Desde el golpe de Estado que el ejército y la extrema derecha hondureños organizaran en 2009 contra el presidente constitucional, Manuel Zelaya, el país está siendo víctima de las mafias del crimen organizado, cuyos capos mantienen lazos y nexos muy sólidos con miembros de las fuerzas armadas y las policías del régimen.
Los asesinatos son ya habituales en los noticieros. El más reciente ha sido el del Fiscal de la Unidad Contra el Lavado de Activos, que demuestra la incapacidad del régimen de Porfirio Lobo para enfrentar a las Mafias.
El funcionario, que actuaba como fiscal coordinador del citado organismo judicial, Orlan Chávez, fue asesinado por varios pistoleros que interceptaron el vehículo en el que viajaba y le acribillaron en Tegucigalpa, la capital de Honduras.
La fiscalía a cargo de Chávez durante los últimos meses había dado severos golpes a personas ligadas al narcotráfico y crimen organizado.
