Por: Elena Linárez*
«¡Preparémonos! ¡Pongamos en tensión nuestros músculos, el trabajo y en la lucha, a fin de que la obra se convierta en espíritu y el espíritu en obra! ¡Espartaco, levanta más alto la bandera! ¡Esclavos, adelante! ¡Todo por la revolución! ¡Todos por la revolución!» Clara Zetkin
Caracas, 05 jul. 2010, Tribuna Popular TP.- Es un deber comunista recordar a la camarada Clara Zetkin, quien nació en Alemania un 5 de julio de 1857, y murió en Archangelskoje, cerca de Moscú en 1933. Tenía 76 años, su cuerpo fue sepultado con honores en las murallas del Kremlin. Esta insigne mujer desarrolló, primero, desde el Partido Socialdemócrata Alemán y, después, como fundadora del Partido Comunista Alemán un importante esfuerzo revolucionario con los proletarios, especialmente con las mujeres inmersas en procesos de producción o reproducción material de la sociedad fundamentalmente europea.
En este sentido, sostenía en su discurso y práctica política que “…el principio-guía debe ser el siguiente: ninguna agitación específicamente feminista, sino agitación socialista entre las mujeres. No debemos poner en primer plano los intereses más mezquinos del mundo de la mujer, nuestra tarea es la conquista de la mujer proletaria para la lucha de clases…”; por lo tanto, la liberación y emancipación de la mujer se vincula estrictamente con la construcción del socialismo.
Desde esta perspectiva, Clara Zetkin, como marxista, visualizaba a la mujer trabajadora inmersa en las relaciones sociales de explotación capitalistas, actualmente vigentes; planteando que la mujer trabajadora padece una doble explotación, primero, en las fábricas entregando su fuerza de trabajo al empresario que la compra mediante un salario, para incrementar su capital con la venta de las mercancías producidas por la trabajadora; así como en el hogar donde realiza un conjunto de trabajos sin ningún tipo de remuneración económica como: limpiar la vivienda, planchar, lavar, hacer la comida, entre otros.
Clara Zetkin fue también organizadora del movimiento feminista socialista alemán e internacional, encabezó la lucha antirreformista, internacionalista durante la Primera Guerra Mundial, cofundadora y dirigente del Partido Comunista alemán, miembro destacado de la Internacional Comunista y amiga de Lenin (son famosos «Mis Recuerdos con Lenin»), diputada y propagandista.
A pesar de toda su extraordinaria contribución, se invisibiliza o desestima su esfuerzo en la historia de la luchas socialista. El socialismo no era para ella solamente una finalidad histórica, era ante todo una exigencia inmediata. Sus actividades políticas militantes se extienden desde los inicios de la socialdemocracia alemana hasta 1932, un año antes de su muerte.
Al parecer de Clara Zetkin, durante este tiempo: "El desarrollo del imperialismo y el paso del capitalismo preferentemente concurrencial a capitalismo en el que prevalece el monopolio, con la creación de los monopolios nacionales y la agudización de las contradicciones imperialistas (que) provocaron tensiones tan violentas en las relaciones ente el proletariado y la burguesía y en el mismo seno del proletariado y sus organizaciones tradicionales -creación de la Segunda Internacional (1889), la aparición del revisionismo y fundación de la Tercera Internacional (1919), revolución en Rusia y derrota de las revoluciones en Europa occidental- que la experiencia de la dirigente alemana se nos presenta muy compleja y fragmentaria, difícil de sintetizar en una sola valoración"
En noviembre de 1882, Clara Zetkin fue perseguida por la policía y en consecuencia huyó, se trasladó a París donde contraerá matrimonio con Ossip y permanecerá durante ocho años sin dejar de cooperar con su partido. Durante este tiempo, Clara conoce y hace amistad con algunas de las figuras más notables del socialismo de entonces: Eugene Pottier, autor de la letra de La Internacional; Louise Michel, las hijas de Marx, Jenny y Laura; los dirigentes marxistas franceses Paul Lafargue y Jules Guesde, etc. Al final de la década es nombrada delegada de las mujeres socialistas de Berlín y toma parte en los preparativos del Congreso Constituyente de la II Internacional opuesta a la Internacional posibilista que también quiso crearse en París.
Al año siguiente, en 1890, tras la derogación de la “leyes antisocialistas”, vuelve a Alemania para convertirse en uno de los cuadros más significados del socialismo alemán que sería hasta 1914 el espejo donde se miraría el socialismo internacional. En 1891, funda y dirige “Die Gleichheit” (La campana), órgano para las mujeres socialdemócratas y que llegará quizás a ser el periódico feminista de mayor tiraje y de mayor influencia de todos los tiempos.
Sus concepciones teóricas sobre la cuestión femenina están fundamentadas en dos obras clásicas del socialismo: El origen de la familia, la propiedad privada, y el Estado (Federico Engels), y La mujer y el socialismo (August Bebel),
En 1893 participa en el tercer Congreso del partido socialdemócrata que tiene lugar en Zurich y donde entabla amistad con Engels que morirá dos año más tarde. Desde este Congreso la presencia de Clara será indisociable de todos los Congresos nacionales e internacionales del socialismo, lo mismo que lo será de todas las conferencias de mujeres.
En 1896 en el Congreso del SPD que se celebra en Gotha, Clara presenta el primer informe partidario importante sobre la cuestión de la mujer y las tareas de la socialdemocracia en donde se adelantan la exigencia al voto feminista, punto en el que muchos partidos socialistas no se mostrarán tan avanzados.
En 1899, que había quedado viuda, se casa por segunda vez, en esta ocasión con el pintor George Friedrich Zundel, del que se separará no mucho después; pocos años más tarde, quedando ella sola al cuidado de los dos hijos que había tenido con Ossip. Durante varios años su potente voz sería la de la izquierda revolucionaria y sería en los debates, el martillo contra los oportunistas en el partido y en la Internacional.
En el curso del famoso Congreso de Stuttgart de 1907, en el que el trío Lenin-Rosa Luxemburgo-Martov, planteó una dura batalla sobre la cuestión de la guerra, Clara Zetkin llevaría por su parte una violenta requisitoria en la comisión para tratar el derecho al voto de las mujeres contra los austro marxistas, a los que acusó de haber interrumpido la propaganda por este derecho. En el Congreso de Copenhague (1910), propuso la puesta en marcha de un "primero de mayo femenino».
En los años que preceden al estallido de la Gran Guerra, Clara dedica su mayor esfuerzo a la lucha antimilitarista, así en el Congreso de Basilea (1912) presentó un extenso y apasionado informe sobre la amenaza de guerra y la necesidad consiguiente de que la Internacional respondiera con la huelga general y si era posible con la revolución.
Aunque no escribió ningún estudio destacado, Clara demostró con el ejemplo indiscutible de la práctica que se podían organizar a miles de mujeres trabajadoras que engrosarían los rangos proletarios dándole una amplitud extraordinaria. La organización femenina de los socialistas alemanes sirvió como ejemplo para el movimiento socialista internacional. Su horizonte extendió su mirada por el mundo colonial. Su conclusión práctica establece que no debe existir una organización autónoma de las mujeres, porque:
a) No hay más que un sólo movimiento, una sola organización de mujeres comunistas –antes socialistas- en el seno del Partido Comunista junto a los hombres comunistas. Los fines de los hombres comunistas son nuestros fines, nuestras tareas, y esto se extiende a los otros niveles organizativos tradicionales.
b) No hay tampoco unas reivindicaciones específicas en temas como la sexualidad y el matrimonio y aunque no dejaría a su manera de plantear algunas de sus dudas, afirma junto con Lenin: “La preocupación de las mujeres comunistas, de las mujeres trabajadoras, debería centrarse en torno de la revolución proletaria que pondrá las bases, entre otras cosas, para la modificación de las relaciones materiales y sexuales".
c) No existen posibilidades de atraer a las filas socialistas a las mujeres provenientes de las clases explotadoras ya que para ellas se trata de una cuestión «moral y espiritual... del desarrollo de la propia personalidad», mientras que para las trabajadoras, se trata de algo más elemental, derivada «de la necesidad de explotación del capital», y le preocupa «su tarea de esposa, de madre» y el hecho de que «sólo le quedan las migajas que la producción capitalista deja de caer en el suelo».
Bajo este prisma “clásico”, el objetivo primordial de Clara Zetkin era ampliar el movimiento obrero hacia su otra mitad más sometida que la masculina. Exigían para las mujeres trabajadoras reivindicaciones fundamentales que aunque pueden parecer moderadas eran sumamente radicales incluso para unos sindicalistas que temían la competencia laboral de la mujer y querían que sus esposas se quedaran en casa para zurcirles los calcetines.
No dudaba tampoco en levantar la bandera sufragista ya que se trataba no sólo de un derecho natural, sino también de un derecho social”, y claro está le daba un contenido social a este derecho, pero se negó a reivindicaciones específicas como la de la protección maternal.
Cuando después de ser unas portavoces del internacionalismo contra la guerra, Clara Zetkin tomó partido por la opción comunista arrastró tras de sí a un número importante de las mujeres socialistas, pero en la Internacional Comunista encontró un clima tan preocupado por la revolución inmediata que se rechazó la idea de reproducir desde esta opción una organización similar a la socialista.
En una de sus intervenciones en la Komintern propone la adopción de «remedios concretos y de órganos especiales que se encarguen de la agitación, organización y adiestramiento de las mujeres... considerando la especificidad cultural y moral de las mujeres», así como también, “la agitación programada y constante entre las mujeres todavía alejadas del partido, mediante asambleas públicas, debates y asambleas de fábricas, asambleas de amas de casa, conferencias de delegadas sin partido y apolíticas, agitaciones en las casas...".
Su última actuación que recordara sus mejores tiempos tiene lugar el 30 de agosto de 1932, cuando estaba enferma y medio ciega, el día de la apertura del Reichstag. Por ser la de mayor edad, ella preside la sesión.
En su memoria, el Movimiento de Mujeres Clara Zetkin no sólo toma su nombre como una manera de vindicar su lucha y aportes inestimables, sino que mantiene en su programa de lucha la necesidad de construir relaciones sociales donde impere la igualdad y equidad de género, promoviendo un espacio de organización de las mujeres trabajadoras y del pueblo; continuando con las imprescindibles luchas impulsadas por la revolucionaria comunista.
Obras referidas:
August Bebel, La mujer y el socialismo.
Federico Engels, El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.
Clara Zetkin, Mis Recuerdos con Lenin, una entrevista que ella le hizo en Moscú en el otoño de 1920. V.I. Lenin, La emancipación de la mujer, Editorial Progreso, Moscú, 1971.
Clara Zetkin, La cuestión femenina y la lucha contra el reformismo, Barcelona, Anagrama.
*Presidenta del Movimiento de Mujeres Clara Zetkin