El presente DICCIONARIO está destinado a circular principalmente entre usuarios de la lengua en que está escrito. Pero aspira a ser consultado asimismo por personas de otras lenguas.
Ofrece al respecto una ventaja que no se encuentra siempre en los grandes repertorios producidos en algunas de las lenguas más o menos universales antes citadas.
Es común en tales repertorios, especialmente en filosofía, donde pesan tanto las tradiciones nacionales, y a veces inclusive las meramente provinciales, que se confinen a temas, problemas, figuras y referencias bibliográficas de los respectivos países. No es infrecuente, además, que los autores se pongan anteojos para otear el paisaje de modo que acaban por verlo sólo del color del cristal a través del cual lo miran. Creo que la presente obra es más amplia y ecuménica que muchas de las aludidas. Tiene, por descontado, sus limitaciones. Aunque contiene información sobre figuras y conceptos básicos de la llamada «filosofía oriental», trata principalmente de la titulada «filosofía occidental» a partir de Grecia. Dentro de ella usurpan la parte del león, además de las filosofías en lenguas griega y latina, las que proceden de autores usuarios -sean o no nativos de los países correspondientes- de las lenguas alemana, francesa, inglesa, italiana, rusa y lenguas hispánicas, así como, bien que en proporción menor, de las lenguas holandesa, polaca y escandinavas. Dentro de estas limitaciones, sin embargo, he procurado ensanchar el horizonte al máximo, dando cabida, en la medida en que lo permiten mis conocimientos, a figuras, tendencias y haces de conceptos procedentes de muy diversas regiones, lenguas y culturas.
En particular, y aunque tengo mis preferencias filosóficas por lo demás, poco dogmáticas, he tratado de ser equitativo con muy varias corrientes. Lo he hecho no en nombre del eclecticismo, sino en el del rigor y exactitud de la información.
En particular, y aunque tengo mis preferencias filosóficas por lo demás, poco dogmáticas, he tratado de ser equitativo con muy varias corrientes. Lo he hecho no en nombre del eclecticismo, sino en el del rigor y exactitud de la información.