Alcemos nuestras voces, todas y todos, para salvar a Gerardo, un héroe admirable, un inocente que merece vivir en libertad, reza la Declaración que este domingo aprobaron los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, en la apertura del V Período Ordinario de Sesiones de la VII Legislatura del máximo órgano del poder del Estado.
La convocatoria parlamentaria que exhorta a la denuncia y la movilización mundial para que cesen los abusos y atropellos, tuvo lugar luego de que Ricardo Alarcón, presidente del Parlamento, actualizara a los diputados e invitados sobre la situación en que se encuentra el luchador antiterrorista cubano, al dar lectura al mensaje que le enviara Leonard Weinglass, uno de los abogados principales de los Cinco, quien lo visitó la mañana del sábado 31 de julio, en la prisión de Victorville, California.
Precisó que, a pesar de la situación, Gerardo luce bien, tiene un elevado estado de ánimo, su mente clara y aguda, ríe con facilidad y está consciente de lo que ocurre. Además no cree estar en esas condiciones por mucho tiempo.
Alarcón refirió que Gerardo le contó al abogado que en la mañana del 21 de julio, lo llevaron a la oficina del jefe de la prisión, luego lo registraron y esposado lo condujeron al hueco, donde lo despojaron de su ropa y demás pertenencias y lo colocaron en una jaula, donde permaneció durante varias horas.
Gerardo no tenía idea de lo que ocurría, apuntó. Más tarde le comunicaron que unas personas querían entrevistarlo. Eran dos hombres vestidos de civil que le informaron que eran del FBI, con los cuáles se entrevistó unos 15 minutos. Luego fue llevado nuevamente al hueco.
El abogado añadió que Gerardo fue muy franco al reconocer que está en las peores condiciones de los últimos 12 años. En esa zona de la cárcel hay problemas con el aire acondicionado, una zona está muy fría, pero donde él está no llega la ventilación, y la temperatura alcanza hasta los 40 grados centígrados.
Hay momentos en que el clima es tan opresivo que tienen que tirarse en el piso para tomar el poco aire que entra por debajo de la puerta de acero de la celda, y el agua es hirviente.
Además en esa zona los prisioneros gritan constantemente porque se sienten sofocados por la falta de aire, así como golpean con los pies las puertas de acero para llamar la atención. Solo algunos días, y por pocos minutos, los sacan en jaulas, de tres prisioneros, a un patio, donde, expresó Gerardo, puede tan siquiera mirar el cielo.