Aunque el año pasado la Asamblea General fue escenario de conversaciones intensas sobre la ofensiva contra el Estado Islámico en Siria, este año la victoria del Ejército sirio pasó desapercibida.
La Asamblea General de las Naciones Unidas centró el año pasado su atención en la guerra siria.
Rusia, Irán y aliados de Siria sostuvieron conversaciones con países occidentales a raíz de la ofensiva en Alepo, controlada entonces por el autodenominado Estado Islámico (Daesh).
El presidente de Siria, Bashar Al Asad, retomó Alepo este año junto con la mayoría de los territorios considerados bastiones de los terroristas, Asad contó con el apoyo de Moscú y Teherán.
Sin embargo, un diplomático europeo que prefirió el anonimato aseguró que un recrudecimiento de los combates aún es posible porque Siria sigue dividida y millones de sirios están en campos de refugiados.
El cambio climático y la posibilidad de un conflicto nuclear en la península coreana ocuparon gran parte de los discursos de los representantes de los países asistentes a la 72° Asamblea General de la ONU, la victoria de Asad sobre el Daesh pasó por debajo de la mesa.
Las tropas sirias recuperaron en los últimos días gran parte de la provincia de Deir- Ezzor, incluidos más de dos tercios de la ciudad cabecera de igual nombre a donde también se traslada el opositor Ejército Democrático Sirio apoyado por Washington.
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