Sumergido en una burbuja de elogios que diariamente le propalan subalternos y amigos para halagarlo, el presidente mexicano Enrique Peña Nieto parece perdido de todo contacto con la realidad, mientras que su Gobierno se derrumba ante escandalosos actos de corrupción, abusos de poder y un descrédito que le cobrará la factura al concluir su mandato.
Hace algunos años, el escritor peruano Mario Vargas Llosa calificó la estructura política de México como "la dictadura perfecta", cuando el partido gobernante PRI (Partido Revolucionario Institucional) mantenía el poder mediante una simulación democrática, lo que resultaba aún más perverso que las mismas dictaduras abiertas.
Por eso, el presidente mexicano tendrá que enfrentar muy pronto el costo de esa negligencia y omisión mostrada durante su gestión, porque el final de su mandato (el año que viene hay elecciones para elegir nuevo jefe de Estado) está próximo y es difícil imaginar que su partido retenga una vez más el poder.
Será el próximo año cuando esos personajes en posición de poder tengan que enfrentar los tres juicios inevitables: la crítica social, el juicio de la historia y un proceso legal.
Peor será para ellos si la Presidencia de la República recae en el candidato de la izquierda representada por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Andrés Manuel López Obrador, quien tendrá que llevar a prisión a todos aquellos que se hayan aprovechado y servido indiscriminadamente de las arcas públicas del país.
En esos tres juicios, que sin duda enfrentarán varios miembros del gabinete del presidente Peña Nieto, ya hay algunas sentencias.
Por ejemplo, en el juicio social, varios sectores de la población han encontrado culpables de todos los males al mandatario mexicano y a su equipo.
Razones no les falta ante la violencia que vive el país (asesinatos, desapariciones, secuestros, robos), la permanente crisis económica (desempleo y pobreza extrema) y la descomposición del tejido social que muy difícilmente, por lo menos en breve tiempo, podrá recomponerse.
Para el juicio legal habrá que esperar el final de este mandato, para que un nuevo Gobierno indague lo ocurrido, porque en México existe una maquinaria de impunidad muy bien estructurada que impide investigar al presidente en turno y a sus más allegados, en donde la justicia está ausente porque ellos mismos son juez y parte.
El tercer juicio y del que nadie se salva es el de la historia, en donde escritores, periodistas, historiadores y académicos en general analizan a través del tiempo a los hombres del poder y sin prejuicio alguno juzgan con crudeza su actuación a tal grado que quedan marcados para siempre.
En este juicio de la historia, como ya ocurre con los últimos cuatro exmandatarios mexicanos (Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón), el sentir social hacia ellos es de repudio y mientras más tiempo pase va en aumento.
Miguel Badillo
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