Casi todos fuimos testigos al escuchar con suma atención aquellos increíbles audios en los cuales el obispo Silvio José Báez Ortega develaba su verdadera naturaleza escondida detrás del hábito de carmelita y de un discurso enmascarado, doctrinal, sibilino y subliminal, que se contradice con el tono manifestado en la jerga de los audios que asombraron a moros y cristianos, dejando al desnudo a un ser profundamente narcisista, soberbio, engreído, arrogante y violento.
Se pudo percibir en su tono de voz y lenguaje corporal, además de la vanidad y la arrogancia, delataba también una múltiple perversidad.
La sapiencia teologal de que hace gala el flamante obispo auxiliar y su conocimiento de las lenguas antiguas, le ha servido de mucha reflexión durante este tiempo que ha pasado doblando el lomo para sembrar y recoger lechugas en un penumbroso y sobrio claustro monástico del Vaticano.
Al escucharlo desde Miami, junto a su par y acólito Edwin Román Calderón, no abandona los mismos ejes que han caracterizado su discurso político, barnizado por un lenguaje escatológico, doctrinal, y como si descubriera el filón de Alejandria, repite un discurso que ya la sociología moderna y los estados progresistas con los planes nacionales de desarrollo humano habían revindicado; es decir, el ser humano es el centro, sujeto y objeto del desarrollo, lo que implica promover la dignidad humana, a partir de la satisfacción de las necesidades básicas y la construcción de infraestructura vial y energética que conecta a las comunidades, generando desarrollo socioeconómico y humano.
La conducta y acción política de Báez contradice su verbo doctrinario y la esencia de su misión, al revelar en los audios de forma cruda y directa, el hecho de no escatimar ni esconder la necesidad de aliarse con el propio demonio encarnado en los narcotraficantes, movimientos feministas proaborto, pandillas delincuenciales y todo aquel grupo o sujeto que sirviera a sus propósitos.
Y lo más nocivo de su moral hipócrita es que, por un lado crítica al dios dinero, al becerro de oro, mientras coincide plenamente con los intereses mezquinos del gran capital oligárquico. Y lo más tenebroso, es la sintonía con los intereses oscuros de los Estados Unidos.
Esta hipocresía y doble moral enmascarada en un obispado que de profético no tiene absolutamente nada, pero que sí esconde una realidad perversa identificada porque:
a) tiene consigo el mérito de haber sido un actor principal al haber provocado una profunda fractura en la sociedad y a lo interno del catolicismo, irrespetando a los millares de católicos que no comulgan con el uso de la violencia para desalojar al gobierno del poder.
b) el hecho de glorificar a los tranques, ufanándose al denominarlos como una "invención extraordinaria" lo sitúa como el artífice intelectual de los horrores que se vivieron en ese mundo surreal y alucinante de zombies que controlaban los tranques, verdadera causa del desempleo y del shock severo que se produjo a la economia.
El mismo FMI en su informe de noviembre pasado, reconoció que la causa de la parálisis de la economía y sus secuelas se debieron precisamente al engendro perturbador de los tranques.
c) desde Miami, recientemente, embutido en su hábito de carmelo, con poses de mártir y víctima, repetía los mismos ejes de su discurso almibarado con una entonación de voz casi "conciliadora", como si hubiera sufrido una catársis en el "exilio" del claustro, disimulando con tono melifluo, lo que de verdad afloraba en las escamas de su piel y de su mar interior: el sarcasmo, el cinismo, la manipulación, la fractura social cada vez más expuesta.
Las máscaras se cayeron y quedó una definición barnizada por un lenguaje escatológico y doctrinal, supuestamente irrebatible e incuestionable desde el punto de vista de la moral hipócrita.
Siempre dice tener la conciencia tranquila. Claro, desde su perspectiva.
Su pensamiento, palabra y acción es la síntesis que representa la corriente de pensamiento más conservadora y reaccionaria mundial que tiene el Vaticano, en términos teológicos y políticos.
Se encuentra en las antípodas de todo lo que significa cambio y transformación social al márgen de la tutela de la iglesia.
Él mismo es un enconado y soterrado opositor de Francisco que hipócritamente le declara lealtad cuando conspira con los dinosaurios cardenales que controlan la ortodoxia de la doctrina y la fe; y se encuentran espantados por las transformaciones que viene efectuando el Papa nuestro latinoamericano.
Para mientras, la hermeneutica bíblica, así como su conocimiento de las lenguas antiguas, decíamos, le sirvan de mucha reflexión al momento de doblar el lomo sobre el sembradío de lechugas en el claustro monástico del Vaticano.
DUL 311219