizadas por órdenes y bajo la dirección de nuestro Presidente, Comandante Daniel Ortega, con el invaluable apoyo de la Compañera Rosario Murillo en la coordinación y control de toda la operación, así como de las instituciones correspondientes, como el Sistema Nacional de Prevención de Desastres, el Instituto Nacional de Estudios Territoriales, el Ministerio de Salud, el Ministerio de la Economía Familiar, Cooperativa, Comunitaria y Asociativa, entre otras.
De igual manera, se evacuaron 60,000 personas que vivían en zonas de riesgos, y fueron ubicadas en centenares de albergues seguros, acondicionados para tal fin.
En el momento de máximo peligro fueron movilizados más de 100,000 brigadistas y se evacuó a 160,000 personas, que fueron ubicadas en 1,195 albergues y 2,300 casas solidarias puestas a disposición por el pueblo organizado bajo la conducción de su vanguardia revolucionaria y su buen gobierno.
El primer huracán, Eta, no causó víctimas mortales, lo que es una muestra de la efectividad de este modelo revolucionario, de este proyecto de vida del pueblo nicaragüense.
El segundo, o sea el Iota, más fuerte y con un potencial para causar miles de víctimas fatales, ha causado 16 fallecidos, entre ellos varias niñas y niños, motivo de profundo dolor en la gran familia nicaragüense.
Lamentablemente, todos los fallecimientos estuvieron vinculados con desacatos a las orientaciones de reubicación, evacuación y permanencia en los refugios, lo que nos indica la importancia que tiene en situaciones como estas, el cumplimiento de las medidas que se orientan.
Es evidente el contraste entre el compromiso de nuestro gobierno revolucionario, de nuestro gobierno sandinista, de nuestro Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, con el pueblo nicaragüense que es sujeto de poder en nuestro modelo político, el modelo político del sandinismo, y la ausencia total de sensibilidad ante las calamidades padecidas por nuestro pueblo frente a los desastres naturales, mostrada por los gobiernos de derecha en los años noventa y poco después, siendo emblemático el caso del deslave en el volcán Casitas provocado por el huracán Mitch en 1997, cuyas consecuencias trágicas con las miles de muertes ocurridas en ese entonces fueron producto de la criminal negligencia del gobierno liberal de turno, que había sido advertido públicamente del peligro por la Alcaldesa sandinista del municipio afectado, Posoltega, nuestra recordada compañera Felícita Zeledón, porque resulta que también hay un contraste evidente entre la actitud del FSLN cuando era oposición frente a estas situaciones de emergencia, y la de los opositores actuales, pues el FSLN aun siendo oposición, siempre dispuso a toda su militancia organizada en función de enfrentar estas calamidades brindando asistencia y protección a nuestro pueblo, porque el sandinismo es precisamente la máxima expresión organizada del pueblo nicaragüense, y aun cuando no éramos gobierno, organizábamos las brigadas de rescate y las brigadas médicas, integradas por miles de militantes sandinistas en todo el territorio nacional, algo que es incapaz de hacer la derecha incluso siendo gobierno, menos aún como oposición, la cual en la actualidad, mientras el pueblo sufre las embestidas de estos huracanes, no hace más que seguir destilando su veneno cargado de ese odio irracional que infructuosamente pretende inocular en el alma de la gente, o se dedican a hacer falsas colectas para robar, como lo hicieron también cuando el huracán Mitch, y con el propósito de hacer pensar que el gobierno no está haciendo nada. Pero nadie puede tapar el sol con un dedo.
Por último, es bueno tener presente que estos fenómenos no son tan naturales, pues no se corresponden con la época del año en la que estamos y están estrechamente vinculados con el cambio climático provocado por la irracionalidad que es característica del desarrollo industrial en el capitalismo, llevado a cabo mediante la voraz explotación descontrolada y caótica que realizan las potencias industrializadas, de los recursos naturales usurpados al resto del mundo, víctima de la opresión imperialista que tuvo su origen en las guerras de conquista y la colonización con las que se sentaron las bases del desarrollo capitalista a nivel mundial, que dio lugar a su vez al surgimiento del imperialismo, cuya más grande potencia, Estados Unidos, ha llegado a tener incluso a un Presidente que ni siquiera reconoce el problema del cambio climático, convirtiéndose así en una amenaza mayúscula para la humanidad, aunque por suerte ya saldremos de él, si bien tampoco hay razones para ilusionarnos con su sucesor, quien sin embargo al menos se supone reincorporará a Estados Unidos a algunos tratados que pretenden reducir la funesta contribución de dicho país a la contaminación global, siendo por cierto el país más contaminante del planeta, ya que hasta en eso le ha hecho la vida imposible al mundo y en este caso, a la especie humana como tal.
Todo esto me hace recordar una serie de televisión para niños y adolescentes que veía yo durante mi infancia en Cuba, en los años setenta. Era una serie basada en un libro que narraba la vida de uno de los más destacados dirigentes revolucionarios rusos de principios del siglo XX, principal héroe de la guerra civil ganada por los bolcheviques inmediatamente después del triunfo de la Revolución Socialista en Rusia, la primera de la historia, y recuerdo que era también un libro de cabecera de mi padre. El héroe protagonista era Mijaíl Frunze, y el libro se llamaba, como la serie inspirada en él, “De cara a todos los huracanes”.
Porque así podría titularse también la historia del sandinismo y del pueblo nicaragüense en su lucha por esta Nicaragua Libre, por esta Nueva Nicaragua que estamos construyendo desde el triunfo revolucionario de 1979 y por la que luchó desde medio siglo atrás de ese triunfo Augusto C. Sandino, y desde dos décadas atrás el FSLN bajo la conducción de Carlos Fonseca, cuya vida misma, como la del héroe protagonista de aquel libro suyo de cabecera, y como la de nuestro líder, el Comandante Daniel Ortega, también podría escribirse con un libro que llevara ese título.
De cara a todos los huracanes hemos vivido, hemos luchado y seguiremos haciéndolo, luchando por la vida frente a los huracanes de lluvia y viento, y frente a los huracanes de fuego, mentiras, odio y abusos que han azotado a nuestro país, lanzados por los mismos de siempre, los imperialistas de la Tierra contra los que Sandino, llamándolos así, por su nombre, profetizó lo que él llamaba la Explosión Proletaria mundial que tarde o temprano acabará con ese huracán de la opresión y la explotación al que también hemos venido enfrentando y derrotando, para que como también decía literalmente nuestro lúcido General y Héroe Nacional, haya justicia y como consecuencia, haya paz sobre la tierra y quede para siempre el reino del Amor.
Carlos Fonseca Terán. 18/11/20