El investigador congoleño Jérôme Munyangi. Foto: Agence Cameroun Presse (ACP).
El investigador congoleño Jérôme Munyangi se mete en problemas. Quiere revolucionar el tratamiento del paludismo, una terapia de bajo costo, cuando Sanofi, Novartis, Adventis, Pharmakina y Zenufa invierten importantes medios financieros.
La firma Norvatis ha invertido 100 millones de dólares en la investigación de nuevas moléculas antipalúdicas y se compromete, junto con la Organización Mundial de la Salud (OMS), a reducir de aquí a 2030 la mortalidad infantil ligada al paludismo en un 90 %.
En 2017, la firma farmacéutica había conseguido 49.100 millones de dólares de volumen de negocios. Esto es lo que se juega el investigador congoleño. Cuando sabemos que no es solo Norvatis quien gana mucho en lo que una investigación de France 24 ha llamado “Malaria Business”.
El Estado debe proporcionar ya mismo una protección personal al investigador y médico Jérôme Munyangi .
Cada día que pasa, este investigador que ha descubierto una molécula más eficaz que la recomendada por la OMS contra el paludismo (malaria) desafía las amenazas de muerte en el este (Goma, Bukavu, Kindu) donde ofrece su producto especialmente en escuelas.
Competencia desleal
“Está usted pisoteando nuestro negocio” es uno de los últimos mensajes-amenaza que ha recibido por teléfono. El doctor Munyangi ha dicho haber identificado este mensaje como procedente de un gran depósito farmacéutico del lugar.
Unos días antes, el médico jefe de zona de la región de Goma logró impedir la celebración de la conferencia proyectada por el investigador sobre la artemisina, la tisana a partir de la que ha inventado su medicina.
Vendido cinco veces menos caro que el ACT recomendado por la OMS, el antipalúdico de Munyangi ha sido juzgado, además, más eficaz por otro laboratorio de Senegal.
Dicho de otro modo, el medicamento propuesto por la OMS solo haría retroceder el paludismo, mientras que el de Munyangi lo erradica hasta en su último refugio, las células madre. Lamentablemente, hace cuatro años que el investigador congoleño apenas logra hacer publicar los resultados de sus investigaciones en un diario médico de referencia mundial para que su producto sea reconocido a escala internacional.
Incluso la Federación Internacional de Fabricantes de Medicamentos no quiere oír hablar del congoleño, informa una investigación realizada por la cadena francesa France 24.
Al menos 500.000 personas, principalmente en el continente africano, morirían de paludismo. “África necesita rebeldes de la investigación”, afirma el doctor Munyangi, quien claramente no espera retroceder en su cruzada contra el paludismo con sus medios precarios pero eficaces.
Sin embargo, el investigador congoleño ha sufrido amenazas incluso en París, donde le han arrebatado su cuaderno de investigaciones. El investigador ha tenido que huir del país cuna de los derechos humanos y de Louis Pasteur.
El doctor Munyangi compartiría las convicciones de la industria farmacéutica china que acusa abiertamente a la OMS de moverse por los intereses de las firmas occidentales del sector. La OMS ampara una campaña de prueba de la vacuna antipalúdica, en particular en Kenia, pero se niega a aportar el menor apoyo al investigador congoleño.
El paludismo es también un asunto de mucho dinero, de negocios. La opinión pública recordará la polémica sobre los verdaderos falsos antipalúdicos a base de quinina que ha enfrentado de forma notoria a Zenufa y Pharmakina.
Mercado local
Decenas de miles de dólares estaban en juego hasta el punto de que la justicia ha invertido mucho tiempo para restablecer la verdad. Desde principios de junio de 2019, las cortezas de quina, el polvo de totaquina, la sal de quinina y la rauwolfia gozan de una estabilidad de precios en el mercado internacional, negociándose respectivamente a 1,53 dólares, 54 dólares, 91,80 dólares y 1,53 dólares.
Sin embargo, la tisana de Munyangi corre el riesgo de conmocionar el mercado de los antipalúdicos.
La firma Roche poseería, en efecto, participaciones en la sociedad Pharmakina que dispone de 4.000 ha, de ellas 3.800 ha están en Kivu Norte y Kivu Sur, plantaciones de quina en la RDC y en Ruanda, y saca lo esencial de su materia prima.
El laboratorio congoleño es uno de los principales productores africanos de sales de quinina y de toda una serie de medicamentos (jarabes, comprimidos, soluciones inyectables para lactantes, niños y adultos) destinados a combatir la fiebre y el paludismo, una de las enfermedades más mortales en el África Subsahariana. Única empresa del sector en RDC, Pharmakina, que emplea a unas 2.000 personas, de las cuales 1.300 son temporeros, es también la única unidad farmacéutica del país que se ha dirigido a la exportación. Un mercado que representa alrededor del 40 % de su volumen de negocios.
Se exportan sobre todo las sales de quinina a Asia (India, Pakistán, China), Europa (Alemania, España, Francia) y algunos países africanos como Kenia, Uganda, Tanzania, Sudáfrica, Senegal, Camerún, Benín y Ghana. En cuanto a los productos acabados (jarabes, etc.), si bien cuentan con algunos clientes en Ruanda y Burundi, se venden principalmente en la RDC. En Kinshasa, principalmente, que absorbe el 60 % de la producción. Pharmakina debe también hacer frente a la competencia asiática en su propio mercado interior.
Muchos indios vienen a abastecerse localmente de quinina y luego fabrican en la India los medicamentos que después exportan a la RDC. Pero ¿cuánto aporta esto al Tesoro? Ninguna administración financiera, ni la Oficina Nacional del Café, ni el Ministerio de Agricultura ni el Banco Central del Congo disponen de datos trazados específicamente sobre las exportaciones de quinina o de papaya.
Texto original en francés: La RDC appelée à protéger le Dr Munyangi menacé de mort pour les résultats concluants de ses recherches sur le paludisme
Traducido por Mª Isabel Celada Quintana para Umoya.
https://www.rebelion.org/noticia.php?id=260760