El siguiente capítulo, tiene como fin, presentar los aportes teóricos de la sociología dedicados al estudio de la literatura. Entre ellos, destaca ampliamente el trabajo de dos sociólogos y un filósofo; encargados de definir su postura frente a la literatura, el interés por estudiarla desde la perspectiva de lo social y su manera de abordarla desde una corriente de pensamiento valida.
En la primera parte del capítulo, retomo a Georg Lukács, un crítico literario familiarizado con el marxismo, afanado en el estudio del arte literario.
Comprenderá la literatura como una manifestación del sentir humano, atado a los distintos modos de producción.
Cada edad histórica, guarda una íntima relación con concepciones elaboradas a través del imaginario social. Lukács expondrá esta idea para el mundo antiguo; tomando como punto de partida a la Grecia clásica.
El género épico es, por excelencia, el sitial donde se plasma la cosmovisión, los holismos, tragedias y hazañas de los personajes.
En la edad moderna, la novela y el individualismo reinante, compondrán una temática divergente; la separación del artista del resto de los individuos, traerá consigo una crítica al mundo social imperante.
En la segunda parte del capítulo, se revisan las ideas de Pierre Bourdieu quien incluye a la literatura en el terreno de las relaciones sociales. Dentro de la estructura social y la agencia, el campo social se rige en esquemas de interacción.
Las acciones sociales, los grupos sociales, las identidades colectivas y los espacios ocupados, son designados en función de los capitales (capital económico, capital social y capital cultural).
En otras palabras, en la literatura, las relaciones sociales centrarán sus fuerzas entre los diferentes grupos; sólo el grupo social mejor posicionado, controlará los esquemas e impondrá estilos de escritura, sometiendo al resto de competidores.
Ideas, escritura, estilos literarios, historias y artistas son sometidos al quehacer del campo de poder.
Por último, Lucien Goldmann, define el quehacer literario a través de las relaciones sociales. Comprender las obras literarias, requiere de dos bases sólidas; el contexto social del escritor por una parte, y la subjetividad (imaginación) del escritor plasmada en la novela.
Goldmann llamará al contexto social la estructura englobante; la estructura interna corresponderá al universo ficticio planteado en la obra literaria en cuestión.
Al término del capítulo, expondré mi elección por la aportación teórica de alguno de estos pensadores. Expresando cuales son las coincidencias con la finalidad de este trabajo.
1.1 Georg Lukács: la producción literaria a partir de edades históricas
Georg Lukács fue un prominente filósofo marxista, dedicado a la crítica teórica y la elaboración de tratados filosóficos en Hungría.
Destacó por sus estudios de la cultura, sus aportes en la crítica marxista hacia el régimen capitalista en los países occidentales y, una de sus más grandes contribuciones radicó en, el estudio de la producción artística desde perspectivas holísticas, inaugurada por los griegos en el período clásico de la cultura helenística.
En su discurso, la comparativa entre la literatura y su evolución, va tomando forma a la par de las épocas en la historia.
Los pueblos se adaptan a los cambios, construyen sus paradigmas en función del imaginario social.
La dinámica social contribuye al perfeccionamiento del campo artístico.
La literatura es el resultado de la cosmovisión social generada, a raíz de todo un proceso cultural en su conjunto.
El artista es, quien tiene la facultad de integrar todos esos elementos y, condensarlos a través de su imaginación. Este proceso es cíclico, sin embargo, el fondo de cada nueva aportación al terreno literario conlleva a sumar nuevas temáticas y estilos, o restar la importancia de los géneros vigentes.
1.1.1. La clave en la épica grande
Cada modo de producción se caracteriza por la determinación que ejerce en la súper-estructura; al modificar las variantes culturales, sociales y políticas, la estructura social es la que catapulta los intereses de las clases dominantes, al insertar una cosmovisión global de la totalidad en sí.
Este concepto de totalidad es de índole ontológica; se entiende como la aglutinación de todos los elementos constitutivos de la realidad, comprende por lo tanto una noción abstracta en un complejo análisis filosófico, rescata oportunamente al ser en sí, que atiende al tiempo, espacio, materia y las categorías que van apareciendo de acuerdo al nivel de abstracción que se quiera abordar.
En su análisis Lukács, sostiene que, la cosmovisión social que fomenta la estructura social por medio de los aparatos ideológicos del control social.
En el caso específico del ámbito artístico, el objetivo del análisis es observar si las producciones artísticas se alinean con o rechazan los preceptos por los cuales abogan las instituciones políticas, económicas, sociales o religiosas.
Aterrizando el análisis de Lukács en la edad antigua, partirá desde la Grecia clásica. De los tres géneros literarios inventados (épica, lírica y dramática), Lukács trabaja con la épica; porque la considera como la maduración elemental del pueblo griego.
En este género, los grandes mitos de los dioses, el nacimiento de los héroes griegos, los seres mitológicos, las guerras divinizadas y dirigidas por el panteón griego, son algunos de los elementos presentes.
En la épica grande se concentran los esfuerzos por explicar el mundo, la fuerza motriz de todo recae en el artista, creador de mundos iniciados desde lo empírico.
Una realidad que contiene a otra realidad, pero esta segunda realidad le supera en genialidad e imaginación; pero esa realidad interna depende de la realidad empírica, pues, requiere de elementos presentes en la realidad cotidiana del artista. Así lo expresa Lukács:
Su fuerza es puramente psicológica, de la misma especie que de los demás elementos del alma; su posición de fines es empírica, de la misma especie que la de las demás aspiraciones posibles dadas por el hombre o por su entorno; sus contenidos son históricos, de la misma especie que los demás producidos por el curso de los tiempos…
(Lukács, 1985: 315)
La épica grande se nutre de la realidad empírica, y a la vez construye una visión perfeccionista desde la óptica del artista, aumenta sus atributos y arremete contra la monotonía imperante.
Inserta acontecimientos inexistentes, la provee de seres fantásticos y enemista al ser humano concreto con su entorno.
Este proceso irá acompañado de una reflexión profunda, caracterizada por esa capacidad de descomponer el terreno concreto en partes; meter los rasgos fundamentales a la comprensión humana, para después elaborar categorías conceptuales.
El resultado es, la totalidad contemplada en su conjunto, es decir, el mundo concreto llevado al extremo de sus rasgos fundamentales, integrado a un nivel esencial.
Esa reflexión es la base de la literatura y la filosofía griegas. Como lo nombran los griegos, se trata de una visualización con los ojos del espíritu, en otras palabras, pensar con esquemas interpretativos que darán palabras clave.
Estas palabras clave corresponden a conceptos, y estos a su vez definen con exactitud la realidad concreta.
Se remonta desde la Grecia clásica y sus tres géneros, la lírica, la épica y la tragedia, siendo el segundo el sobreviviente ante el paso de los siglos y su perfeccionamiento queda estrictamente limitado a la forma de escritura de cada época histórica:
La épica grande configura la totalidad extensiva de la vida, y el drama la totalidad intensiva de la esencialidad. Por eso, cuando el ser ha perdido la totalidad que le redondea espontáneamente y que es sensiblemente presente, el drama puede hallar un mundo que lo contenga y lo cierre todo en sí mismo.
(Lukács, 1985: 313)
La épica grande es un género literario tradicional en la Grecia clásica. La épica grande narra la fortuna y los desaires sufridos en la travesía de los héroes míticos, los grandes hombres y mujeres seleccionados por los dioses para liberar a los pueblos griegos, pelear en contra de los monstruos míticos y reestablecer el orden frente a los incansables combates bélicos griegos; se estructura en torno al cielo, la tierra, el mar, los infiernos, la vida después de la muerte, la guerra, el amor, el vino etc.
Es este período antiguo el que alimenta y sostiene el marco de la gran épica como fuente interpretativa de toda una cultura.
Al tenerse en mente los coloridos matices nada escapa a la luz reveladora de este sentir universal; se cataloga a sí mismo como la compenetración de la esencia del mundo canalizado desde la óptica de una totalidad iniciadora del mundo y de la vida.
Pero es la ausencia y la falta de conectividad con un alto perfil conciliador de la totalidad lo que ha perjudicado al ser social moderno, al desestabilizar el impulso creador unificado al mantenimiento de los mitos y el panteón griego, queda un mundo vacío apegado al factor empírico de la humanidad.
Las ideas forjadas en la épica grande ya no tienen credibilidad, ni gozan de efecto alguno sobre el pueblo griego.
Ante la decadencia de la épica grande, lo que surge de todo ello es una nueva forma de escribir literatura, es decir, los géneros clásicos se han malversado hacia la decadencia de la civilización. Sin embargo, ese sentido fuertemente arraigado de desentrañar verdades no perecederas sigue latente en la visión artística de su tiempo.
Esto da pauta para el surgimiento de un nuevo género literario.
En la edad moderna, la literatura pasará a forjar una modalidad alterna, conocido ampliamente como la novela:
El romanticismo alemán ha puesto el concepto de novela, aun sin aclararlo siempre completamente, es íntima relación con el de lo romántico. Y con mucha razón, pues la forma de la novela es, más que otra alguna, expresión del desamparo trascendental.
(Lukács, 1985: 308)
El abandono trascendental por el temple de ánimo ya no puede perdurar más en el cultivo literario; al perder fuerza la integración con la totalidad, el género literario va transformándose de acuerdo a los procesos sociales de creación artística e influyen nuevas pautas culturales.
Según esta tesis, la literatura moderna corresponde al concepto marxista de la súper-estructura, se adapta fuertemente a los cánones dictados por las instituciones culturales en base al modo de producción vigente.
Por lo que, los nuevos movimientos literarios definirán su postura, y se atendrán a escribir contra el modo de producción; aunque esto depende de las figuras renombradas, las obras capitales y el enfoque admitido.
Lukács denuncia las contradicciones literarias de su época. Al mirar el desamparo trascendental, la falta de visión integradora, el quehacer literario pertenece al discurso hegemónico de las clases sociales dominantes.
Lo que rescata de la épica grande, es la conectividad que tenía entre todo el pueblo griego, la veneración hacia el panteón de deidades, la trascendencia de las narrativas producidas y, la tragedia a la que se sometían sus personajes.
Como se dijo al inicio del apartado, la literatura se transforma en el transcurso de la historia, adaptándose a la estructura social de los pueblos, varía de forma pero el fondo es el mismo, develar los secretos más íntimos de toda una cultura.
1.1.2. La época moderna: el advenimiento de la novela
El héroe moderno deforma el rol central de la épica grande; este personaje heroico novelesco sólo transmite las sensaciones psicológicas inconscientes de liberarse de las ataduras de la estructura social, extrae las peripecias que aquejan a la humanidad en sí y destruye cualquier oportunidad de generar expectativas trascendentales:
La novela es la epopeya de una época para la cual no está dada ya sensiblemente la totalidad extensiva de la vida, una época para la cual la inmanencia del sentido de la vida se ha hecho problema pero que, sin embargo, conserva el espíritu que busca totalidad, el temple de totalidad.
(Lukács, 1985: 323)
Lukács sostiene que la condición moderna y burguesa se caracteriza por la pérdida de la búsqueda del sentido último de la existencia, de la conectividad radical con el mundo y las categorías de la realidad. No obstante, también señala que persiste la necesidad de entablar una enseñanza desde el interior de lo humano, esa temple de la totalidad.
Sin embargo, los alcances de supuesta reflexión interior al ser humano ya no puede ser cabal en la toma de decisiones. Al hallar un punto hueco en la interpretación reflexiva del mundo, la totalidad es una categoría no empleada.
De esta situación surge la novela como un género literario, desde la aparición del escrito de Miguel Cervantes, El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Este es el ejemplar de la primera novela moderna, al narrar el proseguir de un hidalgo español que enloquece a causa de la lectura empedernida de libros de caballería, en este escrito se manifiesta la supremacía de la realidad concreta intrascendente, desapegada de la reflexión proveniente del temple de ánimo.
La novela moderna ya no cuenta con esa comprensión holística del mundo, se adapta a las reflexiones individuales del escritor.
La novela moderna es limitada por el contexto donde se produce, su alcance se estanca en la búsqueda de sentido para el tiempo que se vive:
… la novela intenta descubrir y construir configuradamente la oculta totalidad de la vida. La estructura dada del objeto indica que la temple de la dación de la forma. Pues la búsqueda no es más que la expresión, dicho desde el sujeto, de que tanto el objetivo todo de la vida cuanto sus relaciones con los sujetos carecen totalmente de armonía evidente. Todas las fracturas y todos los abismos que lleva en sí la situación histórica pueden introducirse en la configuración, y no se deben esconder en los medios de composición. De este modo se objetiva como psicología del héroe de la novela el temple básico que determina la forma en este género: los personajes novelescos son seres que buscan.
(Lukács, 1985: 327)
http://ssociologos.com/2014/11/07/la-sociologia-de-la-literatura-algunas-aproximaciones-teoricas/